-Yo lo haré. - escuché salir las palabras de mi boca.
Quería ayudar a aquel par de desconocidos que poco a poco habían conseguido entrar en mi corazón, en especial Martha y Julie. Michael de todas formas parecía un buen chico y estaba segura de que había bondad dentro de él.
Había riesgo de que tía Emily averiguara nuestro plan o peor aún, que lo descubriera. Aún así, quería hacerlo. Había ido allí principalmente porque no tenía ningún otro lugar donde pasar las noches y una parte de mi quería saber quién era mi tía. Pero Emily no era mi madre y nunca debía olvidar eso. Ella nunca tendría autoridad sobre mí y no permitiría que le hiciera daño a mis amigos. No permitiría que a Martha se la tratara con tan poco respecto y que rechazara a Michael solo por querer hacer a un mundo mejor. Y por supuesto, no permitiría que nadie hiriera los sentimientos de Julie o estoy segura de que incluso yo sentiría un profundo dolor en el pecho.
Observé a los demás que me miraban sorprendidos. Michael dio un paso y con un rayo de esperanza me preguntó:
-¿Estás segura?
-Nunca he estado más segura en mi vida. Además de que, Emily nunca se atrevería a echarme de casa. Nunca iría en contra de los deseos de mi madre.
-Muy bien. Prepararé el colchón y tú te encargarás de subirlo a la granja. - explicó Martha mucho más aliviada al ver que estaba determinada a proseguir con la idea.
Repasé lo que acababa de decir y me asaltó una duda. ¿Dónde dormiría exactamente Michael?
-¿A la parte de arriba? - quise saber, pensando en cómo conseguiría subir un colchón por una escalera.
No estaba a mucha altura del suelo y por lo tanto, la escalera no era muy larga. Aún así, supe que sola no podría hacerlo.
-Claramente. No irá a dormir con los caballos... - murmuró Julie rodando los ojos aunque supe que estaba más feliz de lo que aparentaba.
Antes de que pudiera responderle, Michael intervino.
-Te ayudaremos a subir el colchón. Seguro que todos juntos podremos.
Asentí agradecida pensando en lo diferentes que eran los dos hermanos.
Sabía que Julie siempre estaba dispuesta a ayudarme, pero había una gran diferencia.
Julie no parecía conocer el significado de la educación y no sería la primera vez que soltaba algún comentario que me hacía enfadar o peor aún... ruborizarme.
Martha se aseguró de que mi tía no estuviera al pendiente de lo que estábamos haciendo y regresó con una sonrisa.
-Está durmiendo.
La suerte sin duda me sonreía esta vez. Era algo arriesgado, ¿pero acaso la vida no era aburrida si no te arriesgabas de vez en cuando? A continuación, Martha bajó un colchón viejo.
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Miel de una mujer ✓
Ficción históricaEl invierno de 1850 fue uno de los más crudos para la joven Claudette. Su madre, víctima de una grave enfermedad se rindió ante la muerte y la Tía Emily accedió a darle cobijo en su casa. Claudette empieza a reconstruir su vida en casa de su tía, pe...