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Luego de un largo e incómodo silencio Viktor hablo con voz suave. – yo, no duermo en mi habitación desde que – una pausa. – desde que mi esposa se fue... o mejor dicho desde que la obligue a irse– me miro de reojo, pero me limite a escuchar.
¿Viktor tenia esposa? ¿eso en donde me dejaba a mí?... ¡¿la amante?! ¿Por qué la había obligado a irse? ¿es bonita?
Intentaba con todas mis fuerzas no bombardearlo de preguntas que venían a mi cabeza, pero no pude disimular mi sorpresa. – tranquila... ya no estamos juntos – me explico como si leyese mi mente.
–pero... que fue lo que paso? – estaba solo un poco más tranquila ante su afirmación de no estar con ella, aunque eso no significaba que no siguiera casado... ¿verdad?
–bueno, casi siempre salgo tarde del hospital... una tarde quise sorprenderla llegando temprano y... – oh no, pobre Viktor. – ya sabes el que se llevo una sorpresa fui yo al verla en nuestra cama gimiendo con otro hombre... – Viktor hablaba con voz calmada, pero su rostro reflejaba mucha furia y dolor. Su esposa lo había engañado y no podía encontrar una razón lógica del porque lo hizo... Viktor Markov era perfecto, es decir el tenía un gran corazón, jodidamente atractivo y era doctor ¡por el amor de Dios!
–cuanto lo siento – me acerque a el despacio y tome su mano que estaba apoyada en la encimera de la cocina con fuerza. Sentía mucha pena por el dolor que esa mujer le había causado. – fue la noche que llegaste al Dragon Fly? – asumí.
El asintió y luego me miro a los ojos. – la noche en que te conocí... – me dedico una media sonrisa que me hizo suspirar.
–ahora entiendo ese humor de perros que cargabas – bromee y el soltó una risita.
–lo siento si fui grosero contigo nena – Viktor tenía mi rostro entre sus grandes manos, me hacia sentir muy pequeña. – si lo pienso bien, esa noche no fue tan mala...– mascullo, y me dio un tierno beso en los labios, fue un beso largo y suave.
Pare un poco para tomar aire, – ven.. – le pedí mientras me alejaba de él. Viktor me miro extrañado y no se movió de su lugar. – que vengas! – dije un poco hostigada por la desconfianza. Mientras salíamos de la cocina y llegábamos al pasillo no dije una sola palabra.
– Nina... no – me advirtió, al verme frente a la puerta de la que parecía ser la habitación principal. La habitación que le traía tan malos recuerdos.
– Viktor no puedes vivir en un apartamento y no usar la habitación principal...– lo regañe. No sabia si estaba excediendo sus límites pero necesitaba al menos internarlo.
Puso los ojos en blanco, por lo que supuse que podía entrar... la habitación tenia paredes de color blanco y muebles de color gris oscuro... era mucho más grande que su otra habitación. Incluso la cama era más grande, – porque tiene plástico? – quise saber, refiriendo a la cama que estaba cubierta. No tenia sabanas, ni almohadas como si la cama fuera...
–es nueva – respondió, no me había dado cuenta de que estaba cruzado de brazos, recostándose sobre el marco de la puerta.
–y aun así no quieres usarla... – asumí, y seguí observando. En uno de los muebles yacían unas fotos familiares que me causaron ternura. Sabía que nunca encontraría una foto de su "esposa". La habitación tenia una bonita vista a la ciudad, además de un baño principal. Que desperdicio...
–¿terminaste? – su mandíbula estaba tensa, por lo que asumía se encontraba molesto.
–¿no quieres entrar? – pregunte ignorando su pregunta. – No – respondió con recelo. Quite con delicadeza la cubierta de plástico que tenía el colchón y cuando terminé me senté en la cama, reboté un poco sobre ella como si la estuviese probando.
Viktor seguía inmóvil y me fulminaba con la mirada. – ven – le pedí y extendí mi mano al aire. Necesitaba hacer algo más, así que me quite la camiseta que me había dado para dormir dejando mis senos al aire y mostrándole mis bragas negras.
Su rostro se suavizo de inmediato, y dio un paso hacia a mí. – porque me haces esto... – quiso saber.
– Ven – volví a llamarlo. – te quiero dentro de mi... – le hice saber. Suspiro con fuerza y paso su mano por su rostro. Un bulto se formaba en esos pantalones de algodón haciéndome sonreír abiertamente.
Camino rápidamente por la habitación y me tomo con fuerza, recostándome contra la cama. Estampo sus labios contra los míos, su cuerpo estaba sobre mí, haciéndome separar mis piernas para tenerlo más cerca. Beso mi cuello, el centro entre mis senos y cuando llego a ellos me dio un leve mordisco en el pezón haciéndome soltar un gemido.
– Te hare mía... – susurro en mi oído, y volvió a succionar uno de mis senos.
Deslizo mis bragas hasta mis pies deshaciéndose de ellas en un solo movimiento, ahora estaba completamente desnuda ante él. Se separo de mi y me observo desde arriba. – ¡Dios!... muero por probarte – antes que pudiese reaccionar, bajo su cabeza hasta mi...
– mmm... – solté al sentir sus labios estimulándome. Su lengua no tardo en encontrar mi clítoris, haciéndome estremecer de placer. No solo usaba su lengua, sino que también sus dedos, con una mano apretaba mis senos. – Viktor... – gemí.
–Estas tan caliente – murmuro contemplándome, mientras su pulgar seguía masajeándome. –sigue – suplique acalorada, empujando su rostro de nuevo hacia mi. Soltó una pequeña risa antes de introducirse de nuevo entre mis piernas. Sentí sus manos en mis muslos apretándome con fuerza.
–ahhhh – jade, retorciéndome en la cama. Llena de excitación, y cuando estaba por conseguir un orgasmo, Viktor introdujo su miembro viril en mí. Me embestía con fuerza, entre los movimientos logre sostener su rostro y plantarle algunos besos. Escuche como jadeaba en mi oído,
Cada encuentro con Viktor era tan diferente, un día era un romántico que me invitaba a tomar un café y al otro estaba embistiéndome con fuerza contra su cama nueva.
Lo hice, llegué al orgasmo más delicioso en mi vida, y luego de unos segundos pude sentirlo corriéndose dentro de mí.
– creo que tendré que comprar un juego de sabanas... – hablo luego de unos minutos de estar en silencio, abrazos y desnudos. Dejo un beso en mi frente y cerro sus ojos.
Aun tenia muchas dudas con respecto a su "esposa", pero por el momento estaba orgullosa de él, habíamos hecho el amor en su habitación y ahora podía dejar ir los malos recuerdos.
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El Dragon Fly
RomanceLuego de descubrir a su esposa en la cama con otro hombre, Viktor Markov decide desahogar sus penas en un cabaret en las afueras de la ciudad de Brooklyn, New York en donde luego gracias a la existencia de Nina, la mujer que lo volverá loco, se da c...