14. El hospital

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La dulce enfermera me hizo tomar asiento en una de las camillas y cuando intente alzar mi vista hacia donde había escuchado esa voz, ella cerro las cortinas frente a mi dejándome con la duda. Ahora el espacio se había reducido en la camilla de emergencia y un pequeño carrito que contenía instrumentos de hospital. – vuelvo en un momento señorita – me informo con una sonrisa, luego desapareció tras las cortinas.

Ordene mis ideas, ese no podía ser Viktor Markov. ¿Por qué Viktor tendría que ver a un paciente?, ¿Por qué un hombre del Wall Street estaría en un hospital? Quizás deseaba tanto verle que ahora lo confundía con cualquier otra persona.

La enfermera llego de nuevo, en sus manos tenia una tabla con papeles. Me la entrego. – por favor llene el formulario, solo es rutina – me explico sin dejar de sonreír. Mientras yo trataba de concentrarme en los papeles, ella buscaba en el carrito lo necesario para tratarme. – esta segura que no quiere denunciar? – volvió a preguntar esta vez sin verme, ya que trataba de leer las letras pequeñas de un medicamento.

– Si, estoy bien – mentí. Ella se limitó a asentir mientras fruncia el ceño en desaprobación y seguir en su trabajo. Ahora sentía pena, no queria que me viera como esas mujeres que se dejan golpear por su pareja, esto era diferente... ¿verdad?

Agradecí cuando una de sus compañeras entro sin percatarse de mi presencia interrumpiendo con el incomodo silencio. – Kate! No me lo vas a creer! – chillo con emoción. La enfermera Kate le dedico una mirada de pocos amigos. – Ahora no Sara, estoy con una paciente – dijo con un tono de molestia.

–por mí no hay ningún problema – le hice saber. – puede quedarse enfermera – le sonreí y ella quien estaba apenada me dedico otra sonrisa, que se le borro al ver mi estado.

La enfermera Kate se coloco unos guantes y tomo un tarro con algo que parecía ser una pomada. – le aplicare esto, le ayudara con la inflamación y también ayudara a que sus hematomas no se vean tan mal – de nuevo sonreía. Asentí.

– Kate, hable con el arregla corazones... – susurro pero aun podía escucharla. La enfermera estaba concentrada en mi y mi cuello mallugado. – ...lo invite a un café luego de su cirugía de esta noche – la enfermera Sara no podía ocultar su felicidad. – y dijo que si! – chillo de nuevo.

– El arregla corazones? – pregunte curiosa, pues su compañera no decía nada al respecto, seguía aplicando la crema con una paleta de madera y haciendo pequeños masajes con sus dedos.

La enfermera me miro agradecida de que alguien le prestará atención. – es el doctor más lindo del mundo – dijo y sonó como si fuese una adolescente. Pude ver como su compañera ponía los ojos en blanco al escucharla. ¿celos?

– Bueno en ese caso, buena suerte – le anime, y ella me sonrió en respuesta. Agradecí estar vestida apropiadamente, con jeans desgastados, un top de terciopelo negro sencillo y mis zapatillas. Si estuviese vestida como la bailarina de cabaret que soy, no me hubieran dirigido la palabra nunca.

– Bien, hablamos después Kate – musito al saber que su "amiga" no dijo nunca ninguna palabra. – esta bien – fue lo único que salió de su boca, y entonces la otra enfermera desapareció tras las cortinas un poco decepcionada.

–Bien, esto es lo mejor que puedo aplicarle – me dijo mientras se quitaba los guantes y los echaba a la basura. – pronto vendrá el doctor y le recetará unos antiinflamatorios, y medicamentos para el dolor. De acuerdo? – me miro esperando una respuesta. Saque de nuevo mi espejito del bolso para ver el trabajo de la enfermera. ¡que horror! Mi piel se estaba tornando de colores purpuras, la crema aceitosa solo lo empeoraba porque hacía que mi piel brillara.

–disculpe, no hay alguna forma de poder taparlos? – pregunte apenada. Ella lo dudo un poco, quizás este era mi castigo por no denunciar como me lo había pedido antes. – espere un segundo – pidió y cruzo al otro lado de las cortinas celestes.

Mientras esperaba aproveche para revisar mi celular, tenia dos llamadas perdidas de Simon, y unos cuantos mensajes de... Alessandro.

"¿Cómo vas hermosa?, avísame cuando estés de nuevo en tu apartamento" ... "¿Nina? ¿es tan difícil contestar un mensaje, avisa cuando estés en casa" ... "Ni una palabra de lo que paso a Simon, no quiero verte en el Dragon Fly esta noche."

Elimine todos los mensajes, estaba enfurecida por todo lo que había pasado. Me cuidaba tanto de los hombres que llegaban al cabaret, y termine mallugada por uno con dinero y "educación", que irónico y estúpido.

– Doctor Markov, que bueno que ya vino, necesito ayuda con una paciente presenta hematomas alrededor de su cuello y... – me quede helada al escuchar a la enfermera hablar al otro lado de la cortina.

¿Doctor Markov? ¿Qué estaba pasando? ¿escuche bien?

Cuando sentí la cortina correrse frente a mí, me giré rápidamente brincando fuera de la camilla y quedando de espaldas a ellos.

Sabia que ambos estaban impresionados por mi actitud, – señorita, acá esta el doctor y solo el puede recetarle los medicamentos que le comenté... – la enfermera trataba de calmarme y yo solo trataba de ocultar mi rostro con mi cabellera.

Al cabo de unos segundos el hombre hablo. – déjanos solos Kate, yo te llamare si te necesito, de acuerdo? – estaba claro, era Viktor. Mi Viktor.

– De acuerdo doctor – respondió la enfermera y escuche cuando corría de nuevo las cortinas. Ahora estaba sola y quise reunir todo el valor para girarme pero no pude.

– Nina... – él sabía que era yo, y ahora la vergüenza me comía viva. – Nina por favor, déjame revisarte – sentí su mano alrededor de mi brazo. Entonces supe que tenia que afrontarlo.

Me deje llevar por su agarre que era suave, me sentó de nuevo sobre la camilla y acomodo mi cabello detrás de mis orejas, yo no podía verlo a los ojos, así que veía las bolsas de su bata blanca, al lado izquierdo en letras negras y bordadas decía: Doctor Viktor Markov.

Ahora solo podía pensar en porque me había mentido respecto a su trabajo. Sentía sus manos inspeccionar mi cuello, mientras suspiraba pesadamente. Entonces me atreví a verlo a los ojos, esos ojos grises abrazadores e intimidantes también me miraban como si fuera su presa. Su piel blanca resaltaba sobre su uniforme azul marino y de nuevo desee estar en otro lugar.

– Puedes... cubrirlos? – pregunte, y odie el hecho de que mi voz se quebrara al hablar.

Viktor otra vez suspiro pesadamente y asintió con el ceño fruncido. De una de sus bolsas saco una pequeña libreta y empezó a escribir en ella apoyándose sobre su palma. – ten, estos son los medicamentos que debes de comprar – me extendió el papel amarillento. – pediré a una enfermera que te cubra con gasas, pero te recomiendo que optes por una bufanda... si sales – dijo haciendo hincapié en sus ultimas palabras. Su voz era ronca y profunda.

Se giro sobre sus talones como solía hacerlo cuando se iba. – Viktor, espera... – pedí, pero este se fue dejando las cortinas abiertas a todo dar. 

El Dragon FlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora