Estaba otra vez en el sofa de la sala y cuando ya se estaba acomodando en el viejo mueble para dormir sintió dedos moverse por su cuerpo y deslizarse bajo su ropa.
Suspiró con tristeza, ya estaba harto de la habitual rutina, se movió con rapidez y se destapó el cuerpo, listo para confrontar a Huevay.
Sin embargo el cuerpo del de tez morena no estaba ahí. Empezó a revolverse confundido por el mueble, empezando a dudar si realmente sintió o solo se imaginó manos en su cuerpo. Cuanro estaba a punto de rendirse, observó como un dedo moreno se asomaba de una de las esquinas del sofa y después desaparecia detrás.
Se lanzó en su dirección y tomó la extremidad, contento de haber atrapado justo a Huevay.
Sin embargo al levantar la mano notó como esta no estaba unida a ningún cuerpo.
Dió un respingo y soltó la mano, la cual chocó con el suelo y empezó a arrastrarse por el mismo, como un pequeño animal herido.
Confi retrocedió de la escena, saltando del mueble y alejandose solo para ver como más manos con el mismo color de piel salian de entre los cojines del mueble e, imitando la caminata de las arañas usando los dedos, fueron a donde estaba la mano que se arrastraba.
Eran muchísimas, por lo menos unas 1,000. El oji-azul se tapó la boca con ambas manos para no gritar, siguió retrocediendo hasta que su espalda tocó la pared.
Entonces una gota de algo viscoso y negro cayó en su nariz, miró hacía el techo y solo alcanzó a notar un enorme manchón oscuro que pronto le cayó encima y lo cubrió totalmente; le tapaba la vista, no le permitia moverse, se le metia a la boca y no lo dejaba respirar. Cayó de rodillas mientras intentaba quitarse la pegajosa masa y pudo sentir como todas las manos volvian a su ataque, escalando por su cuerpo. Empezó a gritar por su ayuda.
Y entonces despertó.
Seguía gritando y tenia la cara empapada de sudor y lágrimas.
Intentó moverse pero cables insertados en su cuerpo que venian de máquinas y duros yesos que lo mantenian quieto no se lo permitieron.
Pronto personas vestidas de blanco entraron al cuarto y empezaron a abalanzarse sobre él.
Tomaban sus hombros y después ejercian fuerza para obligarlo a recostarse en la camilla pero tantas manos tocandolo solo despertó el mismo sentimiento de desesperación del sueño, por lo que volvió a gritar y empezó a moverse.
Llevó una mano a uno de los doctores y sintió como sus dedos desgarraban algo suave y carnoso y pronto escuchó un grito ronco de dolor, lo que hizo que algunas manos se alejaran.
Quiso volver a levantarse pero entonces una aguja se abrió paso por su piel y liberó su contenido bajo esta, sus ojos empezaron a pesar toneladas y su respiración se volvió lenta. Se dejó caer en la dura camilla y pudo ver como las personas de blanco se inclinaban para revisar al hombre que antes habia gritado.
Tenia un feo rasguño bajo el ojo izquierdo, el cual estaba irritado y lagrimeaba algo carmezí, entonces perdió la consciencia.
Cuando despertó otra vez, el sol estaba más brillante de lo normal, iluminando un cielo despejado, sin ninguna nube a la vista.
La luz rebotaba en la blanca habitación y le lastimaban los ojos, además de que sentia un molesto dolor en el estómago y tenia la garganta seca. Intentó moverse, pero enseguida notó como unas correas lo unian a la camilla.
Después de un rato intentando calmar un palpitante y molesto dolor de cabeza, una enfermera entró, lo desató y la guía básica de los botones que hay al lado de la cama. En realidad ya se la sabia (En algún momento llegó a acompañar a Willy al trabajo y lo había escuchando repetir el mismo discurso un millar de veces) pero igual así la enfermera captó toda su atención cuando empezó a hablar sobre las visitas. ¿Tenia visitas?
Cuando la mujer se retiró y le dió paso a su visita, no pudo evitar dejar escapar un gritito ahogado, Pascua se quedó unos segundos ahí parado, como esperando una señal para acercarse. Entonces sus castaños ojos se llenaron de lágrimas y ambos hermanos se fundieron en un largo abrazo con hipidos de llanto.
Duraron bastante así, hasta que las extremidades se cansaron y entró un doctor a avisar que necesitaban hacerle analisis al menor.
Pascua asintió, un poco triste. Apretó con suavidad el brazo no tan herido de Confi y al salir le avisó que volveria mañana.
Una vez afuera de la habitación, Pascua al fin fue consciente del nudo en su pecho que había tenido ahí tanto tiempo porque ahora, sabiendo por fin que su hermano estaba vivo, había desaparecido.
Rememoró un poco como había pasado todo, como seguia enojado con la acrobata y el peli-verde. Y casi como si los hubiera invocado, su celular empezó a sonar, anunciando una llamada de Bibi.
Su primer instinto fue ignorarla, pero algo en su interior le avisaba que debia responder.
Lo tomó como una manifestación del sexto sentido o algo así y respondió, esperando todo menos las tres palabras con las que lo recibió.
–Lo hemos encontrado.
Analizó la frase con calma porque juraba que había escuchado mal, estuvo en silencio largos minutos hasta que por fin dejó escapar un sollozo agudo.
Lo habían encontrado.
Empezó a caminar por el blanco pasillo en silencio, buscando la salida en aquel laberinto. Juraba que todos los pasillos eran exactamente identicos; entonces por el rabillo del ojo notó un mechón de cabello verde.
Bibi y Patín estaban sentados, esperando noticias sobre el estado de Confi. Pascua se acercó con pasos un poco vacilantes hasta llegar a ellos.
Se rascó con timidez la nuca, no sabiendo exactamente por donde empezar ahora que los otros dos lo miraban espectantes.
–Yo...em...yo enserio lamento haberles gritado y... y gracias por encon...encontrarlo y...–Empezó a balbucear y pronto se le rompió la voz. Bibi solo sonrió tranquila y tomó la mano de Pascua y poco después Patín lo imitó. Las cosas estaban perdonadas.
Pero no acabadas.
Bibi no paraba de darles vueltas a las palabras de Huevay antes de que lo metieran en la patrulla.
Era una amenaza, lo vieras por donde lo vieras y eso no la dejaba en paz ya que ahora sabia perfectamente de qué era capáz el de tez morena.
Una enfermera pronto se hizo presente, avisando que ya podia el resto entrar a visitar al oji-azul.