Extra #4

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Rikako estaba ligeramente arrepentida, ahora, en el vestidor de las animadoras.

(¿Ligeramente?)

¿Cómo terminó aceptando ser novia de Hiromu Sakurada?

La respuesta era simple: apariencias.

Él era un buen jugador de fútbol, lo había demostrado hace dos semanas al entrar al equipo. También era popular, todas querían salir con el (eh, no gracias)

Además, Rikako era una animadora, era casi por un equilibrio social colocarse de novia con el. Era lo normal, lo correcto. Pero se negaba a aceptar la razón más probable, quiso salir con él para sentirse bien consigo misma, que era como cualquier otra chica linda y popular.

Que no era aquella Aida Rikako que le incomodaba, esa extraña chica con mariposas en el estómago y tontos pensamientos sobre Kobayashi Aika. Esa Rikako era anormal, no tenía sentido, nunca pensaba con claridad alrededor de la pelinegra y sentía extraños impulsos de agarrarla de la mano y entrelazar sus dedos, al verla en el pasillo.

(Me puse soft)

La castaña prefería a la otra Rikako, la normal, con preocupaciones tales como si recibiría un vestido para Navidad o si los chicos la invitarían a salir, la cual era ella misma hace un año atrás, antes de conocer a aquella chica gótica del demonio. Hiromu era lo único que la mantenía cuerda, o la hacía sentirse así, que le gustaban los chicos.

(Que te guste un chico no es de rockstars)

Rikako se repetía así misma que lo que sentía por Aika, si es que se podía definir como un sentimiento, era extraño e incorrecto y sobre todo seguramente un encaprichamiento juvenil.

Nada más. Rikako estaba segura, creía, de que era heterosexual. Claro. Aida Rikako aseguraba ser completamente heterosexual. (Que buen chiste ¿me cuentas otro?)

¿Lo que le sucedía? Posiblemente un lapsus....una incoherencia en su crecimiento adolescente. (Ajá, repitelo hasta que te lo creas)

Respiró profundo, se sentía más segura al anotar sus inseguridades en su diario. Y desde que Aika apareció en su vida, vaya que había escrito.... varias páginas en él. (En conclusión: Querido diario estoy muy enculada con la rarita de ojitos cómo la galaxia)

-¡Por supuesto, chicas!-escuchó la voz de la amiga de la pelinegra, aquella que le caí tan mal, Anju.

Frunció el ceño, aún sin verla, irritándole su voz, aunque no encontraba una razón exacta por la cual detestaba a la castaña. La chica entró a los vestidores, despidiéndose de unas amigas suyas antes de ir a su casillero. Hace pocas semanas que eran nuevas en el equipo, pero llevaban una pequeña rivalidad, quien hacía mejores giros o quien dirigía los entrenamientos.

Rikako casi siempre ganaba, debería de sentirse victoriosa al ver la mirada resentida que le daba la chica durante aquellos momentos. Pero cualquier felicidad desaparecía al recordar que Anju era amiga de Aika, tenía derecho a sus sonrisas, a abrazarle, a pertenecer a la vida de la pelinegra.

Rikako sentía envidia, y se enojaba muchísimo con ella misma por aquellos pensamientos absurdos. Por ello detestaba a esta versión de Aida Rikako, la verdadera no sentiría celos por semejante tontería. La castaña sonrió con sorna, mientras terminaba de hacerse una cola de caballo.

-¿Lista para comer el polvo hoy, castañita?-cerró la puerta de su casillero, colocando las manos en su cadera con intención de intimidar.

Anju sonrió, pero con diversión, hizo lo mismo que la otra chica, ladeando la cabeza.

-Esa serás tú, plástico-le rectificó antes de darle un guiño y comenzar a caminar a la salida. - No llores cuando me toque dirigir el entrenamiento, Aida.

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