Extra #7

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-¿Llevas dinero para el almuerzo?-preguntó Saori, por quinta vez.

Rikako rodó los ojos, divertida por la preocupación de su madre.

-Si, mamá. Descuida, tengo prisa, voy tarde-recordó al ver la hora en su móvil.

Faltaban veinte minutos para entrar a clases, si quería llegar a tiempo y llevar a Arisa, todo a la vez. Era mejor apurarse.

-¿Riko?-preguntó la pequeña Aina, desayunaba junto a su padre mientras sonreía a su hermana -. ¿Cuándo viene Nuggets? Lleva mucho tiempo sin jugar conmigo-hizo puchero.

Rikako frunció los labios, divertida, colgándose la cartera del hombro y comiendo una galleta del tarro sobre el refrigerador. Ella comía las veinticuatro horas del día, no se cansaba.

(es tan yo, solo que si engordo por dentro¿)

-La has visto hace dos días, cuando llegó de sorpresa con Ari-apuntó, sonriendo aún por el agradable recuerdo de aquella tarde.

Ver a Aika con su hermana menor era de sus actividades favoritas, le parecían súper tiernas. Incluso, el fondo de pantalla de su móvil era una foto de Aika y Aina posando, la ojiverde hacia una mueca graciosa mientras la niña le daba un beso en la mejilla. Si en algún momento del día sentía la necesidad de ver a sus dos personas preferidas, solo bastaba con desbloquear el aparato y allí estaban ¡Era perfecto!

-Eh, no. Ya van... Mmm-la niña dejó de comer para contar con los dedos, como le enseñaron en la escuela-. Van ochenta y dos horas, desde que no veo a Nuggets-las matemáticas no eran su fuerte.

-Son cuarenta y ocho horas, enana-la corrigió.

-Como sea-la niña rodó los ojos, Rikako le daba la razón a su pelinegra, a veces Aina se parecía tanto a ella que daba miedo -. El punto, es que no la veo hace muchísimas horas, seguro ella me extraña-dijo completamente segura.

¿Lo peor de todo? Rikako sabía que su hermana tenía razón, Aika vivía preguntando por la pequeña niña y jugando con ella, cada vez que podía.

-Bah, no creo-bromeó, le mostró la lengua a una Aina con el ceño fruncido-. Me extraña más a mí-aseguró.

-¡Mentira! Tú eres fea, yo soy linda, claro que me extraña más a mí-movió la mano, como si Rikako fuera inferior. (uhh, ¡Pelea!, ¡Pelea!)

Saori observaba a sus dos hijas, sonriendo, mientras colocaba más sándwiches en el plato de su esposo. Se dieron una mirada dulce, al parecer hoy alguien no dormiría en el sofá.

-¿Fea?¿Yo?-Rikako colocó una mano en su pecho, riendo con gracia-. Soy increíble, tus celos me dan ternura-apretó las mejillas de su hermanita, esta se revolvió lejos de sus manos.

-¡No estoy celosa!-comprobado científicamente, estas dos son hermanas y nadie puede negarlo.

-Por favor, todos piensan así-estaba bromeando, su hermanita indignada era un acto digno de ver. Fue por la cocina, hablándole, mágicamente una manzana estaba en sus manos y le daba un mordisco-. Hasta Aika, ella piensa que soy hermosa-sonrío como tonta, recordando que la pelinegra se encargaba de remarcarle lo perfecta que era, cada vez que tenía oportunidad.

(¿Cómo te explico que hasta con una mascara de caballo, eres perfecta para ella?)

Kiyoshi quiso hacer un comentario de padre celoso, bastó una mirada fulminante de Saori, para hacerlo callar. Suficientes experiencias traumáticas con una Aida enojada, para el resto del año. 

-¿Nuggets?-la niña achicó los ojos, confundida, Rikako cubrió su boca para no reír.

¡Por dios, esa reacción fue tan Kobayashi Aika! Al parecer la pequeña niña era una combinación de ambas, como si fuera su propia hija, el corazón de Rikako se hinchó de felicidad ante la idea.

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