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¿Pero qué fue lo que pasó? Su cara dejó de parecerse a la de un humano. No tenía ojos, se veía hueco exactamente en la misma área, liquido negro también salía en ese mismo lugar. Será que no podrá verme, pero, podrá escucharme y eso es un cuidado que debo de tener.

-Me encargaron decirte que se la llevó la peregrinación- dijo mientras le salía de su boca liquido negro, se levantó y creció unos pocos centímetros de altura.

Con un 1.95 más o menos lo veía ahora, antes estaba a mi altura. Pensé que me había visto pero comenzó a caminar, ignorándome, está caminando lentamente por toda la casa, tal vez si me estaba buscando o no lo sé.

Su voz no era diferente a la de los demás con los que me he enfrentado, seguía siendo la voz con la que lo conocí.

¿Pero por qué la sangre verde cambió a una sangre negra?

Si escapo, sin que se dé cuenta es mucho mejor. No. Es mejor matarlo. No puedo huir, no tengo que mostrar que soy un cobarde. Puede que alguien más como yo esté aquí en el pueblo. Si no lo mato. Uno de los sobrevivientes lo encontrará y puede que no lleve armas para matarlo.

Es cierto, no he sido solo yo el que ha estado aquí. El joven de la prisión, los del pueblo, la chica del castillo ¡la chica del castillo! Tengo la presencia de que ella sabe algo. Necesito encontrarla.

La criatura no me ve, pero si puede escucharme. Al lado del sofá está un bate de beisbol con alambres amarrados a su alrededor. Lo tomé y dejé mi arma en la mochila. Me acerqué despacio, evitando hacer mucho ruido, persiguiéndolo detrás de él. Llegamos a la cocina, mis manos temblaban. Levanté el bate, pero hice que se tirara un vaso de plástico al suelo. Se giró a mi dirección, pero logré salvarme.

De un solo golpe con el bate logré matarlo, no grité, apreté mis labios para no llamar la atención. Intenté sacar el bate que estaba clavado en su cabeza nuevamente, pero fue difícil, preferí dejarlo y marcharme con cuidado.

La peregrinación ¿dónde está eso? Empezó a llover en lo que miraba hacia la montaña que daba a las ruinas, y es donde todavía veo a las antorchas ¿busco a la chica o sigo a la peregrinación? ¿Y si ya no alcanzo a salvar a Abby? No, no tengo que tener la mente con negatividad. Preparé al rifle mientras seguía a paso rápido.

No llamaré la atención. Si corto camino a la mina puede que llegue antes que la peregrinación ¿cómo será el sacrificio? ¿Qué será de mi si no la salvo antes de las 6? Yo no podré volver a Paris. Quedaré condenado a vivir aquí. Será que también lo que quieren es que llegue el fin del mundo. Si sacrifican a Abby como la nueva reina y el nuevo amanecer ¿pero y si no es ella? Será el fin del mundo.

No podía dejar de pensar negativo. Dejé caer el rifle y toqué mi cabeza con ambas manos. Me puse de cuclillas y comencé a llorar.

Quiero salvarla, de verdad quiero.

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La cita de la feria. Fue el mejor día de mi vida. Estar con ella en aquel festival de Paris. Me enamoré una vez más de ella en aquel día. Comimos mucho. Sabía lo cuanto que le gustaban los dulces. Subimos a muchos juegos. Conocí su gran valentía al subirse a juegos peligrosos. Yo no era tan valiente, no era ni capaz a subirme a la Rueda de la Fortuna. Pero ella, era tan diferente a todas las chicas que había conocido. Sólo yo esperaba ser importante en su vida, porque ella ya me había conquistado.

Pero ese día conocí también a Dino. Abby me lo presentó después de haber ganado un peluche grande para ella. Sabía que no me iba a dar una buena espina desde aquella vez.

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Caminé por la montaña, llena de rocas, pinos y otros árboles muy grandes que desconocía sus nombres. El olor a humedad, olor a fresco, me dolía la nariz en el bosque al respirar. Me estaba lastimando tanto en Ardenia.

Encontraba algunas cabañas con fogatas apunto de apagarse. Iluminaba mi camino con mi linterna, escondí el collar debajo de mi playera negra. Tenía dolor en mis pies al tener tanto tiempo caminando, sentía mayor dolor ahora que no llevaba calcetines conmigo.

