6. El baile

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Continuación [POV NINA]

***

Sus ojos grises no dejaban de seguirme mientras caminaba lado a lado en el pequeño espacio del cuarto privado, necesitaba encontrar la manera de salir de esto. Sabía que Mister O era uno de los grandes amigos de Simón, y por ende este "mal comportamiento" llegaría a sus oídos.

– ¿Qué sucede? – pregunto el hombre, estaba sentado en el sillón negro de cuero. Sus codos apoyados en sus piernas de manera relajada, pero expectante. Estaba levemente inclinado para verme mejor. El cuarto estaba iluminado por un foco de luces rojas, nos dividía la pequeña tarima de cristal en forma circular con un tubo de metal dorado en el medio.

– ¿tienes dinero? – fue lo primero que pregunte. El error ya estaba hecho, ahora, debía de sacarle provecho a la situación. El me miro extrañado por mi cambio repentino. – ¿dinero? – soltó una pequeña risa. – ¿para qué? ­– pregunto sin dejar de verme.

– Bueno, este es un lugar especial... – trate de mantener el control de la situación. – puedo bailar para ti si así lo deseas... –me acerqué lentamente deslizándome por la tarima de cristal que estaba fría y me senté cruzando las piernas frente a él.

Su mirada tomo camino desde la punta de mis pies, recorrió mis piernas, mis pechos y de nuevo a mis ojos. – porque te pagaría para verte bailar? – resoplo. – ya te he visto antes... – me recordó. Odiaba el hecho de sentirme intimidada por su mirada tan penetrante.

Me puse de pie y me abrí paso entre sus piernas, irguió su espalda con el respaldo del sillón al ver mi proximidad. – bueno... – puse ambas manos lado a lado en el respaldo acercándome más a él – esta vez será solo para ti – susurré en su oído. Me subí a sus piernas quedando a horcajadas frente a él. Sabia por experiencias pasadas que esta posición volvía a los hombres locos. Soltó un fuerte suspiro mientras cerraba los ojos. Estaba vencido.

– ¿Cuáles son las reglas? – quiso saber, y hundió su rostro en mi cuello para olerlo. – solo son tres – susurre de nuevo en su oído. Sus manos ya estaban en mis caderas. Sus manos eran grandes. ¡No te dejes llevar Nina, concéntrate! Me regañe.

– No besos, no penetración... – comenzaba a sentirme acalorada. – y no relaciones sentimentales... – el levanto su rostro para verme.

– eso esta perfecto para mi... – Su voz era grave, y me gustaba. Sentí un bulto bajo sus pantalones presionando mi intimidad. Estaba excitado. Me levanté, camine hacia el carrito de bar para servirle un trago de whiskey – gracias – musito, tomo un sorbo sin dejar de verme. Tome la Tablet para seleccionar la música. Lo mire.

– ¿Algo en especial? – pregunte tratando de ser sensual. El extendió su mano, le di la Tablet y mientras buscaba una canción. Aprecie más su rostro... ¡Demonios, ni siquiera lo pienses Nina!

Moví mi cuerpo al ritmo de la canción, sonreí para mis adentros al reconocerla. Solo la había bailado en mi apartamento, y mi yo, romántica que llevaba sin salir por un tiempo me dijo que quizás esto era una señal. Me deje llevar por la voz angelical de SZA. El hombre de los ojos grises me miraba con deseo y el bulto en su pantalón era más evidente que antes.

Hace ya mucho que no me sentía así por alguien, era difícil de explicar. Es como si hubiese una conexión entre nosotros. – ven... – me dijo casi en un gruñido, se puso de pie y me ofreció su mano para bajar de la tarima. En cuanto tome su mano me jalo contra su cuerpo y por inercia enrolle mis piernas en su cintura.

– Espera...– no me dejo hablar y estampo sus labios contra los míos. No pude evitar seguirle el beso, sus labios eran suaves y tenían sabor a Whiskey. Me agarré de su cuello para no perder el equilibrio – espera –le pedí en cuanto sus besos fueron más intensos, dejo mis labios para besar mi cuello. Sus manos estaban bien sujetas bajo mis nalgas manteniéndome pegada a su cuerpo. – aah – gemí al sentir una pequeña mordida en mi cuello.

Aun cargándome y sin dejar de besarme camino hacia el sillón de cuero para sentarse, me separe un poco de el para verle. Sus ojos estaban echando fuego. Tomo mi mano y mientras dejaba un tierno beso en ella, su otra mano deslizaba el zipper trasero de mi romper rojo. Sin dejar de verme deslizo ambos tirantes del traje por mis hombros.

Suspiro fuertemente al mirar mis pezones hinchados y eso me hizo recordar que no llevaba sostén. Deseaba fuertemente a este hombre desconocido.

"acá el único que debe de quedar loco es el cliente, no tú" – recordé las palabras de Simón. Me separe de el antes que pudiera ver mis pechos desnudos. Sus ojos grises se agrandaron y me miraron confundido. – perdona – fue lo único que pude decir mientras subía de nuevo mis tirantes.

– ¿Esto no está en el paquete? – su pregunta me ofendió y no pude ocultar mi descontento. Pensé en mi respuesta, pero la verdad es que ahora si estaba incluido en el "paquete" si él así lo deseara. Por otra parte, me sentía como una tonta al pensar que había algún tipo de conexión entre este hombre y yo. Solo era un cliente más...

– No – me di la vuelta. – de hecho, esto está prohibido... – mentí.

– Bueno, dijiste que los besos estaban prohibidos también... – se puso de pie y coloco su mano en mi hombro. Era claramente más alto que yo. – sin embargo, me has besado, por qué? – quiso saber.

– Perdoné... – vacile al no saber su nombre.

– Viktor – dijo girándome con una sola mano. – mi nombre es Viktor Markov – busco mi mirada. Viktor... me gusta.

– Perdone Viktor, pero tengo más clientes y se hace más tarde – me acerque a la puerta de la pequeña habitación para recomponerme. El me observaba sin moverse del lugar, luego de un rato soltó otro suspiro y camino también hacia la puerta. – muy bien – hablo por lo bajo.

Abrió la puerta, pero antes de salir tomo mi rostro con una sola mano, acerco su frente con la mía y cerro lo ojos. ¿Qué le pasaba? – perdóname, me deje llevar y se que esto no es parte de tu trabajo – musito y deposito un suave beso en los labios. Estaba sorprendida, porque esto se sentía tan natural.

Por debajo sentí su mano tocar la mía y cuando pensé que era un gesto romántico sentí un rollo de billetes ser traspasados a mi palma. – gracias – dijo y salió por la puerta. No era un gesto romántico, solo era una forma educada de pagar por un servicio.

Mire el rollo de billetes de veinte – con esta cantidad si estaba incluido todo... – murmure. Me sentía decepcionada. Saliendo por las cortinas negras regrese al camerino, no sabía cuanto tiempo había pasado ya.

¿Qué me había pasado a mí?, como alguien que no conozco venía a moverme el suelo de un día para otro. Recuerda tu ultima relación Nina... mire el reloj, eran la 1:30 de la madrugada, aún estaba temprano pero ya no me sentía con ánimos de seguir.

Era torturador pensar una y otra vez lo que había pasado. ¿y si pensaba que yo era una cualquiera que me besaba con todos? Nunca había roto las reglas y es porque nunca me había gustado nadie y menos a primera vista. Sabia que no tenia que hacerme ilusiones y menos en un trabajo como este, nunca nadie aceptaría una relación con una bailaría de cabaret. 

El Dragon FlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora