Cap. 38º: "Un Ángel."

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Fueron apenas unos segundos, pero los suficientes como para que todo mi cerebro se desconectara por completo de sus actos. Había creído que no sentiría nada, que sería como rozar unos labios más, como los de cualquier otro, y que me daría el tiempo suficiente para empujarlo y hacerlo entrar de una vez por todas al bendito auto, sin embargo, tal había sido mi sorpresa cuando nuestras bocas se encontraron, que fue como recibir una descarga eléctrica.

Inmediatamente me alejé de él, sin siquiera darle tiempo a que reaccionara al beso.

—Kate... —comenzó a decir, mirándome con los ojos desorbitados.

Me imaginaba que, de haber estado en sus cinco sentidos, en lugar de verme como si fuera un extraterrestre, se hubiera limitado a dedicarme los comentarios más sarcásticos y engreídos que se le hubieran podido venir a la cabeza. Pero igual, de no haber estado en todos sus sentidos, jamás en la vida se me hubiera ocurrido hacer semejante estupidez.

—Entra al auto, por favor —le supliqué con la mirada, al tiempo que me cruzaba del otro lado para abrir la puerta del conductor.

Sin esperar una respuesta me apresuré a entrar al carro y abroché mi cinturón de seguridad. Se notaba que Alexander era mucho más alto que yo, porque tuve que acomodar el asiento y los espejos de mil formas diferentes hasta encontrar una posición cómoda, y poder poner el motor en marcha.

Finalmente, sin decir palabra alguna, Alexander se subió y como pudo se abrochó el cinturón.

—Dios, por favor que no se acuerde de esto mañana —pensé, mientras le dedicaba una mirada de soslayo.

***

Después de dar vueltas por calles desconocidas, decidí que lo más sensato era aparcar el auto y poner el GPS; el problema era que no sabía a dónde dirigirme. Algo me quedaba claro, y era que no podíamos regresar a casa de mi padre, y lo segundo; que tenía que encontrar un lugar para que los dos pudiéramos pasar la noche. Había pensado en marcarle a Ethan, pero no era una buena idea, ya que su padre se pondría en contacto con el mío de inmediato.

De pronto, el sonido de mi móvil me sacó de mi ensimismamiento, y como pude logré sacarlo de mi bolso apresuradamente, ya que se encontraba en el asiento trasero del auto. Antes de contestar miré a Alexander. Estaba completamente dormido recargando la mitad de su rostro en la ventanilla. Solté un sonoro suspiro.

—¿Hola? —dije con voz queda para no despertar a mi acompañante.

—¿Kate? —escuché el inconfundible acento de Thiago del otro lado del teléfono.

—¿Thiago? —contesté confundida— ¿Cómo obtuviste mi número?

—Los papeles de contratación— rió. Podía imaginar a la perfección su tímida sonrisa danzando en sus labios.

Claro, debía imaginarlo.

—¿Está todo bien?

—Oh, sí. —Se apresuró a contestar— Perdón por la hora, sólo quería avisarte que mañana necesito que llegues más temprano al café.

—No te preocupes —dije lanzando una mirada al reloj del tablero, eran las 11:30 de la noche— Puedo llegar a la hora que sea.

—Eres increíble, muchísimas gracias, Kate —me dijo con alivio— Entonces te veo mañana.

—Thiago, espera —me apresuré a decir antes de que pudiera colgar— ¿No tendrás de casualidad un colchón extra en tu casa?

***

Sabía que el favor que le estaba pidiendo era demasiado para alguien al que acababas prácticamente de conocer, sin embargo, para nuestra fortuna, Thiago se había mostrado encantado de recibirme a mí y al pedazo de tonto que llevaba conmigo en su casa. Le había pedido su ubicación, y había conducido por 10 minutos más hasta que llegamos a una zona llena de apartamentos en el centro de la ciudad.

Good Girls love Bad BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora