Capítulo 2|Perseguido.

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Eran las ocho en punto cuando salí de una pequeña tienda, bebiendo de la pequeña cajita de leche de chocolate que compré

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Eran las ocho en punto cuando salí de una pequeña tienda, bebiendo de la pequeña cajita de leche de chocolate que compré. Me sorprendió que las calles estuvieran vacías, por lo usual los motociclistas de mi escuela aprovechan la noche para realizar sus carreras.

Pensé que tal vez se habían aburrido de eso y habían preferido irse a beber a alguna parte. No podía quejarme, era mejor así.

Caminé de regreso a casa sin ningún apuro, disfrutando de la agradable vista del cielo nocturno acompañado del ruidito de los grillos. Al ser una zona rural no hay casas al rededor, sólo pequeñas tiendas que ya han cerrado, paredes de ladrillo llenos de grafitis sin sentido y una larga calle por recorrer.

En un punto de esta caminata, usé mi vista periférica, justo a un lado de mi noté un vehículo orillado y justamente el dueño asomaba su cara por encima de la ventana, fumando un cigarrillo para proceder a soltar el humo.

A pesar de no haber hecho contacto visual con él, supe que me miraba, podía sentir ese escalofrío subir por mi columna vertebral. ¿Alguna vez han tenido esa sensación de que algo va mal y deben salir de ahí?

Mi mente me pidió que apretara el paso, eso hice, unos segundos después las luces de su vehículo se encendieron, alumbrando la calle por la que camino, seguí adelante, escuché su motor cada vez más cerca, sabia que me seguía. A propósito caminé en medio de la calle, temía que se adelantara, hiciera una vuelta en U y bloqueara mi camino. 

Sin dejar de caminar rápido, extraje mi celular de mi chaqueta, no había señal. Justo en ese momento escuché que la puerta del vehículo se abrió y cerró con fuerza, sin embargo el automóvil siguió avanzando. Había una segunda persona.

Tiré la lechita que hasta ahora llevaba.

Gracias a la iluminación en el suelo se formó la sombra de la persona detrás mio, fue entonces cuando corrí con todas mis fuerzas. Escuché el sonido de unas llaves golpeando en su bolsillo, lo cual me avisó que me perseguía.

Supe que el vehículo se quedó más atrás debido a la falta de iluminación, ahora sólo quedaba el desconocido que no se rendía en seguirme. No miré atrás, esos segundos eran cruciales para mi, ya que si volteaba y perdía el ritmo, le daría ventaja de capturarme.

No había nadie al rededor que pudiera ayudarme, por lo que gritar no era una opción, ni siquiera creo poder hacerlo ya que mi garganta se había cerrado del miedo. Mi menté empezó a llenarse de pánico, quería llorar, quería suplicar para que se alejara. Todo parecía una maldita pesadilla, tan irreal. 

A lo lejos visualicé una cabaña familiar, estiré mis piernas tanto como puede con la intención de alcanzarla. Parece ser que mi perseguidor notó mis intenciones ya que me gritó por detrás e incluso sus dedos llegaron a rozar mi espalda. Afortunadamente me impulsé a una velocidad que jamás creí que un chico cero deportivo como yo pudiera llegar.

Tat x Sorawit| Gotas de acuarela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora