●◇ 16 ◇●

3.2K 297 134
                                    

Luego de ver a Bright entrar al baño, me volteé, abrazando una almohadón, durmiendome al instante, aún no se cuanto tiempo, pero desperté al sentir sus besos en mi espalda.

—Mm, no me dejarás descansar cierto —murmure.

—Lo siento.

—No te preocupes, esto también me gusta —sonreí.

—¡No, de verdad lo siento Win! —exclamó respirando profundo—. Necesito que me perdones.

—Oye ya te perdone, no necesitas disculparte más.

—Nunca dejaré de disculparme contigo, porque nunca olvidaré tu rostro cuando te pregunte en el hospital quién eras —afirmó repasando mi espalda con sus labios—. Sentí mi corazón romperse cuando vi que tus ojos se llenaban de lágrimas, y pensar en cómo te sentiste duele aún más.

—Si es así entonces deja de disculparte, porque aunque lo que hiciste fue estúpido, muy estúpido —mencione mirándolo—. Te dolió tanto como a mi.

—Es que aún no entiendo como puedes perdonarme tan fácilmente —afirmó abrazándome.

—Te dije que me estaba volviendo loco sin ti Bright, es por eso —sonreí—. No quiero volver a extrañarte de esa forma, si te perdone tan fácilmente fue por mi, porque nunca podría haber elegido estar lejos de ti por orgullo, eso dolería aún más.

—Aún así lo que hice fue demasiado estúpido —afirmó nuevamente—. Fui un egoísta.

—Egoísta —reí—. Entonces yo también soy egoísta.

—¿Por qué dices eso?

—Porque es asi Bright, porque yo no te amo por ti, te amo por mi porque amarte me hace bien, me hace feliz, solo por eso, así de egoísta es mi amor por ti.

—Aún no entiendo cómo un idiota como yo pudo tener tanta suerte al encontrarte Metawin —afirmó sonriendo.

—Yo también tuve suerte al encontrarte Vachirawit —sonreí—. Ya deja de pensar demasiado en todo, y solo haz lo que quieres hacer justo ahora.

—¿Y qué es lo que quiero hacer ahora? —me susurró al oído.

—Lo mismo que yo —respondí volteandome hacia el, sujete su rostro y lo bese, lento, suave, sin prisa, porque nada más importaba en ese momento.

Sentir sus manos acariciar mi cuerpo con la misma lentitud con la que nos besamos erizada cada centímetro de mi piel.
Y mientras me besaba, volvió a entrar en mi suavemente, empujando dentro de la misma manera, cada movimiento era suave, pero intenso, de todas las veces que lo habíamos hecho nunca lo sentí de esta forma, quizás porque esta era la primera vez que hacíamos el amor, suave, lento y dulce como nunca lo habíamos hecho antes.

Nuestros gemidos eran diferentes, no estábamos desesperados por acabar, disfrutábamos cada segundo, hasta el último cuando nuestros cuerpos explotaron de placer al mismo tiempo, haciendo que el se detenga lentamente, otra vez, recostandose sobre mi pecho.

—Me encanta escuchar los latidos acelerados de tu corazón —mencionó aferrándose aún más a mi.

—Ahora entiendo porqué te gusta tanto recostarte sobre mí —afirmé acariciando su cabello.

—Por eso y porque esta es la única forma de asegurarme que eres real —rio—. Y que si intentas huir no podrás.

—Jamás volveré a huir de ti, te lo prometo.

SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora