2. Sorpresas

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[POV VIKTOR MARKOV] Point Of View (Punto de vista)

Eran las 4 de la tarde, el turno en el hospital había estado muy tranquilo por lo que después de mi última cirugía programada decidí dejar el papeleo para después y asi sorprender a Julia llegando temprano a casa, últimamente ella estaba de mal humor debido a mis horarios... pero ¿Qué podía hacer yo?, este es mi trabajo.

– Nos vemos Doctor Markov – se despidió una de las enfermeras cuando me vio salir de mi oficina. – hasta luego! – le sonreí de vuelta. ¡Este era un excelente día! Para sorprender realmente a Julia, decidí pasar primero por la floristería de la quinta avenida. Un ramo de tulipanes adornados por un cordón rosa, era perfecto. Mi teléfono vibro en una de las bolsas de mi bata cuando me encontraba en el clásico trafico de Manhattan.

"¿saldrás tarde? Att. J" – Sonreí para mis adentros.

"Lo siento cariño..." – Le envié el mensaje, no queria ser malo, solo queria que realmente estuviera sorprendida.

Al llegar al edificio supe que Julia estaba en el apartamento, pues su camioneta gris esta estacionada donde siempre. Perdí unos minutos más en encontrar un parqueo, el mío por alguna razón estaba ocupado. – malditos vecinos – murmure.

Pasando por el elevador me encontré con la señora Quinn, una mujer mayor junto con su perro de raza pequeña. – Señora Quinn – salude.

–Markov, como me alegra verlo – me sonrió de vuelta. – que hermosas flores... hace mucho nadie me da flores – miro con tristeza el ramo en mis manos, su esposo el Señor Quinn había fallecido hace un año atrás. Sentí un poco de pena, hasta que llegamos a su piso.

Entre al apartamento y todo estaba en silencio, miraba frente a mis algunas cosas fuera de lugar. Había ropa tirada en el piso, dos copas de vino blanco servidas sobre el desayunador, las revistas de la mesa del recibidor estaban en el suelo y luego escuche... – ¿Qué mierda? – me acerque a paso lento hacia nuestra habitación. Eran gemidos... gemidos de – ¡Julia! – no podía procesar lo que estaba viendo. Los cuerpos desnudos frente a mi se separaron de golpe y trataron de cubrirse con las sabanas... mis sabanas.

– ¡¿Viktor?! – dijo casi sin aire. – ¿Qué estas haciendo aquí? – me miraba confundida, pero era yo el que no entendía nada.

Me di la vuelta atónito y camine hasta la sala de estar, Julia me seguía enrollada aun en las sabanas. – Viktor, yo pensé que llegarías tarde...

–¿Quién mierda es el? – quise saber, ella miro al suelo. – Julia... – no sabia que mas decirle, estaba muy furioso. – ¡Julia responde! – grite y ella salto del susto.

– Esto es tu culpa Viktor – me acuso. Sentía que la cabeza me daba vueltas. – siempre estas ocupado, siempre en el hospital... – siguió.

Ella era mi esposa, la mujer con la que me case, la mujer que me amaba. ¿Por qué me haría esto?

– No, no, no... – trataba de mantener la calma, pero cada vez que analizaba toda la situación solo conseguía llenarme de furia. Golpee la pared varias veces seguidas pero el dolor seguía allí atrapado en el pecho.

– Viktor yo no se decir... – susurro y se acercó a mi despacio. Me dolia, me dolia todo mi ser y el solo pensar que estaba acercándose a mi con una sabana envuelta me daba asco, – aléjate... – le advertí con las manos en la cabeza. Sentía que si las soltaba me iba a desarmar como una pieza de lego.

– ¡Aléjate! – le grite una vez más y la hice a un lado buscando estar lejos, provocando que cayera al suelo. Ella me miro horrorizada, pero era yo quien seguía sin creer que me estaba engañando... me di la vuelta y me sali por la puerta.

Manejé tanto como pude, me sentía tan ridículo cuando salían las lagrimas en cada recuerdo que tenia de Julia. – esto no me puede estar pasando – aprete el timón del carro con más fuerza y acelere, a tal punto que ya estaba en Brooklyn... mire mi teléfono, tenía 22 llamadas perdidas de Julia... pero, ¿Qué me podía decir? Si lo que vi, es lo que fue. Me detuve un momento para ubicarme en las calles poco conocidas.

Miré a todos lados en busca de una señal, y vi un enorme letrero con luces neón de un local de segunda, Dragon Fly. Por las fotografías que cubría los ventanales, supe que era un lugar de bailarinas... que bajo he caído.

Agradecí para mis adentros que la música fuera tan fuerte que no pudiese escuchar a mis propios pensamientos y menos sentir mi miseria.

– Hola guapo, que te traigo de tomar? – una mujer de cabello corto y rubio, seguramente una peluca desalineada, se acercó a mi caminando lentamente. – un whisky – respondí seco. Ni siquiera queria verla.

– Y para mi?, me vas a invitar a algo? – se acerco y apoyo sus manos contra mi mesa. – No – la mire a los ojos.

– porque tan molesto guapo? – toco mi cabello con sus uñas postizas.

– ¡Solo déjame en paz! – explote, y ella dio un paso hacia atrás. En cuanto me dio la espalda visualice los tatuajes de su brazo izquierdo y su traje miniatura dejando casi todo de ella al descubierto. Así no es mi Julia...

Un mesero llevo mi trago al cabo de unos minutos, y me tranquilice al saber que al menos esa mujer ya no volvería a molestarme. Mire a mi alrededor. Hombres ebrios, y felices... sin preocupaciones, disfrutando de alguien que no es y nunca será suya... que irónica es la vida. 

El Dragon FlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora