𝙍𝙚𝙡𝙖𝙩𝙤𝙨 [𝙊𝘽𝙆𝙆/𝙆𝙆𝙊𝘽] ✔

22. Tobi [Semi-AU]

OBKK/KKOB.

—¡Tobi dice...!

—No otra vez, Obito...

Se queja el peliplata antes de que alguien pudiera detenerlo. Se frota las sienes, agotado.

Tampoco lo podían culpar, por más que al principio le hubiese resultado un buen distractor, sabía que en algún momento se iba a cansar de escuchar la misma voz chillona revoloteando a su alrededor.

Y lo mejor para cortar esa irritante actuación de raíz, era revelando su identidad.

Ya no le importaba revelar más aspectos del futuro, sólo quería un minuto de paz mental. Tan sólo un minuto.

Hubo un momento de silencio.

—¿Obito...?

—¿¡Yo!?

Dos jóvenes figuras estupefactas frente a los adultos tenían los ojos abiertos a tope.

Aunque no sabían por qué se sorprendían, un Kakashi mayor estuvo junto a ellos la pasada hora en el campo de entrenamiento, por lo que esto no debería ser tan shockeante... Pero es que, ¿de dónde ha salido tal personaje?

Cabe decir que esa máscara naranja en espiral, de alguna manera les parecía perturbador.

El peliplata menor se recompone , y cruzándose de brazos, sentencia: —Eres patético de grande, Obito. No me sorprende.

"Adiós, minuto de paz". Es lo que piensa, con pesar, el mayor de los Hatake. Con sus ojos entrecerrados, sigue el arrebatador movimiento del joven Uchiha hacia su yo puberto.

Por el rabillo del ojo, con curiosidad, se da cuenta el cómo su compañero de viaje por el tiempo se acerca a él.

Lo encara.

—Niños, niños... —con su voz normal pero sin cambiar aquél tono juguetón, y sin máscaras de por medio, Obito llama la atención de aquél par en pleno empujones. Ambos dirigen sus miradas al mayor, el cual no despegaba la vista de la propia máscara del peligris frente suyo— Deberían resolver sus problemas de otra manera, ¿no crees, Kakashi? —guiña un ojo, coqueto, al aludido. Y Kakashi, sospecha.

Y sí que era para sospechar, porque antes de poder replicarle, tenía el rostro de su acompañante a milímetros del suyo propio, su máscara bajada, sus labios ocupados por otros y, a dos preadolescentes tan pálidos como la nieve.

En segundos le estaría dando la golpiza de su vida a ese hombre, eso se juró antes de seguir aquél beso, sin importarle que el Hatake menor haya dirigido un puñetazo al, aún perdido, Obito más jóven.