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Un verano sin secretos, 2019

El día de la visita llegó. Antes de que arribará el nieto de Violet: Orange y yo nos fuimos a acampar.

Aún puedo sentir la cálida brisa acariciarme el rostro, el canto de las aves, el sonido de nuestras pisadas sincronizadas y las confesiones.

—Tenemos la carpa, —Orange fue señalando los objetos a medida que los enumeraba— el bosque, comida campestre y lo más importante la fogata para espantar los monstruos y los fantasmas. —Lentamente se fue borrando el atardecer.

—¿Monstruos? ¿Estás bromeando?

—Como voy a bromear con algo tan serio, Blue. No quisiera que algún fantasma nos atacara. Y antes de que lo pregunte, sí, por supuesto que lo digo en serio, muy seriamente te lo digo.

Hablamos un largo rato sobre leyendas que Orange fervientemente creía, pero yo no.

—¿No tienes ni una mínima duda de que sean ciertas? ¿Ninguna, ninguna leyenda? ¿No? ¿Los gigantes? —Fui negando a cada una de sus preguntas hasta que formuló una en especial—: ¿Ni cuando eras un niño creías en los monstruos?

Para esa época, había transcurrido un año que desde que nos conocimos y no era de extrañar que yo no hubiese dicho nada de lo que había sido mi infancia y parte de mi adolescencia, él sólo sabía que no era una historia agradable.

Así que, suspire con pesar abrazándome más a mis piernas y mirando el crepitar del fuego busque las palabras justas para hablar sin romperme en mil pedazos.

—Entiendo —susurró estirando las piernas—. No había monstruos invisibles.

—Sí hubo monstruos invisibles, pero no de los que se esconden bajo la cama, sino en la mente.

»También, hubo otra clase de criaturas monstruosas: la cotidiana, la que aparecía sobre mi cama y la pasajera, la que por dinero me arrastraba a una. No creo en los monstruos sino en que las personas pueden serlo.

—¿Quién fue qué...? —preguntó aproximándose a mí, levante un poco la mirada y pude vislumbrar una lágrima caer por su mejilla.

—Mi padre.

—¿Él esta en la cárcel? —Con cada palabra su voz se fue desquebrajando.

—No, cuando hice la denuncia él ya había huido hacía mucho tiempo.

—No es justo. —El labio le temblaba.

—No, pero en gran parte me alivió, para mí significaba que él tenía miedo de que rompiera el silencio en el que me habían sumido sus amenazas y por una vez no se equivocó. —Me gire para estar enfrentados, cuando cruce su mirada Orange fue quien rompió a llorar y me abrazó.

—Es horrible lo que te pasó, Blue. —Me hubiera gustado decirle algo para tranquilizarlo, pero ni siquiera lograba acallar el escalofrío cada vez que alguien me abrazaba, entonces me soltó—. Lo siento, no quería...

—No, está bien, sólo me sorprendió —Le seque las lágrimas y esa vez yo lo abracé.

—Blue, eres una persona increíble. 

Era lo que más me gustaba de Orange no tenía miedo de mostrarme lo que sentía, aunque en el proceso dejara ver su propia fragilidad.

Blue

366 días ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora