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Ya era momento de que Lucy volviera a Dawn Island.

--¿De verdad te tienes que ir? --preguntó por tercera vez Sabo sin dejar de abrazarla.

--Sí, quiero empezar mi propia aventura, además, ayudo más navegando que quedándome aquí quieta --acarició la espalda a su alcance para intentar calmar a su primo. --Ya tienes mi número y el de Ace, no debes preocuparte, puedes llamar cuando lo necesites --intentó separarse, pero fue imposible.

--Aún queda un año para que partas, ¿no puedes pasarlo aquí? --casi rogó.

--Sabo, por favor --suspiró.

A ella también le dolía separarse de su familia, pero tenía que hacerlo.

--Sabo-kun, debes dejar ir a Lucy-san --Koala intentó convencerlo.

--No quiero volver a perderla --tembló de impotencia ante ese pensamiento.

--Nunca me perderás --acarició los cabellos dorados con cariño.

Después de varios minutos, donde tuvieron que obligar a Sabo a soltar a Lucy, esta abordó el barco que la llevaría de vuelta al East Blue, terminando de despedirse de su familia con el brazo.

(...)

Lo primero que hizo al bajar del barco fue correr a donde Makino estaba, entrando al bar y sentándose.

--¡Lucy! --exclamó alegre al verla, abrazándola por encima de la barra.

--Hola, Makino --correspondió con una sonrisa.

--Sigues igual de radiante para haber pasado dos años entrenando --la soltó y sonrió.

--Gracias, tú igual, estás igual que hace dos años --devolvió la sonrisa. --¿Ha dicho algo ji-chan?

--La verdad es que sí --suspiró al recordarlo. --A los pocos meses de que te fueras puso el grito en el cielo.

--Ji-chan siempre fue exagerado --restó importancia. --Debo ir con Dadan a ver cómo está, ha sido un gusto volver a verte --se despidió con la mano y se retiró, comenzando a caminar al Monte Corvo.

Entró en la cabaña y fue recibida por los gritos de sorpresa de los bandidos.

--¡Lucy! --exclamaron sorprendidos al verla.

--¡Yo! ¿cómo os ha ido? --sonrió, guardando las manos en sus bolsillos.

Los bandidos comenzaron a balbucear cosas sin sentido, consiguiendo hacer reír a la adolescente.

--Estoy bien, el año que viene partiré, pero me voy a quedar en nuestra casa del árbol, nos vemos --agitó la mano y se marchó, alzando vuelo y estirando las alas, ya que apenas pudo hacerlo cuando estuvo en Baltigo, entrenando a los reclutas nuevos y ella misma junto a Sabo.

Entró a la casa del árbol por la parte del nido del cuervo, ya en su forma humana ya que su forma ave era demasiado grande.

Vio el lugar con nostalgia, siendo un poco pequeño para ella. Aún así se sentó y disfrutó de viejos sentimientos y recuerdos. Respiró hondo y exhaló con fuerza.

--Voy a extrañar este lugar, pero no puedo dormir aquí, es muy pequeño --habló a la nada, saliendo de la cabaña para volver a convertirse e ir a su antiguo nido, el cual tendría que agrandar.

Comenzó a reconstruir el nido hasta que fue de un buen tamaño, acurrucándose en él cómoda.

Un rato después voló al suelo y comenzó a entrenar en su forma completa y en la híbrida, rompiendo árboles con sus garras y aumentando su velocidad y agilidad al esquivarlos en ambas formas.

--¿Si como diamante mis garras se volverán de ese material? --pensó, viendo sus garras con curiosidad. --Solo hay una manera de probarlo --volvió a sonreír.

Volvió a su forma humana, se colocó una capa con capucha y corrió hasta Gray Terminal, que ya volvía a ser lo que era tras el incendio.

Comenzó a cavar entre las montañas de basura, sacando todo lo de valor que encontraba, aunque no encontraba diamante, en su mayoría era oro y algunas joyas. Gruñó, cambiando de montón a uno más cercano al reino de Goa, donde encontró oro y diamante en grandes cantidades. Lo metió todo en una bolsa y volvió al bosque, convirtiéndose y alzando vuelo tras tomar su tesoro con su pata, convirtiéndose de vuelta una vez aterrizó en su nido, sacando todo lo que había conseguido.

--¡Genial! Es mucho --tomó un anillo de plata con un brillante diamante y se lo tragó.

Así lo repitió un par de veces más y el resto lo guardó, siempre le vendría bien por si su experimento funcionaba.

Esperó un rato para poder volver a volar y descendió en su forma híbrida con sus alas casi transparentes, brillando con fuerza, al igual que sus garras. Buscó un árbol lejos de su nido y clavó sus garras como si fuera simple papel.

--¡Sí! ¡Funciona! --celebró, volviendo a sacar sus garras. --Esto va a ser muy útil, shi shi shi --rio, viendo como la tarde caía.

Cazó algunos conejos y se los comió, volviendo a su nido para dormir, solo quedaba un año.

(...)

Lucy corría por todo el bosque huyendo de su abuelo, alzando vuelo cuando no lo veía y escondiéndose en la copa de un árbol.

--¡Lucy ¿dónde estás?! --escuchó su grito, temblando un poco.

Podía ser la persona más fuerte, pero siempre le tendría miedo a su abuelo.

Se escondió entre las hojas y anuló su presencia al máximo para evitar que la encontrara con Haki.

Esperó hasta que la noche llegó. Alzó vuelo con cautela y aterrizó en su nido, hundiendo la cabeza entre sus plumas para poder dormir, aunque estaba inquieta por si la encontraba. Su abuelo no tenía conocimiento de su Akuma no Mi, pero no quería arriesgarse.

(...)

Cuando vio zarpar el barco de la marina pudo calmarse, volviendo a respirar como debía.

Habían sido cinco largos días donde apenas y había podido ir a villa Foosha para poder beber algo, aunque sin salir de su forma ave.

Se acurrucó en su nido y se permitió calmarse después de tantos días.

Cuando terminó de respirar hondo alzó vuelo hacia el bar de Makino, destransformándose y entrando por la puerta de atrás. Se sentó en la barra y saludó a la peliverde, quien le sirvió un plato con bastante carne. Comió mientras hablaban, luego volviendo a su nido, donde durmió con calma por fin.

Ave de la revoluciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora