¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Te duele?— Sentados en la misma rama del árbol, Tat hizo una maniobra para inspeccionar mi pie sangrando.
No era cómodo correr con tacones, por lo tanto era imposible trepar arboles, y peor aún desplazarte en ellos. Maldita sea la hora en que seleccioné el calzado.
Quitármelo tuvo consecuencia severas como tener la piel rasguñada y heridas abiertas que seguramente se infectaron tan pronto entró en contacto con la tierra. Por supuesto que ardía, pero gracias a la dosis de adrenalina conseguí aliviar el dolor.
—Eso no importa— Dije.
—A mi me importa— Tat se quitó sus zapatos cómodos y me los puso.
—¿Qué haces? No puedes quedarte descalzo, te lastimarás. Yo ya estoy herido, puedo soportarlo, pero tú..
—No me hagas discutir contigo, no tenemos mucho tiempo. Quédate con los zapatos— Los terminó de colocar.
No quise decir más. Tat tenia razón, este no es momento para cuestionar nada o pelearnos por cosas estúpidas. Tenía que concentrarme en la misión para sacar a Gummy y Zack de aquí.
—¿Cómo encontraremos a los demás?—Pregunté ya resignado—. No podemos gritar sus nombres para que vengan con nosotros, y poner una señal sólo indicaría a los asesinos donde estamos.
—Tampoco podemos continuar buscándolo por todo el bosque, nos tomará demasiado tiempo hallarlos. Creo que lo mejor sería separarnos, habría más probabilidades— Dijo Tat.
—Por supuesto que habría más probabilidades, pero de morir maldito loco. ¿No ves donde estamos? ¡En las misma puertas del infierno!— Exclamó Zen en desacuerdo.
—¿Entonces qué propones tú?
—Ir todos juntos. Si quisiera morir me hubiera quedado adentro del teleférico donde desperté.
—¿Despertaste dentro de un teleférico?— Preguntamos los dos sorprendidos.
—¿Ustedes no?
—Yo desperté en una cabaña destrozada— Contestó Tat.
