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- No te sientas asustado porque sé tu nombre, todo Ardenia sabe quién eres, mi nombre es Antreck, el padre Antreck-suspiró con una sonrisa falsa-. Por cierto ¿aún no has usado el poder que lleva tu collar?

- ¿De qué estás hablando?

- ¿Dónde está Ayra?

- Después lo sabrás.

El padre colocó su mano en la espalda de Abby, pareciera que ella está de su lado. Ella solamente me mira sorprendida y confundida. Posiblemente confundida de la decisión que vaya a tomar y sorprendida porque estoy aquí después de tanto peligro.

Abby le da una mirada al padre Antreck.

El padre Antreck tiene su sonrisa cortada, dos cicatrices en su boca de lado a lado, la piel blanca y su cabello corto, sus ojos son oscuros y claramente lleva su vestimenta negra como tal. Su rostro está un poco sucio y sus manos cargando un collar con un símbolo que no alcanzo a mirar. El padre Antreck se dio la vuelta junto con Abby.

De repente sentíamos el viento soplar en nuestro cuerpo, el cabello de Abby se movía al igual que el mío. Levanté la escopeta para apuntar al padre, el canto de los brujos me ponía los pelos de punta, no me dejaban concentrar mi mira hacia él.

El padre giró de nuevo, pero extendiendo su brazo apuntándome con el dedo índice, Abby también volteó a verme.

- Ahí- habló como si diera una orden.

Nuestras miradas eran retadoras, él tomó la mano de Abby, yo preparé el gatilló. El viento seguía soplando, no me molestaba, los brujos seguían cantando y extendiendo sus manos hacia el cielo.

De pronto, de un momento a otro. El padre gritó, el piso tembló para así abrirse y salir una criatura grande a unos metros cercas, traté de mantener el equilibrio, pero mi cuerpo cayó hacia delante, miré al mismo tiempo que el padre abrazó a Abby para que cayeran juntos hacia un lado, protegiendo su cabeza.

Lo que estaba viendo ahora era una criatura que caminaba en 4 patas, un poco más alto que yo. No sabía si enfocar mi mirada en esta cosa o en Abby, pero si tengo que salvar mi vida contra esta criatura, claro que lo haré.

- ¡La bestia se ha liberado!-gritó el padre Antreck-. ¡Perdidos o salvados, que vuelva amanecer! ¡Es el fin del mundo o la salvación, pero es hoy! Tenemos que coronarte, oh reina mía.

La bestia no se movía, pero si tenía su mirada fijada en mí. El padre Antreck se acercó corriendo a una mesita que estaba cercas del Arcangel Gardien, una corona de oro con un diamante azul en el centro, una copa y otra cosa que no podía ver más.

El padre tomó la corona y se acercó de nuevo a Abby corriendo, yo saqué rápido el rifle y disparé con la mira hacia la corona, pero le di también justo en la mano del padre.

Gritó, se quejó, me maldijo, se arrodilló quejándose del dolor y sangrado de su mano. La corona no supe en donde cayó. Abby solo permanecía de pie en un solo lugar, sin decir algo, como si no le importase la acción que hice.

- ¿Qué acaso eres una tonta? ¡Vete de aquí Abby!- le pedí.

- Nunca te pedí venir.

- ¡Lo hiciste! Recuerda la llamada.

- No sé de qué carajos hablas, James- me contestó molesta-. Yo no lo hice, ¡vete! Tengo que cumplir el ritual o será el fin del mundo.

- Eres una tonta, te ensuciaron el cerebro- me acerqué a ella tomando de su muñeca y jalándola para salir corriendo.

Gritaba mi nombre y negándose a irse de Ardenía, rasguñando mi mano para soltarla. Corrímos hasta llegar a la puerta principal, el canto de los brujos todavía se escuchaba. Me encontraba estresado, era tan difícil pensar en algo para escapar, tomarnos el tiempo de llegar hasta el pozo o encontrar alguna otra salida.

- Dime otra salida- le dije.

- No.

- Carajo Abby, dime donde están las otras salidas de Ardenia, tu te sabes el mapa de memoria- nos detuvimos y la agarré de los hombros.

- No quiero escapar, que no ves que, si no me sacrifico, será no solo el fin de Ardenia, sino también de nuestro mundo al que pertenecemos.

- No eres la profecía- me costó decírselo viéndola a los ojos.

- ¿Qué?

Cielo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora