8. Café caliente

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***

Sabia que Jane no había se había creído mi excusa de "un fuerte dolor de cabeza" para cobrar mis horas extras, pero también sabía que me apreciaba demasiado como para averiguar más al respecto. – descansa – fue lo único que dijo antes de desaparecer por el camerino. Si me pillaban saliendo con uno de los clientes podía meterme en problemas. Simón solía ser muy estricto en ese aspecto...

Al salir por la puerta trasera que daba al estacionamiento, vi a Viktor recostado contra una camioneta negra con los brazos cruzados sobre su pecho. Me saco un suspiro verlo así... tan imponente.

Al verme llegar se acercó a mí. – hola... estas muy hermosa – dijo tomando una de mis manos.

– ¿suéter y jeans desgastados? –pregunte irónica. Viktor me había visto con tan poca ropa que estar frente a el así vestida me hacia sentir incomoda. Extrañamente...

– Creo que a ti todo te va bien – me dedico una media sonrisa. Esto se me estaba saliendo de las manos, no podía evitar verlo con cara de boba cada vez que me decía cosas como estas.

Me separe y quite mis manos de las suyas. – estuvo muy larga la espera? – cambie de tema, recordando que lo había hecho esperar un poco más de la hora. Camine hacia su camioneta, dejándolo atrás.

–no, de hecho fui por un café acá a la vuelta y luego regrese por ti– me explico mientras me seguía el paso con las manos en sus bolsillos. Me detuve en seco al llegar a la puerta del copiloto. – creí que iríamos por un café... – no queria sonar caprichosa, pero no tuve suerte.

–no tengo problema en tomar otro – dijo abriendo la puerta para que yo entrara. – vamos? –de nuevo me miraba a los ojos con esa mirada intensa. Le sonreí en respuesta y subí al auto.

Vamos Nina, no seas boba... no puedes estar nerviosa... me regañe una y otra vez en el camino. ¿Por qué las primeras citas eran tan incomodas? ... ¿Cómo saber si esto era una cita?

–todo bien?, te molesta el aire acondicionado? – Viktor tocaba los infinitos botones digitales del tablero mientras conducía, no quitaba la vista del camino.

Necesitaba recuperarme y ser la misma que en el Dragon Fly, porque esa era yo. – preferiría que pusieras la calefacción – pedí mientras cruzaba las piernas y me acomodaba en el asiento. Viktor miro de reojo mis acciones y sin decir una palabra cambio la temperatura del auto.

–¿A dónde vamos? – quise saber para estar alerta. Nunca había salido con un cliente del Dragon Fly, y lo único que se me venia en mente era todas las advertencias de Jane hace años:

"Nunca te vayas con un cliente Nina, los hombres que vienen aquí no son de fiar, si te vas con alguien puedes acabar siendo tráfico de mujeres o peor aún muerta, Nina nunca confíes en nadie... "

Y acá estaba yo, rompiendo todas las reglas por un hombre que no conocía. ¿Qué podía salir mal?, que todas mis ilusiones sobre Viktor fueran mentira y que su único objetivo fuese meterme a su cama... pero dos pueden jugar este juego. Es decir, Viktor era un hombre muy atractivo ¿Por qué no disfrutar una noche de sexo caliente? Hace mucho que no lo hacía con alguien...

– Hay una cafetería francesa, cruzando el puente – dijo, interrumpiendo mis pensamientos. – es veinticuatro horas, así que no tendremos problemas por la hora – sonrió.

Este hombre hacia que todos mis posibles escenarios colapsaran en un segundo... ahora me hacía creer que la tensión sexual que percibía entre ambos solo era imaginación mía. – a donde vives Nina? – pregunto. Aunque sabia que su pregunta era inocente no pude evitar mirarlo con cautela. – tranquila... es solo para saber en donde debo de dejarte luego– me miro de forma rápida esperando mi reacción.

– Entre la Water st y Bridge st, los condominios de 50 Bridge... – el asintió y acelero en cuanto nos incorporamos al puente entre Brooklyn y Manhattan.

Al llegar a la cafetería de aspecto francés con un toque antiguo comencé a sentirme mal por los pensamientos que había tenido con Viktor. Lo observe mientras le pedía a la mesera una prensa francesa y dos croissants. – espero que tengas hambre – me dijo con una sonrisa en los labios, estaba sentado en el taburete frente a mí y nos dividía una pequeña pero alta mesita de madera. No me había percatado que ni siquiera me pregunto que deseaba pedir, solo lo había hecho. No se si eso me gustaba o no...

– Tu vives aquí... – adivine, sabia que no era la primera vez que visitaba esta cafetería por lo que me llevo a pensar que quizás él vivía en Manhattan. La ciudad de los ricos... – Si, tengo un apartamento en SoHo –.

– ¿Cómo llegaste al Dragon Fly? – quise saber, ¿cómo alguien que vive en SoHo termina en un cabaret de Brooklyn?.

La mesera llego con nuestra orden, interrumpiendo la pequeña burbuja de intimidad que había entre los dos. –es una larga historia– musito, y su rostro se tenso de nuevo como aquella noche que lo vi por primera vez en el cabaret.

¿Quién eres realmente Viktor Markov?...

El olor de pan recién horneado inundo mis fosas nasales haciéndome olvidar todo. Viktor tomo el tarro de mantequilla, que en sus manos se miraba ridículamente pequeño y unto un poco sobre su croissant. Lo tomo con sus manos y lo partió a la mitad, llevando la mitad de este hacia su boca y de un bocado lo desapareció. El no se había percatado de lo expectante que estaba yo.

– Perdona –dijo como si estuviera haciendo algo malo, realmente presenciar tal escena tan varonil me había calentado demasiado. No podía sacarme de la cabeza la noche del baile privado.

– Descuida – lo mire directo a los ojos, tome la otra mitad del pan caliente de su plato, pase mi lengua por la punta del pan con mantequilla lentamente y luego dio un pequeño mordisco. Viktor no dejaba de verme, suspiro pesadamente y se movió incomodo sobre el taburete debido al bulto que estaba creciendo en sus pantalones. – SoHo verdad? – pregunte coqueta. El asintió y nos pusimos de pie al mismo tiempo. Ahora si estábamos en la misma sintonía.

Dejo un billete de veinte sobre la mesa y me dio un leve empujón para salir rápido por la puerta de cristal. Caminando por el estacionamiento y a pocos metros de su camioneta, sentí que debía decir algo – espero que no encontremos traf... – antes de que pudiese terminar de hablar estampo sus labios con los míos contraminando mi cuerpo en el auto. Le seguí el beso salvaje y pasé mis manos detrás de su cabeza para tenerlo más cerca.

–te deseo... –jadeo entrecortando el beso para poder respirar. – yo también te deseo – le confesé.

Con un movimiento rápido abrió la puerta trasera del auto y entre sus besos húmedos termine recostada en los asientos, el también entro al auto, cerro desde adentro y luego estaba sobre mí asiéndome sentir muy pequeña.

– te deseo ahora – su mirada de nuevo era fuego. Se sentó cómodo al lado derecho del asiento y estiro sus piernas. – ven – paso su mano por debajo de mi barbilla y la dejo allí.

Esto era diferente, esto era con mi total consentimiento y aprobación, yo había provocado esto... y estaba orgullosa. 

El Dragon FlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora