Capítulo 1.

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¡Pium! Se tensó un hilo.

Los dos cayeron de un golpe

Los ojos verde agua y los lilas se unieron en un río de colores pastel.

Ambos tendidos en el suelo enfadados uno con el otro, se preguntaban.

¿Cómo terminamos así?

○○○

- ¡ELFOOOOOOO!- se oían los gritos retumbar en cada pared del inmenso C. G. - ¡hoy me tocaba a mí!

Golpeó desaforada la puerta de la sala de alquimia, la cual estaba trabada con todas las trancas y un armario por si acaso.

- ¡Estoy haciendo algo importante! ¡No molestes con tus bobadas!- oyó la voz desdeñosa del jefe.

- ¡Teníamos un acuerdo elfo!- quejó.

Con el fin de no cruzarse, concordaron en turnarse días. Un día él, un día ella. Pero claro, el orejudo siempre hallaba la forma de arruinar su vida.

- ¡Soy tu jefe y te digo que te vayas!- gritó.

- ¡Cada puto día lamento haber contestado "leche" y "quedarme en casa" en el puto cuestionario!

- ¡¡Pues a joderse!!

Gardienne pegó un alarido desaforado que le dejó un dolor de garganta antes de salir pateando de allí.

Hizo vibrar el suelo con cada pisada dirigiéndose al cerezo.

- ¡¡Valkyon!! ¡No sabes lo que hizo el orejudo ese cara de corko!

El peliblanco la contempló con su sereno semblante, como una casita frente a un remolino, calmo ante el destino.
Los hombres tan tranquilos como él ya son difíciles de perturbar, pero mientras estuviera bajo las hojas del cerezo, era inquebrantable.

-¡Habíamosquedadoenqueundíaélundíayoundíaélundíayoyelmalditohijodesumamárenga...!

Detuvo su torrente de quejas al ver la comprensiva sonrisa del obsidiana.

- Tienes razón, tengo que respirar- se relajó inspirando profundamente, sentándose a su lado.

- Siempre vienes con una queja nueva de Ezarel- rió su amigo.

- ¡Es que es insufrible!- gruñó sintiendo la bronca trepar por su garganta y cuando el enojo estuvo a punto de culminar en otro flamante grito, suspiró.

- Deberías darte la oportunidad de conocerlo mejor, se llevarían bien si no pelearan tanto.

- ¡Él es el que empieza! Desde el primer día que me aborrece por ser humana sin razón aparente- quejó bufando, apoyándose agotada en el hombro bronceado de Valkyon.

- No creo que sea tan así.

- ¿Ah, no? ¿no te acuerdas de cuando le ponía laxante a mi comida?

Valkyon rememoró aquella semana de dolores intestinales de la humana, hasta que Nevra lo atrapó en el acto.

- ¿o cuando me mandaba TODOS los días a recolectar al acantilado?

La memoria de sus gritos de pánico al mecerse peligrosamente contra el vacío azul lo invadió. Se detuvo cuando Miiko se dio cuenta que escalar el empinado barranco era parte de su rutina.

- ¿o esa vez que "se olvidó que todavía estaba en el calabozo"?

La pobre Gardienne había gritado toda la noche para que la saquen, otra vez los sentidos agudos del vampiro la socorrieron.

Juntos. (Ezarel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora