—Esto es una blusa, no un vestido —dije luchando para que la diminuta tela de lycra bajara hasta mis rodillas.
Jazmín rió con fuerza y se recargó en el lavamanos a un lado del espejo. Nos encontrábamos en los diminutos baños del restaurante, ya que Jazmín había ido a su departamento a traer un par de opciones de vestidos, y había regresado después de que terminara mi turno en la cafetería.
—Nena, tienes que aprender a lucir tu cuerpo ¿De qué te sirve usar vestidos de mojigata? —dijo chasqueando la lengua, al tiempo que se acercaba a mí y ponía mis manos a ambos lados de mi cuerpo para evitar que siguiese intentando estirar la tela.
El vestido era realmente lindo. Era de color rojo vino con un largo escote en la espalda, el cual terminaba en un moño del mismo tono por arriba de las pompas. Lo malo: Apenas si alcanzaba a cubrir la mitad de mis muslos, cosa que me hacía sentir realmente incómoda. Simplemente no sentía que fuese con mi estilo.
—Y ahora los tacones —sonrió Jazmín pasándome una bolsa de cartón, donde en el interior se encontraban unas zapatillas negras con un tacón kilométrico— Sabes andar en tacones, ¿Cierto? —preguntó alzando una ceja.
—¡Claro que sé! —contesté levemente indignada— El hecho de que no los use seguido no me hace una completa inútil en la materia.
Jazmín sonrió satisfecha, pero casi al instante volvió a fruncir el ceño, como lo había estado haciendo la última hora que llevábamos encerradas.
—El maquillaje —dijo prácticamente volando hasta su bolso de mano y vaciándolo en el lavabo.
—Yo lo puedo hacer —objeté tratando de no entrar en pánico.
—Tranquila, no te voy a dejar como payaso de circo —rodó los ojos con impaciencia— Además solo nos quedan 20 minutos.
Haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad, cerré los ojos y dejé que la brocha de maquillaje de Jazmín comenzara a dibujar el contorno de mi rostro. No podía negarlo, esto no era tan malo como estaba esperando, simplemente nunca había tenido la típica mejor amiga que te ayudaba con este tipo de cosas, todo lo que sabía lo había tenido que aprender con tutoriales en YouTube, y a diferencia de la mayoría de las niñas en mi colegio, yo no podía permitirme ir al salón de belleza todos los días.
—Lista —escuché decir a Jazmín después de unos minutos.
Lentamente me giré al espejo que teníamos delante de nosotras y contuve la respiración. No podía negarlo, Jazmin Crowell era una experta. La chica que me devolvió la mirada delante de mí, tenía una pequeña cantidad de sombra negra en los párpados y una delgada línea de delineador contorneaba los mismos, haciendo parecer sus ojos más grandes de lo que realmente eran, un poco de color en las mejillas resaltaba sus pómulos y para finalizar un color de labios del mismo tono del vestido que llevaba puesto.
—Gracias —me giré para sonreírle a mi primera amiga de toda la vida.
* * *
Un par de minutos después, al terminar de despedirme de Thiago y Marina, quienes no paraban de lanzarme cumplidos que me hacían tener aun más color en las mejillas, me encontraba subiendo al Beetle de Jazmín, quien se había ofrecido a llevarme a casa de Ezra.
—No podía permitir que subieras a un autobús vestida así —dijo al tiempo que ponía el motor en marcha.
No pude más que asentir con la cabeza, a mí tampoco me emocionaba la idea de tratar de subir las escaleras del autobús con la diminuta cantidad de tela que cubría mi cuerpo.
Cuando menos lo noté, nos encontrábamos delante de la casa, donde Ezra y Regina, quienes parecía que iba a un concurso de modelaje en lugar de a una cena, se encontraban bajando las anchas escaleras de mármol, pero no había señal de Alexander por ningún lado.
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Good Girls love Bad Boys
Teen FictionAsentí con la cabeza, consiente de que tal vez no vería mi gesto, y como una nena pequeña que asustada corre a resguardarse dentro de las cobijas, me adentré en la cama. Podía sentir un cálido y electrizante calor irradiando de Alexander, quien se e...