Prólogo: Una cama y casa ¿normales?

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Cuando terminé mis deberes de matemáticas en una oscura y lluviosa típica tarde de martes en Londres, al acecho de muchos exámenes decidí hacer los deberes de historia. Me acosté en la cama de mi habitación con los brazos abiertos, la cama era tan grande y tan mullida que casi me hundo en ella. Cerré a los ojos y conté hasta diez como el profesor mencionó:

-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, espera... ¿qué?


Sentí que la cama tan mullida se convirtió en algo similar a dormir en un montón de paja como colchón y una piedra como almohada. Pensé que sería algo provocado por el nerviosismo de mis exámenes. No podía perder más tiempo, tenía que estudiar y seguí contando.

- Siete, ocho, nueve y... DIEZ,


Abrí los ojos de golpe y vi un ciervo pintado en una cueva con tonalidades rojizas y anaranjadas. Me asombré y descubrí un insecto que jamás había visto . Al principio no pude creerlo, creía que sería solo una fantasía, un sueño creado por el estrés de mis exámenes inminentes, pero ojalá hubiera sido así. Me levanté y observe que mi cama era como yo sospechaba, un montón de tallos secos y una roca para reposar la cabeza. Seguí caminando por la cueva hasta su boca mientras imaginaba teorías cada vez más bizarras. Lo que no esperaba es lo que vi cuando alcancé el exterior.

Un viaje a la prehistoria ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora