Cap. 5º: "Mi hermanastro"

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Desde muy pequeña me parecía curioso notar que en determinadas ocasiones me embargaba la sensación de que todo a mi alrededor se movía en cámara lenta menos yo, o que a veces, una persona destacaba más que las otras en una multitud. Supongo que creí que ocurriría lo mismo cuando mis ojos enfocaran a mi padre, en cambio, cuando salí y me enfrenté al mar de carteles con nombres y cientos de familiares o amigos esperando a su ser querido, con lo que me encontré, fue con nada.... Simplemente nada.

No hallaba rastro de algún cartón con mi nombre, o de un hombre tratando de llamar mi atención, y eso no fue lo peor, sino darme cuenta de que la sala se estaba quedando vacía poco a poco. Estaba agotada y con cada minuto que pasaba, mi tristeza y preocupación iban en aumento. Se había olvidado de mí.

Sin más, tomé mi maleta y salí por la puerta principal del aeropuerto, donde seguía haciendo frio y la noche se había vuelto más densa, ya que eran las 10 de la noche. Como no había ningún lugar donde poder sentarme, coloqué mi maleta en el suelo, al borde de la banqueta y me senté sobre ella. Sabía la imagen que debía de estar ofreciendo, pero una parte de mí albergaba la posibilidad de que mi padre llegaría de un momento a otro y lo podría interceptar en la entrada.

Saqué el celular de la bolsa trasera de mis jeans, y comprobé lo que ya sabía de antemano. No tenía señal ni internet como para poder llamarle a mi madre o incluso a mi padre. Estaba a punto de volver a entrar al aeropuerto para pedir ayuda a algún oficial, cuando de pronto, el sonido de un estrepitoso motor inundó toda la calle, provocando que me girara en dirección a él. Unos segundos después, un Cadillac CTS-V aparcó justo delante de mí. Sin poder evitarlo miré con algo de asombro semejante auto.

Traté de alcanzar a divisar quién era la persona que lo manejaba, pero los vidrios estaban completamente polarizados y me era imposible ver algo.

Una vez que el motor dejó de ronronear, pude ver como la puerta del conductor se abría, y de el salía un sujeto de cabello negro como el azabache y unas Ray Band del mismo color. Iba vestido con una chaqueta de cuero negra y unos jeans azul marino. A simple vista no podía calcular cuantos años tendría, y menos si tenía lentes de sol puestos, ¿Quién se ponía lentes de sol en la noche?

Me quedé observando a aquél sujeto. El chico estaba contemplando su alrededor, como si estuviera inspeccionando con cautela todo, y antes de que pudiera alejarme de ahí, su mirada se detuvo en mí. Sus Ray Band, reflejaron mi semblante sorprendido, y apresuradamente, desvié la mirada, pero en el tiempo que tardan en bombear 3 latidos de un corazón acelerado, él ya estaba frente a mí.

—¿Kate? —salió la pregunta de sus labios. El sonido de su voz era ronco y aterciopelado, sencillamente una combinación perfecta combinado con su marcado acento— ¿Tú eres Kate?

—¿Disculpa? —pregunté completamente aturdida.

¿Cómo era posible que aquél extraño supiera mi nombre?

—Lo siento mucho —dijo pasando su mano por su cabello, de tal forma que lo despeinó un poco —Estoy buscando a mi... ¿Hermana? —rió con un timbre de sorna.

–¿Cómo dices que se llama tu hermana? —dije después de unos segundos que se me antojaron eternos

—Kate Hastings.

De pronto todo el aire que se había acumulado en mis pulmones me abandonó por completo, y antes de que pudiera decir nada más, aquel chico se quitó los lentes oscuros, dejando al descubierto, unos ojos de un verde esmeralda tan intensos, que al momento de verme atrapada en su mirada, mis piernas comenzaron a flanquear.

—Oye, ¿Te encuentras bien? —dijo acercándose un poco más a mí.

—¿Quién eres tú? —pregunté poniendo distancia entre nosotros una vez más.

Good Girls love Bad BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora