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Rusia levantó su mirada hasta lo alto de la escalera, encontrándose con USA allí. El ruso sólo fue capaz de sentir ira. Borró su sonrisa de inmediato y se apartó de Canadá. Comenzó a subir las escaleras, pero Third Reich le había adelantado. No esperó ni un segundo después de subirlas y le pegó un fuerte puñetazo al estadounidense que casi le dejó en el suelo. El alemán le murmuró algo en voz baja que Rusia no acabó de entender. 

USA ya había conseguido medio levantarse, cuando cayó de nuevo al recibir un puñetazo de Rusia, quien le miraba con odio. USA no entendía nada. Miró, confundido, al ruso y al alemán, desde el suelo.

—¡¿Qué hacéis?! ¡¿Qué demonios os pasa?!—Preguntó, algo enfadado, mientras hacía esfuerzos por levantarse. 

—¡¿Qué demonios te pasa a ti?!—Le gritó el ruso. USA le miró, por primera vez en mucho tiempo, con un gran odio. Ya había reunido las fuerzas para levantarse, cuando Third Reich le puso un pie en el pecho, obligándole a mantenerse en el suelo, con un gruñido. 

—Rusia—llamó Third Reich, mirando ahora al ruso, con seriedad. Rusia le devolvió la mirada, con una ceja alzada.—Déjame a solas con USA.

El estadounidense le miró con ojos de súplica, pidiéndole con esa mirada que por nada del mundo le dejara solo, pues sabía lo que le esperaba si eso ocurría. Rusia asintió y se alejó de allí, bajando las escaleras. Quería ser él quien castigara a USA por haber dañado a Alemania, pero comprendía que tenía que ser Third Reich, no él.

Vio desde el piso de abajo, cómo Third Reich amenazaba en voz baja al estadounidense, mientras le arrastraba hasta una de las habitaciones. USA se resistía como podía, pidiendo a gritos ayuda, pero su voz se detuvo cuando el alemán por fin entró a la habitación junto al menor.

Rusia se sentó en uno de los sofás junto a Canadá, quien no parecía tener ni idea de qué ocurría con su hermano ni qué hacían Rusia y Third Reich allí, pero tampoco le molestaba su visita. El ruso no dijo nada, temblando aún de ira.

Apenas pasaron unos segundos y comenzaron a oírse gritos desde el piso de arriba. Gritos de dolor y de súplica, obviamente por parte de USA. Rusia jamás pensó que disfrutaría oyendo gritar a alguien de dolor, pero USA se lo merecía. Canadá sólo dio un respingo al oír el primer grito, y se aferró involuntariamente a Rusia, quien no dijo nada. 

Sólo sonrió. Era muy tierno, aunque no tanto como Alemania. 

Los gritos continuaron durante, como mínimo, diez minutos más. Rusia no comprendía cómo USA resistía tanto con la cantidad de golpes que Third Reich debería estar dándole. 

Mientras tanto, en la habitación, USA ya estaba tirado en el suelo, con varias heridas sangrantes y otros muchos cortes y rasguños, incapaz de moverse por el dolor. Lo único para lo que tenía fuerzas era para gritar, para pedirle que parara, pero Third Reich no parecía cansarse de golpearle. 

—¡Detente! ¡Te lo suplico!—Volvió a gritar cuando el alemán le golpeó en una herida ya sangrante.—¡Me vas a matar!

Third Reich se detuvo por unos segundos y le miró con odio.

—¿Qué crees que intento?—Le golpeó con su pistola en la sien, donde ya había una herida sangrando a más no poder.—Te lo voy a decir una vez y espero que una sea suficiente.

Se quedó callado durante varios segundos, mirándole amenazante. USA sentía que su cuerpo estaba partido en distintos trozos y que iba a morirse de un momento a otro como Third Reich siguiera así.

—No. Vuelvas. A. Tocar. A. Mi. Hijo. Nunca. Más—dijo, dándole un golpe a USA por cada palabra que decía, y alargando todo lo posible la frase para poder darle el mayor número de golpes posible. 

USA gritó de nuevo. Iba a quedarse sin voz como el alemán continuara así por mucho más tiempo. En esos momentos, supo que seguramente iba a morir allí, a manos de un alemán loco. 

Third Reich no podía perder más tiempo con aquel estadounidense, aunque le encantaría estar dañándole el resto de la mañana, de modo que se limitó a darle una fuerte patada en la nuca. Aquello pudo con USA. Dio un grito el cual fue interrumpido por él mismo. Se quedó inconsciente antes de que pudiera acabar de gritar siquiera.

Al alemán no le importó en absoluto si lo había matado o no. Abrió la puerta de la habitación y salió de ella, dejando a USA en el suelo, desmayado por el dolor, sangrando y medio muerto. Al menos aquel estadounidense no volvería a acercarse siquiera a Alemania. O eso esperaba. 

Bajó las escaleras y allí se encontró con Rusia y Canadá sentados uno al lado del otro en el sofá. El canadiense estaba asustado, no sabía qué le estaba haciendo Third Reich a su hermano, pero a juzgar por los gritos de este, no podía ser nada bueno. 

En cuanto vio que el nazi ya no se encontraba en la habitación del estadounidense, se secó las lágrimas de inmediato y se levantó del sofá, para luego correr desesperado hasta la habitación de su hermano. 

Dio un grito cuando vio a su querido hermano en ese estado. ¿Qué le había hecho Third Reich, y por qué? Sentía ganas de desafiar al padre de Alemania, pero decidió no hacerlo, ¿Qué iba a hacer contra el alemán? Y tampoco quería acabar igual que su hermano.

—¡Rusia!—Gritó a pleno pulmón el canadiense desde la habitación de USA, llorando.—¡Ayúdame, Rusia!

El ruso y Third Reich se miraron durante varios segundos. 

—No—ordenó el alemán, pero Rusia se levantó igualmente del sofá y comenzó a dirigirse hacia las escaleras.

—Reich, no lo hago por USA, sino por Canadá—el alemán sólo hizo girar sus ojos y gruñó con molestia, pues había hecho todo aquello para darle al estadounidense una lección, y quien se suponía que era su "aliado" en todo eso, ahora iba a ayudar a quien había dañado a Alemania a seguir viviendo. 

Rusia subió las escaleras, y Third Reich pudo oír, indignado, cómo hablaba con Canadá, y cómo el canadiense llamaba a alguien, seguramente a una ambulancia. Minutos después, el soviético bajó de nuevo hasta el piso de abajo, donde el padre de Alemania le esperaba de brazos cruzados. Le hizo un gesto con la cabeza en dirección a la puerta, y caminaron juntos hasta ella.

Rusia se despidió de Canadá desde la puerta, y luego, tras abrir de nuevo el paraguas, salieron de aquella casa. 

Rusia esperaba que, al igual que el trayecto de ida, el de vuelta se basara en silencio, silencio y más silencio, pero no fue así, segundos después de comenzar a caminar, Third Reich habló.

—Te gusta Canadá—se burló el alemán, con una sonrisa burlona, mientras picaba a Rusia en el hombro, haciendo que el ruso se incomodara. ¿A qué venía aquello? 

En realidad, el nazi había desarrollado algo de simpatía hacia Rusia en lo poco que habían estado juntos. El soviético le devolvió la mirada burlona, mientras imitaba al otro y le picaba en el hombro para molestarle, mientras él también se burlaba.

—Y a ti te gusta mi padre.

Eso no acabaría bien.














Rusia y Third Reich se hicieron compitas, lo que me faltaba :v

Rusia y sus cinco pretendientes ❀ ~ Rusia x Alemania ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora