Sentia una completa presión en la cabeza, haciendole palpitar la sien de dolor y estrés.
La verdad, la idea que tenia en la cabeza era muy concisa, casi borrosa, pero igualmente se dejó llevar por ella y ahora tenia que arreglarselas.
Después de aprovechar la multitud para entrar en el hospital se hizo con una bata para simular ser un medico, empezó a pasearse por los pasillos hasta que su mirada dió con la alarma de incendios. Unas estridentes campanas pronto dieron un falso aviso de fuego y más gente empezó a reunirse en la calle. Se adentró en una habitación que devia de ser un despacho, esperando a que las masas bajaran. Cuando el sonido de pisadas se fue haciendo más bajo hasta quedas reducido a un murmullo poco constante, salió con cuidado y empezó a buscar.
Encontrar a Confi fue lo más difícil, no sabia ni en qué piso ni en qué habitación estaba, pero contaba con que no lo hubieran bajado de algún modo. Seguro más de alguno se dió cuenta que no había fuego real y lo se siguió algún protocolo de simulacro en el que solo se bajaban los más sanos. O al menos eso pensaba.
Sabia que no podian bajar a todos y dejaban a los de camilla en un lugar especial para que la guardia civil fuera por ellos más tarde, por lo que tenia que ser rápido.
El primer, segundo y tercer piso estaba desierto, el cuarto tuvo que registrarlo porque estaban algunos pacientes pero no el que buscaba hasta que finalmente llegó al quinto, donde todo estaba en silencio y se veian pocos grados de destrucción. Ahí era, tenia una corazonada al respecto. Se paseo por el largo y blanco lugar, hojeando en los cuartos hasta que finalmente lo vió.
Incluso inconsiente, sin toda esa ropa holgada de tonos azules con lunares y sin moverse de un lado a otro riendose, igual así era capáz de ser totalmente vistoso y reconocible. Siempre envidiaria ese talento, aunque eso haya significado la perdición del oji-azul.
Sacó y desconectó toda la maquinaria que se encargaba de los signos vitales de su novio y después lo acomodó en su hombro como si fuera un costal, después siguió todo el camino hacia abajo.
Fue un poco más complicado ya que lo vieras por donde lo vieras, un doctor cargando un paciente y subiendo a una patrulla a la que le arrancaron las placas se ve totalmente sospechosa.
Después de acomodar a Confi en el asiento del copiloto, arrancó el auto. No pudo evitar rememorar ese momento cuando los oficiales a cargo de llevarlo a prisión tuvieron que parar por la gasolina. El mayor de ellos le dió un ligero golpe al menor, que conducia, regañandolo por no haber llenado el tanque anteriormente. La patrulla pronto paró y el mayor avisó que iria al Oxxo que se encuentra a unos pasos, mientras que el otro llenaba el tanque.
El menor asintió. Era obvio que seguia siendo un principiante y en la opinión de Huevay, se veia como un soquete. Un soquete que de hecho le podia dar un boleto de salida.