28. Una carta y sartas de mentiras

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Mientras que Claudette estuvo hablando con Rudy, estuve paseando

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Mientras que Claudette estuvo hablando con Rudy, estuve paseando. Me alejé bastante para dejarlos a solas y que pudieran hablar con tranquilidad sin ser molestados por mi presencia.

En cuanto Claudette pronunció mi nombre con un tono de advertencia, supe que me estaba comportando de forma inadecuada.

Ella me quería.

O al menos me toleraba.

No debía preocuparme por Rudy, puesto que estaba segura de que Claudette tan solo sentía una amistad hacia él como tantas veces me había asegurado. Aún así, no pude evitar los celos.

No sabía exactamente en qué momento habían aparecido, pero no me gustaban. Odiaba ver la expresión de decepción de Claudette cuando sacaba el tema de Rudy en algunas de nuestras conversaciones con voz que dejaba claro el odio que sentía hacia él. No me gustaba pensar que quizás creyera que no confiaba en ella. Lo hacía.

Sabía que Claudette nunca haría nada que pudiera dolerme. Nunca se marcharía con Rudy como tantas veces había imaginado y me dejaría sola, sin ninguna explicación.

No me merecía aquello. A pesar de haber hecho algunas travesuras, no merecía que mi corazón fuera destrozado de tal forma. Y estaba segura de que el pensamiento de dejarme ni siquiera se le había ocurrido a Claudette.

O al menos así lo esperaba...

Durante mi largo paseo, lo único que hice fue preocuparme. No dejaba de darle vueltas a todos, de intentar encontrar alguna explicación a todo aquello que había quedado sin respuesta.

Henry Bridge.

Recordé el dolor que sentí cuando descubrí aquellas cartas, dolor que me permitió averiguar lo mucho que amaba y deseaba a Claudette. De alguna forma, tenía que estarle agradecida a esas dichosas cartas, puesto que sin ellas, jamás hubiera podido darme cuenta de mis sentimientos o quizás habría tardado más.

Me pregunté lo que habría pasado con aquel asunto.

Claudette sin duda me ocultaba más cosas de las que pensaba, aunque tenía derecho a hacerlo.

Decidí concentrarme en la sonrisa que aparecía en sus ojos cada vez que me miraba, en cómo le brillaban los ojos mientras la luz de la luna se colaba por nuestra ventana y posaba su mirada en mí.

Apenas éramos dos jóvenes intentando descubrir cómo funcionaba el mundo. Nos habíamos visto envueltas en una explosión de sentimientos.

Quizás todo terminaría pronto.

Quizás duraría más de lo que me esperaba.

No quería saber nada y al mismo tiempo quería saberlo todo.

Me concentré en el amor que sentía por Claudette y mis labios se curvaron para dar forma a lo que pareció ser una sonrisa.

***

Miel de una mujer ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora