Capítulo 12

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La noche había caído, y con ello los demonios y la muerte se alzarían para arrebatar vidas cruelmente. Pero en esa noche la joven y su lobo evitarían la matanza de una pequeña aldea. Por supuesto que se había dado aviso de cierta organización secreta, pero eso la niña ni sabía de su existencia.

Con katana en mano ella iría por el norte de la aldea y el lobo por el sur, de esa forma ellos ganarían más terreno. Y aún más con los agudos sentidos del can.

Algo que Luna no tenía, era algún tipo de habilidad, como superolfato, superoído, o algún otro supersentido. Ella simplemente era normal, dentro de lo que cabe. Solo sus ojos eran lo "especial". Y el hecho de no haber sido comida de cierto demonio, pero eso ella le restaba importancia. No quería pensar mucho en ese demonio, pues siempre le llamó la atención. Presentía que era un demonio que ya llevaba sus centenares de años existiendo en el mundo, por lo que la chispa de curiosidad se convertía en unas poderosas llamas ardientes de curiosidad.

Un aullido le saca de su pequeña burbuja, pues esa era la señal de su fiel amigo. Aquello haría que, agarrando fuertemente su espada, corriera como si aquello le fuera la vida hacia el otro extremo de la aldea. No tardó más de dos minutos, pues a pesar de ser muy veloz, la aldea era muy enana como anteriormente se dijo.

El panorama era digno de una batalla, el lobo tenía acorralado al demonio, pues Luna supo que le tenía cierto miedo a los lobos. Aprovechando esa debilidad, ella con rapidez se lanzaría hacia el demonio para cortar su cuello, aunque lo único que logró fue hacer un corte terriblemente profundo, sin llegar a rebanarle la cabeza.

Eso llenaría a la muchacha de frustración, pues al no haber logrado eso había recibido un fuerte golpe que la había llevado a 10 metros lejos del demonio.

— ¿¡Cómo te atreves siquiera a tocarme?! ¡Mataré a este lobo de mierda para hacerte sufrir, pequeña mierda! — Aquel demonio se había regenerado mientras la chica lograba ponerse de pie a duras penas, viendo como el demonio utilizaba una técnica de sangre para luego mandarle un zarpazo al animal, haciendo que éste aullara y chillara de dolor, alejándose del demonio rápidamente. — ¡Ahora sufrirá lentamente hasta morir en agonía! ¡Y la siguiente serás tú, mocosa...!

Dicho aquello, el demonio fácilmente desapareció. Pero aquello poco le importó a Luna, pues su fiel amigo estaba agonizando de dolor, teniendo el zarpazo en su cabeza. El zarpazo había afectado a uno de sus ojos dejandolo ciego, pero el veneno del demonio se estaba propagando rápidamente por las venas del animal y eso no podía detenerlo la pequeña.

Con el mismo dolor, ella llegaría arrastrándose con desesperación hacia el animal para abrazarlo del cuello, llorando y sollozando al no saber que hacer.

— ¡Oka! ¡Oka, no me dejes! ¡Oka, te lo suplico! — Sus ojos dorados brillaban con intensidad bajo la luz de la luna y sus cristalinas lágrimas bajando cruelmente por sus mejillas, viendo como su amigo daba sus últimos gruñidos y bufidos mientras colocaba su enorme cabeza en el regazo de la chica, lamiendo por última vez la pequeña mano de su amiga para cerrar lentamente sus ojos.

— O-oka... Okami... ¡NOOOO! — Su grito sale con toda la potencia que su pequeño cuerpo le permite, el dolor de su corazón era incomparable con el dolor físico de su espalda y piernas. El único amigo que pudo tener se había ido luchando por ella.

Aquella noche se había vuelto oscura y sangrienta. La aldea había acabado cubierta de llamas de un momento a otro mientras las personas huían despavoridas, siendo un banquete para el demonio quien veía de lejos lo que ocurría. Luna ni se daba cuenta de la aldea detrás suya, solo le importaba el ahora cuerpo inerte del lobo gigante, cubierta de sangre tanto del demonio como del lobo. Su apariencia daba una imagen de locura total, pues la expresión suya tampoco quedaba atrás.

Sus ojos estaban totalmente abiertos, sus ojos dorados y brillantes fijados en algún punto fijo del cuerpo del lobo mientras aún acunaba la enorme y pesada cabeza entre su pecho. Sabía muy bien lo que sucedía a su alrededor, los gritos de horror, huesos rompiéndose, carne separándose y fuego devorando todo a su paso. El fuego era intimidante y descontrolado, al igual que la chica.

El fuego había llamado la atención de los cazadores, por lo que poco tardarían en llegar a su posición, pues no quedaba ni un alma viva a su alrededor. Solo habían cuerpos en el suelo, sin extremidades o simplemente masas de carne. Era otra situación grotesca para ella, pero le daba igual.

Lo único que importaba era Oka. Su amigo murió. No pudo hacer nada, el demonio tenía toda la razón. Era inútil.

Los cazadores habían llegado, viendo horrorizados lo que quedaba de la aldea y a la niña abrazada al lobo justo delante de la aldea. El olor a demonio estaba impregnado en ella, tanto por la sangre como por el haori morado. Los cazadores eran novatos como para diferenciar los olores, así que optaron por atacar a la niña creyendo que fue la culpable.

— ¡Es la demonio, cortad su cabeza! — Diría una de las novatas, alzando su katana junto a sus compañeros para ir hacia la chica. Pero no contaban conque el fuego de forma drástica habría hecho una intimidante barrera flameante, empeorando aún más la situación, pues Luna no sabía que sucedía a su alrededor.

Los cazadores trataron de traspasar el fuego de muchas maneras, pero era técnicamente imposible. Era como acercarse directamente al mismísimo Sol, solo que a Luna ni al cuerpo inerte de Oka le afectaban en lo más mínimo. Los ojos brillantes de Luna cobraron consciencia tras superar su estado de shock, mirando un poco impresionada como un gran muro de llamas habían extinguido la aldea entera y parecían cubrirla de algo o alguien.

Obviamente aquella situación había llamado la atención de 2 bandos muy opuestos: Pilares y demonios.

𝑳𝑨 𝑵𝑶𝑪𝑯𝑬 𝑫𝑬 𝑳𝑨𝑺 𝑬𝑺𝑻𝑹𝑬𝑳𝑳𝑨𝑺 【Kokushibo X Reader】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora