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—Rusia, hijo, ya llegué—habló URSS, después de cerrar la puerta. Rusia, quien estaba en su habitación, se levantó de la cama y fue hasta el salón a saludar a su padre. Sonrió y le abrazó con fuerza.

—¡Papá!—Dijo, muy alegre. Se separó de él y sonrió de forma algo falsa. URSS miró esa sonrisa con sospecha, pero no dijo nada y comenzó a caminar hasta su habitación, siendo seguido por su hijo. Se sentó en la cama de su habitación para quitarse los zapatos, y Rusia se sentó a su lado, con su sonrisa falsa.—¡Papá, adivina qué!

—¿Me ves cara de adivino?

—¡Alemania adoptó un perro y un gatito!—Dijo Rusia, con emoción, recordando las fotos que Alemania le había enviado, donde salían Blondi y Benito durmiendo. URSS le miró con una ceja alzada, temiéndose lo que estaba por venir.

—¿Y?

—¿¿Podemos adoptar una mascota??—Preguntó Rusia, emocionado, como si fuera un niño pequeño. URSS suspiró y miró a su hijo con molestia, mientras terminaba de quitarse los zapatos y se levantaba para guardarlos.

—Rusia, ya tienes tres gatos, ¿Para qué quieres más?—Preguntó el mayor, pues en aquella casa ya había tres animales y como siguiera así acabarían siendo quince. Rusia se levantó y le miró, indignado.

—Eso es mentira. Es como si sólo tuviera uno porque Katze sólo quiere a Prusia y a Pelusa sólo le gustas tú. El único con quien puedo estar sin que me arañe ni me muerda es Tortita.—Hizo una pausa, abrazando de nuevo a su padre y mirándole con cara de pena.—Venga papááá... 

URSS se quedó callado durante unos segundos y resopló, quitándose de encima a su hijo, con molestia.

—Está bien... Mañana iremos a adoptar un gato—dijo finalmente. Aunque tenía un plan perfecto para no tener que cuidar de otro animal más. Simplemente adoptaría un felino, lo cuidaría durante una o dos semanas y después, sin que Rusia se diera cuenta, se lo daría a Third Reich para que éste lo cuidara y se lo quedara. Algo bueno tenía que haber en vivir cerca de un asesino como él. 

Rusia volvió a abrazarle y levantó la cabeza para mirarle.

—Pero papááá... No quiero un gato.—Dijo Rusia, mientras se separaba porque su padre estaba ya harto de que le abrazara. URSS le miró sorprendido.

—¿Qué quieres entonces? ¿Un perro?—Una sonrisa malévola se formó en los labios de Rusia. URSS le observó con miedo, sin decir nada.

—Quiero un oso.

URSS resopló con paciencia. Lo que le faltaba, que ahora su hijo viniera pidiendo adoptar un oso. 

—Rusia, ¿Cómo quieres que adoptemos un oso? Los osos no son domésticos, no podemos meter uno en casa.—El menor le volvió a mirar con cara de pena para convencerle, aunque ya no parecía funcionar del todo. URSS le lanzó una mirada asesina. 

—Vengaaaaa...—rogó.—Es que echo de menos a Alfredito...

—¿Y si adoptamos un perro y lo llamamos Alfredito?—Sugirió el soviético más mayor, tratando de que su hijo cambiara de opinión. Rusia, indignado, se cruzó de brazos y entornó los ojos, como si le estuviera acusando de algún delito.

—Alfredito es un oso, no un perro. Quiero adoptar un oso.—Dijo el ruso. URSS resopló, pero luego miró desafiante a su hijo. ¿Quería pelea? Tendría pelea.

—Resolveremos esto como hombres.

(...)

—¡Te chupas cuatro!—Dijo Rusia, mientras dejaba la carta del UNO nombrada anteriormente, con violencia sobre la mesa. URSS frunció el ceño y robó cuatro cartas del montón. Segundos después sacó una carta de color amarillo, con un gruñido.

Rusia y sus cinco pretendientes ❀ ~ Rusia x Alemania ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora