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El monstruo no habla, ha tumbado una puerta del baño, sólo escucho el sonido de la sierra. Un acto de fe, escapar corriendo en lo que entra al siguiente baño. quité el seguro de forma sigilosa, ya escuché que iba por la siguiente puerta, di una patada a mi puerta y salí corriendo con la mochila en la espalda. El suelo estaba resbaloso, caí de lado y la escopeta se deslizó hasta la entrada, me dolía la pierna y no podía levantarme, las espinas se clavaron más en mis muñecas, ardía, ardía fuerte de dolor.

El monstruo salió del baño y ahora está parado a unos metros de mí.

-R-I-C-H-T-E-R.

No me sorprende que diga mi apellido, me acostumbraré a este lugar. No estoy nada sorprendido de que mencionen mi nombre o mi apellido. Me arrastró hasta llegar a la escopeta, mi segundo sentido dijo que moviera mi cuerpo a la derecha, la cierra clavó del lado en el que estaba, no la pudo sacar, así que aproveché para hacer lo posible de arrastrarme con los pies.

Me pisó la espalda y grité del fuerte dolor, me volteó para verlo de nuevo y me pisó ahora el pecho, rejuntó la sierra.

- Si un hombre tiene ojos, tendrán que ser sacados.

¡francés! Ese idioma es francés ¡el habla francés!

Escuché pasos, giré hacia atrás y volví a ver al chico, regresó por mí, levantó rápidamente la escopeta y apuntó cuando el hombre volvió a levantar la sierra, el monstruo me seguía viendo, pero el joven le disparó directo al corazón, yo seguí arrastrándome hacia la entrada de los baños y el monstruo no se levantó después de aquel disparo.

-¡Quítale la maldita sierra!- le ordené gritando.

El corrió directamente hacía el monstruo y se la quitó, con mucho esfuerzo, ya no tenía fuerzas el chico. Entonces tragó saliva, cerró los ojos y con sus fuerzas pasó la sierra de forma horizontal a su cintura, yo cerré los ojos también, era demasiado para mí, de repente escuché que la sierra se apagó.

-La usaré para después-dijo el chico y yo abrí los ojos.

Dejó la sierra a un lado y sacó unas tijeras de su mochila que se ha encontrado.

-Debimos haber buscado esto antes, hay un almacén en donde corrí, discúlpame- cortaba las espinas y sacaba de forma rápida las espinas porque eso iba a arder tanto en mi piel.- no grites.

Después vendó mis muñecas solamente y me ayudó a levantarme.

-¿Qué pasó?- preguntó.

-No lo sé, caí de un resbalón y sentía un bloqueo en la columna, no puedo caminar bien-exhalé.

-Mierda, esto será muy difícil- me dijo.

El puso mi brazo detrás de su cuello, se agachó un poco para entregarme la escopeta, la guardé detrás de la mochila, el chico cargó la sierra con una mano, mientras que con la otra abrazaba de mi cintura.

Caminamos por el pasillo hasta llegar de nuevo a la entrada con puertas grandes, no están del todo abiertas, la puerta se trabó y no podemos salir. Quité mi brazo de él, yo me sostuve del portal de la entrada.

-Quédate aquí, iré a la oficina para tratar de abrir de nuevo la puerta.

-Espera ¿cómo te llamas?

-Theo ¿y tú?

-James... James Richter.

El sonrió y volvió a la oficina. Usó el interruptor, pero ahora sonaron alarmas rojas en la entrada, escuché celdas abrirse a lo lejos, giré mi cabeza y eran más monstruos, grandes y algunos anchos con objetos grandes y diferentes.

Cielo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora