Maldita mierda

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Venus.

—Voy a partirle el culo en dos.

Tomé mi sudadera roja con rapidez de la silla, ensimismada en tener frente a mí a Parker para poder asesinarlo por causar que Aline estuviera hace una hora encerrada en el baño sin dar señales de vida.

Y lo hubiera hecho, si no fuera porque el maldito Gardner se interpuso antes que pudiera siquiera tocar la manilla.

—No. —expresó con su voz carente de emociones.

—Roy te juro que si no sacas tu humanidad ahora mismo de al frente de la puerta....

—Me partiras el culo en dos. —exclamó en voz alta justamente lo que yo estaba pensando.

—En cinco. —cambié mis palabras solo para no darle la razón.

—¿Crees que yo no estoy igual de enfadado que tú? —me preguntó dando un paso a un lado para interponerse otra vez en mi maldito camino—. Lo estoy, es mi hermana, y sé que sí haces lo que tienes pensado, dejará de hablarte por quién sabe cuánto tiempo, ¿quieres que deje de hablarte?

No quería.

Negué con la cabeza como niña regañada cuando supe que tenía razón, a Lys no le gustaba que se metieran en sus asuntos. —Estoy furiosa.

—Yo también. —exclamó desde el umbral de la puerta del baño una voz que yo conocía a la perfección—. ¿Queda vodka?

Con Roy nos volteamos como si fuera un maldito alien con seis cabezas hablándonos sobre las respuestas del universo.

—Lys. —susurré, incapaz de hablar más fuerte por miedo a romperla.

Cosa que era bastante imbécil teniendo en consideración que las personas como ella no eran de cristal, si no que todo lo contrario. Pareció notar mi preocupación y me ignoró por completo, dirigiendo sus ojos a su mellizo, quise hundir mi cabeza en el retrete por seguir comportándome como una niña.

—¿Queda vodka? —repitió.

Roy sonrió a labios cerrados con algo parecido al orgullo. —Un poco más de la mitad.

—¿Nos emborrachamos o qué? —soltó la rubia con una frialdad nada propia de ella—. Necesito terapia de grupo.

Me encantaba emborracharme con los Gardner, lo habíamos hecho muchas más veces de las que debíamos y desde una edad para nada legal.

Y siempre terminábamos en la misma posición, todos desparramados en sus sofás o en el suelo hablando sobre ideas estrafalarias que nunca podríamos llegar a pensar sobrios y que en el transcurso de los años se fueron transformando en pensamientos mucho más maduros.

Porque nosotros fuimos transformándonos, vivimos cosas horribles, perdimos personas importantes y encontramos cierto refugio en nosotros. En ese entonces éramos cinco, esa noche solo tres, pero se sentía como si el lugar estuviera lleno, como si la salida de Parker y Audrey no hubiera sido una salida realmente, porque no habíamos perdido nada.

O quizás yo lo sentía así porque mi atención siempre estaba puesta en Aline.

No sé en qué punto de la historia comencé a sospechar de que tal vez me gustaba un poco. Traté con todas mis fuerzas de mentirme a mí misma y decirme que no era así, porque era improbable que a mí me gustara esa muchacha llena de energía que se enamoraba de todo el mundo y siempre estaba de cabeza.

Y me mentí, besé a miles de chicos, encontré consuelo en miles de brazos distintos, hasta que empecé a darme cuenta de que me hundía en una situación que se estaba escapando de mi control, porque cuando estaba sobria podía aparentar, podía negarlo, podía autoconvencerme de que no era así, costaba bastante y, a pesar de ello, lo lograba.

Anne Of The Present: One Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora