Estaba con la cabeza recostada en la cabecera del asiento del copiloto, tenía los ojos cerrados mientras el sol se encargaba de sonrojar mis mejillas y el fresco viento de alborotar mis cabellos rojos por cualquier dirección. A mi lado, Alexander conducía con una mano en el volante, y la otra sujetando mi rodilla izquierda, y el hecho de estar así tan íntimamente con él, me hacía sentir de una forma que jamás había sido capaz de experimentar.
Finalmente, entreabrí los ojos. Nos encontrábamos surcando la carretera que horas atrás nos había conducido hasta el funeral del señor Wayland. El hecho de recordarlo me borró la sonrisa del rostro y me hizo sentir una pesadez igual de grande como al momento de arrojar las rosas en su tumba.
—¿Todo en orden? —la voz aterciopelada de Alexander me trajo de vuelta al presente.
—Nunca antes había ido a un funeral —dije sin dejar de mirar por la ventana.
Alexander calló por unos instantes, lo cual provocó que mi mirada se posara en él. Su mandíbula se tensó por unos momentos, pero inmediatamente después sus ojos esmeraldas me dirigieron una mirada condescendiente.
—Eres afortunada, Kate —fue todo lo que dijo.
Asentí lentamente.
Honestamente no sabía cómo debía de comportarme con él, quiero decir, su padre acababa de fallecer, y por muy disfuncional que hubiese sido su relación, no dejaba de ser su padre.
—¿Me prestas tu móvil para poner algo de música? —dije para desviar la conversación.
—Claro.
Alexander me pasó su móvil e inmediatamente me dirigí a Spotify donde me sorprendió ver que había una playlist titulada "This is Velvet Poison".
—Supongo que no te molestará escucharte a ti mismo —dije enarcando una ceja.
Alexander rio por lo bajo y negó con la cabeza.
—Hay cosas mejores que nuestra música, gatita. Te lo aseguro.
—¿Por qué si te esforzaste en formar esa banda, ahora la odias tanto? —me aventuré a preguntar.
—Porque no soy el mismo —dijo encogiéndose de hombros sin más.
Lo miré con atención, al parecer Alexander Wayland seguía siendo un misterio sin resolver.
—A mí me gusta —inmediatamente nuestras miradas se encontraron— No sé como era el Alexander de antes, pero éste me gusta.
El rostro de Alexander era todo un poema, sin poder evitarlo le guiñé un ojo y decidí dirigir mi atención de nuevo a la ventana. Honestamente aún no me acostumbraba al hecho de que él y yo tuviéramos algo.
Me encontraba pensando justamente en las cosas que habían cambiado en tan poco tiempo, cuando de pronto el celular de Alexander emitió una vibración casi imperceptible, que él mismo no pareció si quiera notar debido al volumen de la música, o por el hecho de que su móvil se encontraba entre mis piernas.
Una vibración más. Cuando tomé el celular entre mis manos, ya había cuatro mensajes de un número desconocido, sin embargo, los mensajes en la pantalla eran más claros que el agua:
<<Alexander, no puedes seguir ignorándome>>
<<Necesito saber si te voy a ver>>
<<Por favor, es urgente. Lo prometiste>>
<<Te quiero>>
Sin apenas notarlo, el aire entero había abandonado mis pulmones. Un vacío enorme se había comenzado a formar en mi estómago y como cada maldita vez que me sentía nerviosa, mis manos comenzaron a sudar.
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Good Girls love Bad Boys
Novela JuvenilAsentí con la cabeza, consiente de que tal vez no vería mi gesto, y como una nena pequeña que asustada corre a resguardarse dentro de las cobijas, me adentré en la cama. Podía sentir un cálido y electrizante calor irradiando de Alexander, quien se e...