ㅤㅤㅤ O1. MUERTE NATURAL

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   Anastasia lentamente terminó de cepillarse su rubia cabellera mientras se miraba fijamente en el espejo del baño de su habitación. Apoyó el cepillo sobre el mesón del lavabo y pasó ambas manos por su pantalón recto, color café, quitando el inexistente polvo de su ropa antes de hacer una mueca de satisfacción a su reflejo.

Salió del baño apagando la luz y luego siguió con la de su habitación, y salió de allí cerrando la puerta tras ella. Estaba bajando las escaleras cuando se detuvo abruptamente ante un suave sonido acariciando sus conductos auditivos.

Teclas, teclas de piano.

Sonrió para sí misma, terminó de bajar las escaleras y visualizo a su sobrina en el sofá de la sala de estar viendo el televisor.

―Buenos días, Alice ―saludó, ampliando más su sonrisa. La de menor estatura rápidamente le correspondió con el mismo entusiasmo. La mujer miró alrededor, esperando encontrar a su rubio sobrino, sin éxito. ―¿Dónde está Jasper? ―preguntó, mostrándose un poco preocupada.

―Salió a cazar con Emmett ―respondió Alice con calma, apagando el aparato. Anastasia evitó hacer una mueca y solo asintió. ―No debe tardar, iré a cambiarme ―comentó poniéndose de pie y saltarina rodeó a su tía para dirigirse a las escaleras.

Los dorados ojos de rubia siguieron la delgada figura de la castaña hasta que no fue capaz de seguir visualizándola, es en ese momento que dejó salir una marcada mueca de preocupación.

A ese punto, su sobrino tendría que llevar mucho mejor la falta de sangre, pero no era así, se atrevería a decir que había incluso empeorado con el tiempo. Antes podía soportar días sin cazar y ahora casi todos los días antes de ir a la escuela se escapaba al bosque.

Era como si él mismo no confiara en su propia fuerza de voluntad.

Se ahorró expresarle la clara decadencia a la de corte pixie, seguramente trataría de embellecer todo con su gran positivismo y confianza, también alegaría que en el futuro no veía ningún ataque, lo cual no quería decir que el destino podría ser caprichoso y cambiar todo. Aunque a veces ella creía que la caprichosa era la joven por no creer en las variables posibilidades.

El olor a galletas llegó a su nariz, sacándola con facilidad de sus pensamientos. Sus pies se movieron sin que se les ordene a la cocina, encontrándose con su cuñada cocinando.

Su ceño se frunció levemente cuando la melodía de las teclas del piano se detuvieron, pero se abstuvo de ir a averiguar el por qué, y relajó su expresión.

―Huele bien, Esme ―halagó y se acercó a la humeante bandeja de galletas, aspirando más el dulce aroma.

Por lo que podía distinguir eran de chispas de chocolate.

DEAD, charlie swanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora