empujar/jalonear

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Miró hacía abajo y tomo aire, tal vez finalmente terminó de caer en la locura; vivía junto a Huevay en el tercer piso de un edificio de cinco por lo que se encontraba justo a la mitad

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Miró hacía abajo y tomo aire, tal vez finalmente terminó de caer en la locura; vivía junto a Huevay en el tercer piso de un edificio de cinco por lo que se encontraba justo a la mitad. Con todas las fuerzas que le quedaban arrastró su plan para el escape.

Era una soga, en resumen, pero estaba hecha de sabanas, cobijas, trapos, toallas, ropa y cortinas. Todo lo midió antes y se aseguró de solo usar aquellos que pudieran soportar su peso, lo unió todo y después uno de los extremos lo amarró a los muebles, acercandolos todos a la ventana y así creando una ancla.

Finalmente lanzó la pesada soga por la ventana y esta se estiró, llegando poco más abajo del segundo piso.

Una vocesilla en su cabeza le recordó como aquella misma tarde se dijo a sí mismo que faltaba material. Se llevó una mano a la herida que Huevay le había hecho con anterioridad, la que tenia en la mano y era la más reciente de todas.

Asomó la cabeza por la ventana, sumergiendose en la oscura noche; hacía un helado viento que le movió el cabello lejos de los ojos.

Pensó en michas cosas en un solo minuto; en rendirse, en usar la soga de protesta y pedir ayuda, en buscar buscar más material rápidamente, en arriesgarse y entrar al dormitorio por las llaves y salir por la puerta.

Pero entonces el cerrojo de la habitación donde dormia Huevay empezó a moverse a sus espaldas.

Para cuando el moreno salió completamente del dormitorio, listo para su morbosa diversión nocturna, Confi ya no estaba en la casa.

Sentia sus palmas arder debido a la fuerza con la que apretaba la soga, semana sin exigirles a sus manos nada más que sostener una pluma y ahora les pedia que sostuvieran su peso entero y que por nada del mundo lo dejaran caer.

Sintió sus pies llegar al borde de la soga y se arrepintió de no traer zapatos, evaluó rápidamente que tan dolorosa podia ser la caida a la altura en la que se encontraba; sus ojos bailaron por todo lo que lo rodeaba hasta dar con el marco de una ventana a su altura, se columpió hasta que su mano lo alcanzó, después soltó la soga.

Le pitaban los oidos, la cabeza le dolia, los brazos le ardian y la respiración no le llenaba los pulmones. Igual así no se detuvo y acercó su pierna al balcón del pasillo donde estaban lar escaleras. El corazón le latia a cien por minuto y ya había terminado de confirmar que perdió la cabeza. Entonces se lanzó.

Una mano resbaló y tuvo que ahogar un grito, pero después volvió a estabilizarse y empezó a escalar hasta que de su torso para arriba estuvo en el pasillo, entonces se dejó caer y se golpeó el codo con el piso.

Una parte de él le rogaba descanzar pero la otra parte de él sabia que cada minuto perdido era uno de ventaja para Huevay por lo que obligó a su cuerpo a levantarse y correr escaleras abajo, hasta que por fín llegó a la salida del edificio.

violentometro//ConfixHuevayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora