Todo se movía a cámara lenta, era como estar buceando a miles de kilómetros de profundidad en la oscuridad del océano. La sensación era tan similar, que incluso podía sentir mis oídos zumbando insistentemente y mis pesados pulmones a dos segundos de quedarse sin aire alguno. La sensación era tan abrumadora, que no fui consiente de en qué momento había comenzado a gritar como una verdadera loca. Mi voz sonaba desconocida para mis oídos.
—¡Ya basta! —grité, pero mis palabras no parecían tener efecto alguno sobre ellos —¡Por favor, paren!
No fue hasta que la sangre salpicó en la alfombra blanca del motel barato, que mis ojos se abrieron como platos, y mis músculos parecieron reaccionar. Una voz en mi interior me decía que era estúpido tratar de intervenir en una pelea, pero mi parte irracional me condujo hasta ellos, tratando de ponerme en medio del caos.
—¡Ethan! —mi voz se hizo oír de nuevo, esta vez provocando el efecto deseado.
Fue como apagar un interruptor, de golpe todo se detuvo. Mis ojos empapados en lágrimas se encontraron con los de Ethan, los cuales parecían los de un completo extraño, irreconocibles debido al arrebato de ira.
Bastaron unos segundos para que aquella mirada desorbitada fuera tomando plena conciencia de su alrededor, y poco a poco se separo de Alexander y de mí. Mi mano derecha seguía sujetando el pecho de Alexander, y la izquierda se había quedado en el aire, donde hacía unos segundos sujetaba el pecho de Ethan.
—Ya veo —pronunció Ethan en un apenas audible susurro.
No podía parar de verme, como si apenas reparara en mi presencia, o como si se tratase de un fantasma que se acababa de manifestar ante él. Segundos después seguí la dirección de su mirada, que iba de la cama destendida, a mí, y luego a Alexander.
—Ya veo —volvió a decir, esta vez lo suficientemente alto como para que su voz quedara flotando por unos segundos en el ambiente.
Alexander escupió al suelo más sangre y una risa jocosa comenzó a ascender por su garganta.
—Que bonita forma de saludar, Ethan —dijo con descaro— Y yo que creía que eras el niño bueno del grupo.
Los ojos de Ethan se despegaron de los míos y rastros del enojo pasado volvieron a aparecer en sus pupilas al enfocar a mi acompañante, quien se separó de mí para tomar la ropa del día anterior que se encontraba en el suelo, y comenzar a ponérsela.
—¿Qué haces aquí? —dije de pronto, sorprendiéndome incluso a mí misma.
Ethan me miró dolido por unos segundos, pero al instante se compuso y negó con la cabeza.
—Por favor, vino aquí por ti, ¿no es así Ethan? —pronunció Alexander con aspereza, antes de que Ethan pudiese pronunciar palabra alguna —viniste a salvar a Katherine del hijo de puta de tu mejor amigo.
Me había quedado de piedra en medio del pasillo de la habitación, mi mirada yendo de un chico al otro. La cabeza me daba vueltas.
—No fue difícil encontrarlos —respondió Ethan, haciendo caso omiso de la provocación de Alexander —Una fanática subió un video de ti cantando en un parque.
De pronto el recuerdo de cómo habíamos conseguido el dinero para pagar esta habitación, llegó a mi mente.
—Vaya —rio Alexander sin ganas al tiempo que se colocaba una camisa negra de algodón.
—¿Qué Alexander? —dijo Ethan entre dientes — ¿No te cansas de hacer tus numeritos de cantante estrella? ¡Tenemos un puto concierto en menos de una semana y tú te largas sin explicación alguna a otro estado del puto país!
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Good Girls love Bad Boys
JugendliteraturAsentí con la cabeza, consiente de que tal vez no vería mi gesto, y como una nena pequeña que asustada corre a resguardarse dentro de las cobijas, me adentré en la cama. Podía sentir un cálido y electrizante calor irradiando de Alexander, quien se e...