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Nuestra respiración ya se sentia agita, mientras aún seguíamos demorando los labios del otro con una necesidad que nunca había sentido antes, era como si quisieramos fundirnos en el otro. Y entonces el se detuvo, apoyando su frente con la mía, intentando recuperar el aliento.

—¡Necesito tenerte! —exclamó con una voz que parecía estar suplicandome, nunca pensé escuchar a un hombre decirme eso, pero así como el yo ya no podía contenerme más, necesitaba sentir su cuerpo encima del mío también.

—Me tienes aquí —afirmé mirándolo a los ojos mientras aflojaba mi corbata—. Me tienes para ti.

Y decir esas palabras fueron como haber liberado a la bestia en el, volvió a besarme de una forma desesperada, mientras que apretaba mi cuerpo contra la puerta, pero luego me rodeó con sus brazos y comenzó a dar algunos pasos hacia atrás, apretando ahora mi cuerpo contra el suyo de una manera en la que me excitaba más, porque cuando apretaba de esa manera mi cuerpo solo me hacía desear más.
Comenzó a quitarme el saco, hasta que el sonido del movimiento de la perilla me obligó a volver en mi y unos golpes se comenzaron a escuchar.

—¿Hay alguien ahí? —era la empleada de limpieza golpeando la puerta.

Corrí hacia ella y la abrí un poco, solo un poco para que nada más se me pueda ver a mi.

—¿Quién es? —cuestione con mis ojos casi cerrados.

—Oh lo siento Sr Metawin, no sabia que aún seguía aquí —respondió ella mirándome.

—No sé preocupe, me dormí en el sofá es por esa razón que asegure la puerta.

—Ooh siento haberlo despertado, pero ya es tarde, ¿por qué no vuelve a dormir a casa?

—Si, es mejor que me vaya —afirmé sonriendo.

—¿Entonces puedo pasar a limpiar?

—¡Mejor empieza por la oficina de papá! —exclame un poco nervioso—. Yo terminó con unos papeles y me marcho.

—Esta bien Sr Metawin, entonces no lo molestare más —afirmó ella sonriendo.

Cerré la puerta y golpee mi cabeza con ella, como pude dejarme llevar se esa forma, me reprochaba, porque casi nos descubren por mi imprudencia

—Ven conmigo —dijo entonces el hombre parado detrás de mi.

—¿Qué? —cuestioné volteandome.

—Ven conmigo por favor —repitió suplicante, y tomo mi mano.

Quería decirle que no, quería negarme pero no podía lo deseaba demasiado, entonces salimos de la oficina en silencio y entramos al ascensor, allí el solo permaneció parado frente a la puerta sin mirarme, ni decir una palabra.
Llegamos al garage de la compañía, tomó mi mano otra vez y me llevo hacia el auto que había conducido antes.

—Me contuve en el ascensor porque no quería meterte en problemas, si alguien nos veía. —afirmó acorralandome contra el auto—, pero aquí nadie nos ve, ya nadie nos ve aquí —repitió sujetando con fuerza mi cintura.

Abrió la puerta del auto y me beso otra vez, cuando dejó mis labios se metió en el asiento trasero, luego extendió su mano hacia mi, la tomé y tiro de mi metiéndome dentro, era realmente incómodo estar allí, pero nada importaba mientras el me besaba y nos quitabamos la ropa.

Mi cuerpo solo podía sentirlo a él, solo quería sentirlo a él.

El calor empezaba a aumentar, ni siquiera el aire acondicionado del auto podía reducirlo, los vidrios estaban completamente empañados y nuestros cuerpos ardiendo.

SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora