18

1.4K 155 62
                                    

Rusia trató de buscar a Alemania por la calle para tratar de disculparse o de al menos hablar con él antes de que regresara a su casa. Si el alemán ya estaba en ella, entonces tendría que esperar hasta la próxima junta de la ONU para hablar con él. El ruso sabía cuál era la casa de Alemania, pero no olvidemos quién vive con él.

Uf.

Aún recordaba aquella vez que Rusia había visitado a Alemania en su casa para hablar de un tema importante con él y Third Reich le recibió apuntándole con una escopeta.

Además, quizá Alemania le había contado a su padre todo lo ocurrido y ahora sí, no quería ver al nazi. Principalmente porque Rusia sabía que Third Reich era perfectamente capaz de dispararle con un francotirador hasta en medio de un centro comercial.

Desgraciadamente, Rusia no encontró a Alemania. Quizá su amigo se había ido por otro camino, o ya había llegado a casa no sabía ni cómo de rápido.

(...)

—¿Ya llegaste?—Sonó la voz de su padre desde la cocina, pues Alemania había salido de nuevo a la calle hacía quince minutos para quién sabe qué.

—No, soy un ente maligno que ha venido a matarte—respondió Alemania con ironía. Mientras caminaba hacia la cocina para saludar a su querido padre. Pero cuando entró se encontró a su padre apuntándole con una pistola.

—Entre el ente maligno y yo, llámame loco pero gano yo—respondió Third Reich, sin bajar el arma. Luego, finalmente, después de que ambos estuvieran completamente quietos durante varios segundos, el más mayor bajó el arma.—¿Con quién has salido? Has vuelto muy pronto.

Alemania pensó muy rápidamente algún país al azar. Si le decía que en realidad había sido Rusia, a su padre no le iba a hacer ninguna gracia.

—Eh... Italia. Tenía que... Ir a comprar una cosa con él.

—¿Y no llevas bolsas?—Preguntó Third Reich mirándole con desconfianza. Aquella pregunta sólo puso más nervioso a Alemania, pero también supo inventarse una excusa para eso.

—Es que el que tenía que comprar era Italia y no yo...

—¿Y entonces para qué vas con él?

—Oye, ¿Quieres sentarme en una silla y ponerme un foco en la cara para que el interrogatorio parezca más real?—Preguntó Alemania  con ironía, pues su padre parecía ya el FBI haciendo tantas preguntas sobre una simple salida. 

—No me des ideas. 

Alemania salió de la cocina para cambiarse, algo entristecido por lo que había ocurrido en la calle con Rusia y México. ¿Estaba todo planeado? ¿Cuál era el objetivo de eso? ¿Por qué México había actuado así, sabiendo que él estaba a sólo un par de metros?

Decidió olvidarse de eso de una vez. Ya hablaría con Rusia la próxima vez que lo viera en alguna junta o por la calle, pero ahora sólo quería estar tranquilo y simular que estaba igual de alegre que siempre, aunque no lo fuera.

Se sentó en el sofá, con una sonrisa por si acaso a su padre se le ocurría aparecer, mientras leía un libro. Pero Third Reich no era tonto, y sabía perfectamente cuándo una sonrisa de su hijo era verdadera y cuándo no. Le observó desde la cocina en silencio, pero finalmente se sentó junto a él en el sofá.

—¿Estás bien?—Preguntó el más mayor. Alemania levantó la vista y sonrió, como siempre.

—Sí, sólo un poco cansado.

El más mayor le dirigió una mirada de desconfianza, la cual inquietó mucho a Alemania. ¿Y si su padre no le creía? Aunque no tenía razones para desconfiar de él, al fin y al cabo, Alemania nunca le mentía a su padre. 

—Estás triste.—Adivinó Third Reich. Alemania negó con la cabeza, molesto por alguna razón.—¿Por qué? ¿Italia te ha hecho algo?

El menor negó con la cabeza, volviendo a su lectura y dándole a entender que no quería hablar más del tema. En realidad no mentía en esos momentos. No había vuelto a ver a Italia desde la última junta con la ONU, y por lo tanto, no le había podido hacer nada malo. 

—¿Seguro?

—Sí, papá. Te prometo que Italia no me ha hecho nada. Estoy bien.

Third Reich se levantó, molesto, pero no dijo nada más, para luego salir hacia su habitación. Sabía que su hijo mentía, y eso no le gustaba. Tenía que averiguar qué le había hecho Italia a su hijo. Y como de verdad aquel italiano se hubiera atrevido a dañar a su hijo, Italia se iba a ver en serios problemas.

—¿Adónde vas?—Preguntó Alemania, al ver a su padre aparecer de nuevo por el salón, con su uniforme militar, dispuesto a salir.

—A... A comprar unas cosas.—Mintió el padre de Alemania. El menor alzó una ceja.

—¿Con una pistola en el bolsillo?

—Es por precaución. ¿No recuerdas aquella vez, cuando eras pequeño, y hubo un tiroteo en un supermercado? Si no fuera porque iba armado seguramente estaríamos muertos— Alemania lo recordaba perfectamente, así que asintió, aunque sin mucha confianza. Aun así, no le veía demasiado sentido al ir armado a comprar a un supermercado.

Third Reich se giró y sin decir nada más salió de casa.

Rusia y sus cinco pretendientes ❀ ~ Rusia x Alemania ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora