Escaleras

485 83 302
                                    

Anne.

—¿Estás segura de que esto realmente funciona? —preguntó por quinta vez mi compañero de vida, rompiendo la postura para mirarme.

Abrí uno de mis ojos, viendo su bello rostro esculpido por la mismísima madre tierra al revés. —Ssssh, vuelve a la postura.

—Pero nisiquira soy yo la persona embaraz...

Le regalé una mirada asesina, poniendo mis manos lo más abajo que podía al tener ese estomago enorme en el que Agnes descansaba y que me impedía siquiera ver mis pies.  —Sí yo tengo que parir, sufrir y cargar con un bulto gigante en mi estómago, tú harás yoga. Dicen que el padre le trasmite energía al bebé.

John también rompió la postura y me miró con su carita pequeña llena de cansancio. —¿Entonces por qué yo tengo que hacerlo? ¿Vendrá a robarme mis juguetes y yo tengo que estar de cabeza por...?

Traté de recuperar mi serenidad. —Sssh.

—Tengo miles de estudios científicos que podria contrarrestar esa información  —trató de contraargumentar Gilbert pero al recibir otra mirada severa de mi parte, posó sus ojos en John, teniendo una conversación mental padre-hijo.

No sé en qué se basó, pero terminaron asintiendo los dos con obediencia; mi hijo haciendo la posición perfectamente, y mi compañero de vida poniendo sus manos en los muslos en lugar de los pies. El yoga definitivamente no era lo suyo, a pesar de los meses en el que lo había obligado a hacerlo.

Traté de volver a mi lugar feliz, sintiendo el estiramiento placentero en mis extremidades, mi respiración pausada y el sonido de la respiración agitada de Gilbert a mi lado, como si estuviera levantando pesas y no sólo un poco de cabeza.

Mis Mini Anne's se situaron en los amaneceres que vi durante un mes en mis viajes a África para convivir con pueblo zulú hace dos años, en los aromas de las calles de Europa, los paisajes de Waiheke....y justo cuando iba a repasar el primer día de John en la escuela algo anduvo mal.

Muy mal.

Porque todas se estremecieron de dolor en mi cabeza. Creo que yo también, pero fui incapaz de abrir mis ojos para cerciorarme.

Una mano se posó en mi brazo con rápidez.  —Anne, ¿est...?

Le enterré mis uñas en el hombro cuando sentí que el líquido caía por mis piernas, abriendo mucho los ojos. —Viene.

–¿A qué te refieres? —preguntó el muy idiota.

Perdón, el dolor me hizo violenta.

—¿A qué crees que...? —traté de hablar pero otra contracción hizo que mi respiración se acelerara—. ¿A qué crees que me refiero? ¿A una pizza? ¡El maldito bebé viene!

John soltó una exclamación de sorpresa. —Mami maldijo. ¿Por qué mamá mal...?

—Mami va a parir un ser humano, así que tengo el derecho de... —un sonido de dolor salió de mi boca cuando la punzada más dolorosa de toda mi vida se situó en mi cuerpo—. Gilbert, debo ir a...

Asintió con efusividad posando una mano en mi espalda baja para servirme de apoyo y comenzar a caminar hacía el infierno, —o algo como eso fue lo sentí dentro de mí, porque con John no había sentido ni la mitad de dolor—.

—¿Qué...? —abrí mis ojos cuando nos detuvimos de pronto, encontrándome de frente con al menos diez escalones—. Oh, no. No hay forma de que yo suba esa escalera, Gilbert Blythe...no voy a...Ahggg. Agnes por el amor de todo lo lindo y terrenal, ¿por qué quieres mat...? No, me quedaré aquí a tenerla.

Blythe me miró con los ojos llenos de pánico.

El ser humano más calmado del universo me miró sin un ápice de tranquilidad.

Entonces yo me alteré más.

Si eso era siquiera posible.

Pero sólo por unos momentos, porque entonces me agarró el rostro con su mano libre y me obligó a posar mi atención en sus ojos. —Sí vas a poder. Eres Anne Shirley—Cuthbert Blythe. Pudiste con todo, esto sólo es un trámite, ¿me escuchas? ¡Puedes con esto!

Otra contracción y lo agarré de sus rizos con fuerza, como si fuera un brocoli en una feria, bajando su cabeza a la altura de mi hombro. —No, no puedo.

Nisiquiera expresó dolor al retirar mi mano de su cabello con cuidado. —Sí puedes, vamos. ¡Eres Anne!

—¿Por qué hablan como si estuviera apunto se jugar un partido de fútbol..? —preguntó John.

Y yo quise volver a meterlo a mi estómago y abortarlo a los ocho años.

Pareció notar mi enfado porque se calló al instante y me miró con la mejor cara de niño bueno, levantando sus brazos con emoción.  —Digo...¡vamos mamá! ¡Mete el gol! O sácalo, porque ya está en...eh, me voy.

—No hay forma en que yo pueda subir esas....esas escaleras horribles... —expresé con la voz entrecortada, ignorando a mi hijo—. ¿Por qué tuviste la idea de poner el gimnasio abaj...? Aaaahhhg, ¡como duele esto!

Su desplante cambió por completo luego de intentar pensar en alguna solución por unos segundos, alternando su mirada entre la madera de las escaleras y mi rostro al menos siete veces antes de que yo cerrara mis ojos con fuerza.

—Tienes razón, no puedes.

Eso me hizo abrirlos y olvidar por completo el dolor, a Agnes y todo a mi alrededor. —¿Qué?

—Que tienes razón, yo pensé que podías pero parece que no...el tiempo y tanto dinero te ha hecho blanda, creo que tendremos que pedir ayuda. —expresó y yo le enterré con más fuerza mis uñas, esta vez no por el dolor—. Ya no eres la Anne que...

Posé mi mano en todo su rostro, luego arremangué las mangas de mi camisa colorida y suelta, apartándome de su agarre para apoyarme en el barandal y prepararme a subir. —Ya vas a ver como voy a subir esta cosa en dos segundos, como la mejor subidora embarazada de...de escaleras del mundo.

Me demoré más de dos segundos, pero, —luego de alaridos de dolor y maldiciones que seguramente John nunca había oído en su vida— terminé llegando al piso de arriba, luego a el auto y después al hospital de mi compañero de vida, del que me quería divorciar con todas mis fuerzas en ese instante, aunque no nos hubiéramos casado nunca.

—Jefe, ¿qué..?

Sostuve a uno de sus internos por el uniforme, como si fuera una mafiosa. —Si no me sacas a esta cría en menos de dos minutos juro por las hermanas Brönte que la daré en adopción, no importa que yo sea una huérfana.

Holaaahola, ¿me extrañaron? Yo a ustedes sí, muchísimooo 🥺, pero entraré a la universidad y ya saben, tiempo es algo que ya no tengo.

Aquí sus buenos deseos para que no deje la carrera el primer año.

Aquí sus ideas para nuevos One Shots.

Aquí los besitos y linda energía que les envío desde aquí. ♡

Nos vemos. XX

—Dani.

Anne Of The Present: One Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora