Capítulo 8

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Me miro fijamente en el espejo. Ojeras que gracias al maquillaje puedo ocultar, palidez y un jodido retraso de dos semanas en mi ciclo menstrual. Siento el estómago muy inquieto y unas nauseas que es lo que me tiene con los ojos muy abiertos frente al espejo donde trato de no entrar en pánico por lo que doy suaves respiraciones tratando de calmar la ansiedad que me atraviesa.

Niego buscando en mi mente en mi mente en qué se supone que fallé. Cuando estuve con mis novios en el pasado fui muy cuidadosa usando preservativo. No quería ningún regalo de ninguno de ellos y esa no es la excepción con Naraku.

Mis cálculos me hacen gemir de horror y dar pasos hacia atrás para dejarme deslizarme por la pared hasta que caigo al suelo. Había olvidado por completo lo de los anticonceptivos con efectos secundarios muy molestos y yo dejando de usarlo. Muerdo mis labios negando mientras paso las manos por mi pelo.

No puede ser

Niego varias veces. Nunca me descuidé, de hecho, con Naraku fue la primera vez que tenía relaciones íntimas sin preservativo. Siempre me sentí más segura usándolos, ese es el punto. Las veces que hemos estado juntos no pensaba en otra cosa que no sea tenerlo cerca.

Me baño con rapidez arreglándome y tomándome el tiempo de con maquillaje ocultar mi palidez y ojeras. Tomando mi bolso bajo al primer piso escuchando a mi madre reír y veo a Sesshomaru sentado junto a ella. Él me mira y sonríe entusiasmado.

—¡Kikyo!—como siempre me abraza alzándome para darme vueltas.

—¡Qué asco, Sesshomaru!—chillo alejándome cuando me deja en el piso, él me mira confundido—¿Qué se supone que te pusiste que huele horrible?—él me mira y se olfatea.

—Ehh... mi perfume de siempre, ese que decías que te encanta como huele—asegura, pero trato de tomar pequeños respiros para no correr a vomitar.

—Supongo que el período me tiene algo sensible del olfato—susurro y él asiente—me tengo que ir, papá quiere verme—beso su mejilla odiando su perfume y beso la de mamá para caminar lejos.

—¿Huelo mal?—lo escucho preguntarle a mi madre y eso me hace sonreír un poco. En mi auto busco una farmacia y entro mordiendo mis labios. La chica del mostrador me sonríe con amabilidad.

—Quiero un test de embarazo—susurro con los ojos muy abiertos.

—¿Alguna marca en especifica?—pregunta y niego.

—Dame cinco diferentes—ella asiente y la busca. Tomo la pruebas y pago por ellas. Las guardo bien en mi bolso y llego a la empresa. Papá me dejó hace unos días integrarme bien, pues no sé cuánto tiempo me quede en casa. Mientras en la sucursal de Londres tiene un buen hombre trabajado en mi lugar.

Papá me acondicionó una oficina, por lo cual voy hasta la de él y los saludo antes de volver a la mía.

Corro al baño y leo las instrucciones de las malditas pruebas antes de hacérmelas todas. Las dejo en el baño que cierro con llave y me siento en mi escritorio justo cuando la puerta se abre.

Un rico olor llega a mis fosas nasales y parpadeo confundida al ver a Naraku entrar a mi espacio. Él sonríe antes de acercarse y besarme suavemente. Suspiro en sus labios y luego me alejo buscando lo que llega en las manos.

—Quiero—susurro y él sonríe.

—¿A mí?—pregunta y niego.

—Lo que llevas ahí, huele bien—Naraku me observa fijamente.

—Son tortillas, según tenía entendido, las odias—dice y niego rápidamente. Es cierto que las odio, pero en este momento eso huele divino.

—No las odio—él me deja comerlas y parezco una mujer con hambruna porque devoro todo en menos de cinco minutos.

Siempre ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora