Capítulo 14

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Luna no sabía cuánto tiempo había pasado, pero era el suficiente como para que el haori ya no le sirviera de vestido. Por suerte la chica habría robado ropa de alguna casa que se había cruzado de casualidad, robando un pantalón para luego dar ciertos retoques y tenerlo bien ajustado a sus piernas, pues así al correr la tela no la frenaría.

Lo mismo habría hecho con una camiseta, desgarrandola para cubrir su gran busto y hacer un fuerte nudo en su espalda, llevando encima el haori cómodamente con la katana en su espalda. La chica tenía una figura bien hecha, producto de siempre correr de un lado a otro, saltar de árbol en árbol y hacer cosas más salvajes. Hace poco se había cruzado con un jabalí humano que la había expulsado de la montaña donde se mantenía oculta, pues aseguraba que ese era su hogar y era el rey de la montaña.

Obviamente Luna habría aceptado aquello, pues no quería ningún problema, por lo que rápidamente ella se habría ido. Y eso la había llevado a estar actualmente donde estaba: corriendo a toda velocidad siendo perseguida por un cazador.

Parecía que hoy no era su día; primer el hombre del bosque y ahora volvía a ser perseguida. Sus piernas estaban más que acostumbradas a las duras caminatas sin descanso, por lo que sería tarea fácil marear al cazador en el bosque. Con una fuerza bruta ella habría dado un gran salto para esta vez ir de árbol en árbol, pues la intención sería confundirlo y qué mejor entre ramas afiladas y flexibles.

El cazador poco había tardado en hacer lo mismo, sus cabellos se mecían en el aire al ritmo de sus saltos, pero no contaba con el factor sorpresa: ramas elásticas.

Luna habría estado oculta detrás de un tronco, manteniendo una rama entre sus manos con la intención de azotarle la cara al cazador y así huir. Y justamente eso pasó. La rama había golpeado con crueldad al cazador, sacandole un grito y a la chica una carcajada mientras se salía con la suya.

Por aquella vez habría tenido suerte, era de día pero el bosque y sus árboles ocultaban los rayos de sol, dando un ambiente fresco y tranquilo. Luna adoraba que los árboles hicieran eso: ocultar el sol, dejando que finos rayos traviesos llegasen al suelo para mantener el ambiente cálido pero fresco. Era algo que le transmitía paz, pues se podría decir que el bosque siempre fue su hogar, y como buen hogar siempre trató de ser respetuosa con la fauna y flora.

Ya estando bien lejos del dichoso cazador, ella finalmente bajaría de los árboles para comenzar su camino sin destino, pues no sabía donde más esconderse. No tenía a nadie y eso aún la afectaba un poco, era como una herida cicatrizada con costra, si la llegaba a quitar, la herida volvería a doler.

Poco a poco la noche empezaba a dar su acto de aparición, obligando al Sol que se ocultase en las montañas para desaparecer para que la Luna se alzara orgullosa junto a las estrellas. La chica se preguntaba porqué se llamaba igual que el satélite, pues la Luna brillaba, era hermosa y nunca estaba sola: pues tenía a las estrellas brillando con ella. En cambio, ella ni brillaba ni tenía a nadie de compañía. Al contrario, parecía que todos deseaban matarla.

Su mirada dorada se quedaría fija en el satélite hasta sentir una fuerte presencia enfrente. Pero antes de hacer nada, una voz grave hizo acto de presencia.

— ¿La Luna está hermosa esta noche, verdad? Luna.

La espalda de la menor se estremece un poco al decir su nombre, bajando lentamente para ver a un hombre a dos metros de distancia de ella. Sus ojos rojos miraban con intensidad los dorados de Okami, provocando que ella mantuviera con esfuerzo aquel duelo de miradas. No sabía que estaba pasando, aquel hombre parecía que con la mirada ya podría hacerla desaparecer.

— Luna Okami. Has causado sensación últimamente entre cazadores y demonios... Llamas mucho la atención. — La muchacha no puede evitar mirarlo con sorpresa, pues él sabía quien era a pesar de haber mantenido perfil bajo. — Tengo una propuesta para tí, para que esos cazadores te dejen en paz. Pero no sé si quieras escucharme, después de todo soy un demonio... Pero lo que vengo a proponerte es algo que ningún humano te podría dar ni en un millón de años.

— ... ¿Qué puedes ofrecerme para convencerme de estar a tu lado? Aún más: ¿Quién eres? No soy una cazadora, bueno sí, pero no cazo demonios. Me da igual vuestra existencia... Bueno no tanto, después de todo entre demonios y humanos me habéis arrebatado todo siempre. — La voz calmada de la mujer sonaba con cierto veneno, pues no quería tener nada que ver ni con demonios ni con los humanos. Ella solo quería vivir en paz, vivir en el bosque hasta que su hora tuviera que llegar a su fin. Pero se ve que el destino tenía otra idea, una idea que no podría negar.


— Puedo volver a Oka a la vida. — Y con esas palabras, el rey de los demonios se había ganado la ligera curiosidad de la chica.

𝑳𝑨 𝑵𝑶𝑪𝑯𝑬 𝑫𝑬 𝑳𝑨𝑺 𝑬𝑺𝑻𝑹𝑬𝑳𝑳𝑨𝑺 【Kokushibo X Reader】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora