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—N'Gummy ha escuchado de los otros niños acerca de la noticia que dio esta mañana la prensa. Ha estado asustado desde entonces ¿Podría venir a pasar por él?
Eso fue lo que me comunicó la profesora desde la otra vía del teléfono. Tal como me dijo encontré a Gummy en los columpios de la escuela, permanecía inmóvil y con la vista hacía abajo como solía hacer cuando reflexionaba.
Me acerqué lo suficiente, dejando que mis zapatos quedaran a su vista. Él al percatarse se sobresaltó, pero al alzar su rostro se relajó.
—¡¡Papá!!—Gummy saltó del columpio, lanzándose en un abrazo—. ¿Es verdad que hay hombres malos rondando por aquí? ¿Acaso han descubierto nuestra ubicación? ¿Me quieren de vuelta en Filipinas? ¿Nos van a separar?
Ahora entendía todo. Gummy pensaba que el Pederasta la noticias es el mismo que lo lastimó en el pasado. Y eso me dolía demasiado.
—No, Gummy, ese hombre malo no es el de Filipinas, quédate tranquilo, ellos jamás volverán— me agaché a la altura.
—Pero los niños dicen que ese sujeto está buscando niños bonitos y papá siempre dice que yo soy un niño bonito. ¿Viene a por mi? ¿Quiere lastimarme?
—Papá no lo permitiría y lo sabes — Le di un besito de consuelo en su cabeza redonda —. Te contaré un secreto ¿Si? ¿Recuerdas al detective? Pues ahora está buscando al malo para encerrarlo.
—¿De verdad? ¿Y si lo atrapa ya no habrá peligro? ¿Gummy y Papá podrán estar a salvo?
—Por supuesto.
—Eso es genial porque Gummy quiere estar con Papá por toda la vida— Dio un abrazo lleno de energía— Dile al detective que cuando atrape al malo, Gummy le horneará pastelitos como recompensa.
—Hecho.
Ambos salimos de la escuela, yo cargando la mochila de mi bebé a a la par que él camina tomado de mi mano y dando saltitos de emoción.