Entre las rocas grandes vi un agujero que posiblemente me guiaba más rápido. Me deslicé con mi mochila poco a poco y con cuidado de no cortarme. Seguí iluminando el camino mientras llegaba a la luz que iluminaba al final. Cuanto más me acercaba, veía que estaba una fogata y una casa de campar.

Bajé con cuidado, pero me caí de lado, me lastimé el brazo entre las rocas.

Intenté levantarme, pero en ese momento llegaron dos hombres de mí misma altura, delgados, seguramente habitantes del pueblo. Ambos de piel morena. Apretaron de mis brazos. No me gustó ese gesto, no se veían amables. Intenté zafarme, pero era inútil, son muy fuertes. Les grité y supliqué que me soltaran, pero no me hicieron caso. Llegó un hombre alto, pero con corcova, su piel blanca y posiblemente de una edad más adulta, dientes podridos y ojos rasgados, tenía acné en su rostro.

-Suéltenlo- les ordenó.

Tragué saliva. No dije nada. El de repente puso su mano en mi brazo. Me negué, pero no podía soltarme.

-¡Suéltame!-le grité.

- En la felicidad tanto en alma como en el corazón que Gardien siempre alegre mi corazón. Perdóname Arcangel, tengo que asegurarme de que no sea un foráneo- decía una segunda voz, mientras soltó mi brazo- Nick ese es mi nombre amado Arcangel- Miró al cielo y extendió sus brazos al aire. Después el sacó una navaja del bolsillo de su pantalón, cortó la palma de su mano haciendo que escurriera sangre. Sangre, por fin sangre roja vi en esta dimensión- Entrégale esto, no tiene que ser falso este joven.

El mismo hombre parecía ser manipulado por algo. Estiró su brazo con la cortada. Los dos hombres de nuevo sujetaron fuerte mi brazo y ambos abrieron mi boca para recibir la sangre de aquel hombre con corcova en la espalda.

-Tienes que tomártelo todo, eso es- Quitó su mano de mi boca-. Por favor Gardien, que él sea real y no del mundo de los medio muertos.

Uno de los dos hombres sacó un martillo de su espalda y golpeó mi brazo, grité. Por ahora no han robado mi mochila, solo pienso que no circulara bien mi sangre, siento dolor en mi brazo. No puedo moverlo. Lagrimas salieron de mis ojos, la nariz me ardía, estaba sufriendo.

Pero no todas las religiones eran buenas. En este culto todos estaban locos ¿cómo se atreven a lastimar a alguien que ni siquiera les ha hecho daño? Todo este tiempo sólo me he estado defendiendo. No por el simple hecho de no ser de este lugar, o de no creer en su culto les dé derecho a lastimarme.

-¡Pero si son idiotas!- Habló Nick, el hombre de corcova.- Si todavía no ha renacido, pero sé que no es falso ¿eres del mundo de los medio muertos?

-¡No sé de qué mierda hablas anciano demente!- escupí la sangre que me habían obligado a beber en su cara.

-Hombres, síganme, tenemos que colgarlo en la cruz. Es un grosero y de poco cerebro- se quitó la sangre de su rostro.

Nick golpeó con el puño cerrado mi rostro e hizo caerme hacia atrás, haciéndome tener un poco la vista borrosa. Se dio media vuelta unos segundos y miré que en su cabeza tenía un segundo rostro el cual era el que estaba hablando desde un inicio.

-Vámonos a las ruinas. Tenemos que ganarles ¡podemos mostrar que tenemos un mejor sacrificio! Por fin veremos el sol. Nuestros ojos arderán de felicidad. Será crucificado. Después lo enterraremos y podremos reflexionar sobre nuestros pecados. Te pedimos perdón Gardien. Por fin curaremos nuestros pecados

Los hombres arrastraban mis tobillos, mi cuerpo chocaba con las rocas. Con dificultad para ver, saqué el rifle.

-Los cuerpos de los santos muertos por fin se están reflejando. Que alegría. Que alegría es tener a este chico.

Disparé a los dos hombres justo en la cabeza, matándolos de una bala a cada uno. En ese momento el segundo rostro de Nick despertó. 

Cielo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora