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La primera vez que quisiste escuchar mi música es cuando ya estábamos en un romance. La ventana mostraba la lluvia que había en Paris, anocheciendo también se encontraba en ese día, y tu mirada tierna estaba fija en mi rostro. Tú y yo hacíamos la combinación perfecta, o eso creía.

Eras la razón por la cual la música existe en mi vida. Todas mis melodías eran pensadas en ti.

Siempre sonreías, siempre te sorprendía el cómo tocaba la guitarra y cualquier otro instrumento porque era talentoso en la música.

-¿Qué piensas?- Causabas que sonriera cada vez que estuviéramos juntos.

-Admiro que seas tan increíble, James- tocaste mi mano derecha-. Tal vez siempre tocas con el alma porque eres tan bueno en lo que haces.

Recuerdo los martes de mayo cuando íbamos a la tienda de helados que tanto te gustaba. -Chicle es tu favorito-me decías, como si me conocieras de toda la vida. Tus ojos sonrientes y mejillas rojas cuando cruzábamos las calles tomadas de la mano porque tenías miedo cruzar sola.

Estaba lloviendo, te encantaba los días lluviosos en los cuales nos empapábamos y llegábamos a nuestros lugares mágicos con mucho frío. No podíamos llegar todavía a tu casa porque no llegaban los autobuses en las paradas. Así que corriendo tomados de la mano en frente entramos al salón de clases que tomaba para aprender piano y guitarra. S . Quería sorprenderte con mi nueva melodía que tenía preparada desde hace días para hacer una canción. Viendo un piano café viejo, no dude en acercarme. Comencé a tocar suave, la melodía era tan tranquila y tierna, como si estuviera en un campo de flores de primavera, el sol iluminando mi rostro y yo sintiendo el piano con mis dedos.

-¿Quieres aprender?- te pregunté mientras me veías con tus tiernos ojos color café.

Asentiste y me sonreíste, te hice una seña para que te acercas a sentarte en el mismo banquillo que yo. Comencé a explicar con extrema paciencia cada tecla y cada nota que tenía en mi piano, ya que vi en ti muchas ganas de aprender.

Nos llevó meses para que aprendieras, Eres tan inteligente.

Durante tu tiempo de aprendizaje siempre platicábamos de tus músicos favoritos que investigabas, a Bethoveen, Amadeus, Maurice Ravel y Erik Satie. Siempre los escuchabas. En nuestras citas de día de campo, nos acostábamos en el césped y ambos con un audífono en nuestra oreja escuchando a tus artistas favoritos, no solamente músicos, sino que también escuchábamos a Chase Atlantic.

Una tarde nos fuimos corriendo de la mano hacía el salón donde tomaba las clases de música. Esperaste a que mi horario terminara para que pudieras enseñarme lo que has aprendido. Te sentaste a mi lado, acomodaste derecha tu columna y comenzaste a tocar muy suave, utilizando todos los dedos.

Nunca fuimos iguales, pero la música era lo que nos hacía parecer que éramos almas gemelas.

-¿Te gustó?-preguntaste al terminar.

-Por supuesto que sí.

-James, gracias por enseñarme a tocar piano, sin ti no creo que haya podido-tocó mi mano y te acercaste a mi para darme un ligero beso en mis labios.

Ella simplemente hizo que los cerrara y me coordinara con sus movimientos, como las melodías del piano. Existe mucha magia al tenerla a mi lado, soy afortunado de tenerla.

Nuestros labios se separaron porque un profesor nos interrumpió para salir del salón, porque ya era la hora de cerrar. Como cada día, la acompañe a la parada del autobús para que pudiera ir a casa. Tomé un taxi para ir a mi hogar, ya que es muy cansado caminar de la escuela de música hasta mi hogar.

Llegando a casa mi madre me recibe con un fuerte abrazo como cada día. Soy feliz teniendo a mi familia, mi padre me saludó y preguntó por mi día.

-Todo ha estado bien, todo salió bien, ¿Cómo te fue en el trabajo?

-Ya sabes hijo, a veces me va bien, y otras veces me va mal, ahora que soy gerente de ventas de la empresa Morgan y sabes lo contento que me pone recordar eso-mi padre a veces era un presumido.

-Aún no te he felicitado bien por tu nuevo puesto Michael- mi madre le dio un beso tierno y abrazo en la mejilla a mi padre.

Vivíamos en París, Francia desde que yo tenía 15 años. Vivir en este país solía ser al principio difícil para mí y para mi familia, no solemos socializar mucho que digamos, mis padres fuera de la familia son personas serias y frías. Nos divertimos en familia jugando juegos de mesa cada domingo por las tardes. Los días teniendo a Abby me daba cuenta que podía valorar la vida como una segunda oportunidad, todo iba bien en mi vida, todo era perfecto.



Cielo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora