Mimosas

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Gilbert.

Soltó una carcajada, dejando caer su cabello brillante hacia atrás. —No puedo creerlo.

Sonreí. —Fue solo una vez.

Estábamos en la cafetería favorita de Winifred, la de las Martínez. Eran dos chicas nuevas en el pueblo y toda la extensión de su local tenía temática de Gossip Girl; de hecho, el rostro de “Blair Waldorf” seguida de una de sus frases icónicas, estaba al centro del local, casi como si fuera un culto.

Aquí está mi consejo. Ten un poco de fe, y si eso no funciona, toma muchas mimosas”. Leí por segunda vez, pensando en lo gracioso que era el hecho de que, con ningún problema, esas palabras habrían podido ser dichas por Vee, —a quién habíamos ido a visitar solo hace algunos minutos. 

—Aunque hubieran sido cinco, es lo bizarro del hecho de que fueras incapaz de rellenar cupcakes para el cumpleaños de Delphine. —volvió a reír, pero está vez su mano se posó en mi pecho—. ¡No es una ciencia, Gilbert! Es poner crema, yo lo hacía cuando tenía seis.

—Cocinar no es lo mío, no todos podemos ser igual de perfectos que Winifred Rose.

—Estoy totalmente en desacuerdo, creo que literalmente no conozco a alguien tan insoportablemente bueno como tú. —respondió, me puse tenso al sentir su mano bajando por mi pecho, a pesar de tener puesta la ropa; ella pareció no notarlo en absoluto—. Creo en que, seriamente, tienes un problema de empatía y buenos deseos. Eres una especie de Harry Styles, pero sin tatuajes.

Negué, riendo. —Que Ruby no te escuche comparándome con Harry Styles, o vas a tener problemas.

Sonrió. —No me retractaré al respecto, eres tan…

Mis ojos ahora estaban puestos en la mimosa frente a mí, era día de Vee así que el que fueran las tres de la tarde no era excusa para beber alcohol.

Por eso no pude notar, al instante, qué había hecho que dejara de hablar. —¿Tan...?

Tampoco pude terminar la oración, tener a Winifred Rose mirando fijamente mis labios hizo que me detuviera en seco.

—Tan… —susurró, más para mí que para ella—. Demonios, Gilbert Blythe, ¿debo ser más obvia?

Levanté una ceja, confundido. —No entiendo a qué…

Negó con la cabeza, acercándose más a mí. —Claro que no entiendes, siempre estás confundido. Estoy coqueteando contigo.

Fruncí el entrecejo, ¿ella qué? —¿Qué? ¿Desde…? ¿Desde cúando?

—Estás de broma, ¿no?

No estaba de broma; claro, había dicho que mis manos eran grandes y las había medido con las suyas, siempre que se reía ponía una mano sobre mi pecho y una vez…

Oh, al parecer sí estaba coqueteando.

—No estás de broma, no puedo creer que…

No la dejé terminar.

Puse una mano en su nuca y corté la distancia entre nosotros, haciendo que esas palabras se quedaran en su boca. Boca que ahora estaba muy ocupada, besándome a mí con total profundidad, y práctica.

Y sí, Winifred definitivamente era buena en absolutamente todo lo que hacía.

Cuando se apartó para tomar aire, sentí la necesidad de pedirle que volviera a hacerlo otra vez. —Woah.

Asintió, sus mejillas sonrojadas. —No creo que sea una buena decisión seguir aquí.

Recorrí con mis ojos el lugar, aunque no había casi gente, claramente no era buena decisión andar besándonos por ahí. —Tienes razón.

Anne Of The Present: One Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora