25. El nacimiento de una nueva rosa

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Aquellos días habían sido los más increíbles de mi vida y llegué a la conclusión de que sería demasiado difícil olvidarlos, aunque no imposible

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Aquellos días habían sido los más increíbles de mi vida y llegué a la conclusión de que sería demasiado difícil olvidarlos, aunque no imposible.

Cada momento que pasaba con Claudette intentaba capturarlo en mi mente y recordar sus sonrisas, cada una de sus expresiones y todas nuestras conversaciones en su habitación, escondidas del mundo y creando algo demasiado bonito para ser compartido.

Al principio, tuve miedo de que se echara para atrás, de que se arrepintiera y no quisiera pasar ni una noche más conmigo.

Intentaba convencerme de que estaba siendo ridícula y que Claudette jamás dudaría de mi amor e incluso ella misma me confesó el miedo que tenía de que su presencia no significara nada para mi.

No comprendía por qué me estaba ocurriendo lo mismo, aunque supuse que las dos teníamos demasiado miedo de perdernos la una a la otra.

Poco a poco, mis dudas se habían ido silenciando al ver todas las emociones de cariño y amor escritas en el rostro de Claudette cada vez que nos reuníamos juntas en secreto.

Cuando comíamos con la señora E, todo era una verdadera tortura.

Lo único que deseaba hacer era cogerle la mano a la adorable chica del cabello de fuego y ver sus mejillas teñirse del mismo color, aunque debía de recordar que no estábamos solas.

Lo que hacíamos estaba mal, aunque me traía sin cuidado.

Tan solo quería abrazarla y estar junto a ella. Tan solo quería amarla y demostrarle que aunque nuestro amor fuera tachado de pecado y repugnante, lo que sentíamos era real y merecíamos un lugar en el mundo.

Claudette tenía más problemas a la hora de aceptarlo, aunque no la apresuraba. Sabía que tarde o temprano se aceptaría a sí misma y nuestro amor crecería hasta niveles insospechables.

Era imposible saber el desenlace de nuestra historia.

Quizás nuestros caminos se separarían para siempre y se casaría con algún hombre apuesto mientras que yo me escondería en mi hogar hasta el fin de mis días, escribiendo todo lo que pasó en cierta casa de una señora seria y su sobrina, quien al parecer, robó mi corazón y lo hizo suyo.

O quizás seguiríamos en esta casa, disfrutando de la compañía de la otra y envejeciendo juntas.

No quería saber aquello que deparaba el futuro, aunque fuese como fuese, disfrutaría de Claudette hasta que bien la muerte nos separara o las circunstancias de la vida.

***

Me desperté aquella mañana en la cama de Claudette y por unos segundos me aterrorizó la idea de que cualquiera pudiera entrar y descubrirnos juntas.

«Pondré alguna excusa. Cualquier excusa, con tal de protegerla...»

Di media vuelta para observar a la hermosa chica que yacía cada día a mi lado. Ansiaba ver su cabello rojizo, cogerla entre mis brazos y aspirar su perfume. Mi sonrisa desapareció al ver que ya se había marchado y me levanté con rapidez, un tanto decepcionada.

Miel de una mujer ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora