Capítulo 28

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Aikyan se encontraba tranquilamente sentada en el sofá, era cómodo, mientras esperaba a Rikako.

Después de un rato sintió que alguien la vigilaba y cuando fue a confirmar, cerca del marco de la sala, había asomada una pequeña cabecita castaña, observándola.

Parecía querer acercarse y la miraba con los ojos brillante y repletos de curiosidad, Aikyan quería hablar con ella. Era muy linda como para no hacerlo.

- Hola Kussun, yo soy Aika una... Mmm, compañera de tu hermana.- Dijo un poco insegura, acercándose a la niña, ella no se movía.

- Me llamo Aina, no Kussun.- Dijo con la vocecita altanera de su hermana, Aikyan hizo una mueca y una sonrisa apareció en el rostro de la niña.- Te ves graciosa.

- ¿Crees que soy graciosa, Kussun?.- Dijo avanzando paso a paso y la niña sonrió, asintiendo.- ¿Te puedo decir así?

- Si, me gusta. Me hace sentir bonita.- Respondió aún con una sonrisa, al ver la manera en que caminaba la pelinegra. 

- Tu eres bonita, Kussun.- Aseguró la chica y los ojos de Aina parecieron iluminarse.

- ¿Si?.- Preguntó emocionada y comenzó a acercarse también, llevaba a rastras su osito gris en una mano.

-Si, lo eres y... ¡ahhh!.- Pegó un chillido cuando tropezó con la alfombra y cayó de espalda, dándose un golpe en la cabeza.- Ay.

Aina comenzó a reír mientras la pelinegra se sentaba, la niña fue hasta las piernas de Aikyan y se sentó en su regazo, mirándola con una mezcla de curiosidad y emoción.

- ¿Te estás riendo de mí, Kussun?.- Preguntó Aikyan con diversión mientras observaba el rostro feliz de la niña.

- Si, eres muy tonta.- Dijo riendo con la lengua entre los dientes y Aikyan casi se desmaya de la ternura, era la misma expresión que hacía Rikako.

La niña colocó sus dos manitas en cada mejilla de Aikyan, acercándose.- Tus ojos son un poquito negros, pero también muuuuy oscuros, parecen ojos como la galaxia.

(traté de buscar algo lógico y esto fue lo que salió ay)

Aikyan sólo pudo reír mientras la pequeña castaña la veía con intensidad, sus ojos eran muy hermosos también, pero no tanto como los de Rikako.

- ¿Te gustan?.- Preguntó y la niña asintió enérgicamente, aun sin soltarle el rostro.

- A Riko también le gustan, siempre habla sobre unos ojos oscuros que la vuelven loquitaaaa.- Dijo canturreando y Aikyan se ruborizó, Aina comenzó a reírse emocionada mientras aplaudía.- Y eso hace cada vez que papá le dice tu nombre.- Dijo refiriéndose al color rojo en las mejillas de la pelinegra. 

- ¿Papá? ¿Tu papá me conoce?.- Preguntó incrédula, con el corazón en la garganta.

- Nop, pero algún día quiere hacerlo. Pero, yo te conocí primero ¿verdad?.- Preguntó y la pelinegra asintió, logrando que la niña sonriera más.- Este es mi osito, se llama Chip.- Dijo levantando al osito gris, se había sentado aún más entre las piernas de Aikyan y parecía cómoda, mientras alzaba al peluche. 

- Es muy lindo, parece de verdad.- Dijo sintiéndose tonta, pero era lo primero que había pensado.

- ¡Yo también dije lo mismo!.- Exclamó la niña, volteando a ver a la chica con adoración en esos ojos marrones ¡Al fin alguien que la entendía!.- Vamos ver que hace Pile, está haciendo mi comida favorita.

Se levantó y tomó a Aikyan de la mano, en la otra llevaba a Chip, obligándola a pararse y guiándola hasta la cocina.

Aikyan sentía miedo de que Rikako le fuera a retar, pero los ojos marrones de la pequeña castaña la derretían por dentro, estaba dispuesta a soportar las consecuencias.

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