-Hay algo que debo de contarte.
Sus palabras no me alarmaron, pero su tono lo hizo.
Parecía asustado e inseguro, pero al mismo tiempo supe que había venido por voluntad propia y que quería contármelo. Pero tenía miedo.
Por supuesto, me pregunté qué es lo que quería decirme.
Quizás tuviera relación con su propia granja. ¿Y si la vendían? Rudy adoraba a su granja y no creo que pudiera soportar no estar cerca de ella. Pero al mismo tiempo, tenía grandes ambiciones que un granjero puede que jamás pudiera conseguir.
¿Tenía algo que ver con aquello?
Decidí que en vez de continuar indagando en el asunto y haciéndome mis propias teorías se lo preguntaría directamente.
-Sabes que puedes contarme lo que quieras, ¿verdad? - le dije con una amable sonrisa.
Asintió aún visiblemente nervioso.
-No se si puedo... - murmuró con tristeza sin mirarme a los ojos.
Aunque me inquieté un poco, no dije nada y esperé pacientemente hasta que se encontrara preparado para hacerme saber de aquello que tanto parecía estar atormentándolo. Finalmente y por primera vez, me miró a los ojos y empezó a hablar.
-Hemos sido mejores amigos desde que puedo recordar y siempre te he apreciado mucho. Has estado allí cuando pensaba que estaba solo y nos hemos ayudado cuando la situación lo ha requerido. Te quiero mucho y lo único que deseo es que seas feliz. Pero pronto descubrí que no me bastaba con una amistad.
Mi corazón se aceleró al escuchar sus últimas palabras.
No podía ser... Jamás había pensado que Rudy podría sentir algo más que una amistad hacia mi y tuve el impulso de frotarme los ojos para asegurarme de que lo que estaba ocurriendo era real.
-Rudy.... - susurré evitando su mirada.
«¿A qué se refiere? No puede ser lo que estoy pensando, ¿verdad? Rudy jamás me vería de esa forma... O quizás me equivoco.»
Había tantas cosas que quería decirle, pero no sabía por donde empezar. Mi garganta se había cerrado en un apretado nudo y por más que lo intentara, ningún sonido salía de mi boca. Jamás me había encontrado en una situación parecida, ni siquiera la había soñado. Me gustaba mantener todas las situaciones controladas, pero en aquellos momentos, me dio la sensación de que todo se me escapaba de las manos.
La voz de Rudy temblaba y supe que había mucho más que deseaba sacar de su corazón, si yo se lo permitía. De vez en cuando, sus ojos azules se posaban en mi, aunque advertía mi mirada con frecuencia.
-Quiero más, Claudette. Sabes que soy un hombre ambicioso y quiero tenerte. Te quiero demasiado y si tu sientes lo mismo, me harías el más feliz de la faz de la tierra.
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Miel de una mujer ✓
Historische RomaneEl invierno de 1850 fue uno de los más crudos para la joven Claudette. Su madre, víctima de una grave enfermedad se rindió ante la muerte y la Tía Emily accedió a darle cobijo en su casa. Claudette empieza a reconstruir su vida en casa de su tía, pe...