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—Rusia, ¿Vienes a bañarte?—Le preguntó Italia, después de que el ruso estuviera diez minutos sentado sobre su toalla, sin nada que hacer.

—Ahora voy—dijo Rusia, mientras Italia comenzaba a caminar hacia la orilla del mar. Rusia miró a Alemania de reojo, quien también estaba sentado en su toalla, ahora solo porque Polonia se había ido al agua. Notó que el alemán estaba un poco triste, y también aburrido.

No pudo quedarse más rato quieto. Se levantó y caminó hasta la toalla de Alemania. Este último no se dio cuenta de que el ruso estaba allí. O quizás lo sabía pero lo ignoraba.

Al final, Rusia se sentó a su lado y le miró con una sonrisa. Alemania seguía con la vista fija en el mar, ignorándole y sin decir nada.

—Hola—saludó al fin el ruso. Hizo una pausa, esperando a que el alemán le respondiera, pero no lo hizo.—¿Quieres venir a bañarte?

Alemania negó con la cabeza, sin mirarle ni decir nada todavía. Rusia decidió insistir, para que al menos Alemania le mirara o le hablara.

—Quítate la camiseta por lo menos, ¿No? Debes de tener calor—Insistió el soviético. De nuevo, Alemania tan sólo negó con la cabeza. Aquello era muy raro. Se quedaron varios segundos en silencio, observando al resto de países que se bañaban, hasta que Rusia volvió a mirarle y dejó su mano sobre la de Alemania.

—¿Estás bien?—Le preguntó el ruso.

Alemania por fin giró la cabeza y le miró en silencio durante varios segundos. Tenía los ojos llorosos. Después retiró su mano de debajo de la de Rusia y volvió a mirar al frente.

—Sí.

—En serio, Alemania, te pasa algo—dijo Rusia, pues no era tonto y sabía que Alemania no estaba bien.—Puedes contármelo.

El alemán se quedó en silencio, tratando de ignorarle. Después de varios segundos, el ruso se levantó y le miró.

—Haz lo que quieras—se arrepintió de inmediato de haber dicho eso. Había sonado muy borde.—Pero si pasa algo puedes contármelo cuando quieras.

Después caminó hasta la orilla de la playa, y se metió en el agua. Alemania esperaba poder tener aunque fuera un poco de paz. La paz duró muy poco.

—Hola—saludó España, sentándose enfrente suyo, haciendo que ahora, en vez de vistas al mar, tuviera vistas a un español sentado.

Alemania le devolvió el saludo con un gesto de cabeza, sin hablar. Tras unos segundos, se dignó a decir algo.

—¿Por qué no vas con Italia a bañarte? —Preguntó el alemán, pues le parecía raro que hubiera estado todo el tiempo hablando con Italia, pero que no quisiera acompañarlo al mar.

—No puedo—Respondió el español, con la vista baja, como si le diera vergüenza decirlo. A Alemania le bastó con ver la cara y el comportamiento de España para comprender que el español no deseaba dar explicaciones ni responder a preguntas.

—A mí... No me apetece.—Respondió Alemania, tratando de ocultar sus ojos llorosos, pues no quería que España le  viera así y empezara a preguntar. El español le miró de nuevo.

—Oye... ¿Puedo preguntarte una cosa?—Alemania le miró con curiosidad y asintió lentamente, bajando la vista. España dudó un poco pero al final habló.—¿Te gusta Rusia? Italia dice que sí, y que se te nota mucho, pero... Yo prefiero preguntártelo a ti.

Alemania no supo qué responder. Bajó la vista y la cabeza y dudó durante varios segundos.

—No lo sé—Respondió el alemán, sin mirar a España.

(...)

Rusia buscaba con la mirada al estadounidense durante todo el rato. En realidad era la única razón por la que se había metido en el agua.

Llevaba ya cinco minutos buscándole. No podía ser tan difícil. Era cierto que había bastantes países en el mar, pero no podía ser tan complicado encontrar a USA.

Finalmente, lo halló junto a Canadá.

—¡USA!—Le gritó Rusia, mientras se acercaba a él. Tanto el canadiense como su hermano se dieron la vuelta y clavaron su mirada en él. Canadá sonrió de forma tierna; en cambio, USA le observó con odio y gruñó.

El ruso, finalmente, llegó hasta donde estaban los dos hermanos y miró al estadounidense.

—USA, tengo que hablar contigo—dijo el soviético, mientras le agarraba suavemente del brazo para sacarlo del agua, o al menos para llevarlo a otro lado. USA se soltó bruscamente del agarre del ruso y retrocedió un poco.

—Suéltame—ordenó, con una voz llena de odio. Rusia se giró hacia el americano y trató de volver a agarrarle, pero este le este lo esquivó.

Rusia resopló.

—USA, es importante. No te haré nada, sólo quiero hablar contigo—pidió el ruso. USA se negó, mientras su ira aumentaba.

—Déjame—gruñó, caminando hasta la orilla para salirse del agua. Rusia le siguió junto a Canadá. El ruso corrió por la arena y le detuvo agarrándole por el brazo. USA se giró y de inmediato se soltó, de nuevo, de su agarre, con violencia.

—USA—Llamó Rusia—¿Qué le has hecho a Alemania?

El alemán, quien estaba a tan sólo unos metros, se giró de inmediato para mirarles en cuanto oyó que decían su nombre.

—¡¡Nada!!—Gritó USA.—¡¡Nunca le he hecho nada ni le he puesto un solo dedo encima!! ¡¡Por culpa de sus mentiras casi acabo muerto, y tú no te das cuenta porque sigues a Alemania como su perrito faldero!!

El estadounidense se giró de nuevo, temblando de ira, y recogió sus cosas. En cuanto lo hizo, se marchó de allí sin decir nada más. Rusia se quedó quieto donde estaba, pensando en lo que había dicho USA.

El ruso se giró hacia Canadá, que lo había presenciado todo desde su izquierda.

—¿Qué va a hacer? ¿Va a volver?—Preguntó Rusia. Canadá se encogió de hombros.

—No creo. Supongo que se irá con Max.—Rusia alzó una ceja.

—¿Quién es Max?—Inquirió Rusia, con curiosidad. No lo conocía. Canadá le miró a los ojos y se encogió de hombros.

—No lo sé muy bien. Pasa mucho tiempo con mi hermano, pero nunca le he visto, aunque USA dice que está ahí. A veces hablan en su habitación, pero ese tal Max no habla muy alto. Siempre oigo sólo la voz de mi hermano y nunca la suya.—explicó el canadiense, mientras volvía a caminar hacia donde había dejado su toalla extendida.

Rusia se sentó junto a Canadá sin decir nada. Tampoco miró a Alemania cuando este le dirigió una mirada triste.

Rusia y sus cinco pretendientes ❀ ~ Rusia x Alemania ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora