5._Retirada.

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Eran casi las diez y todos estaban reunidos en la carpa central, oyendo la explicación de lo que paso durante la noche. Todos estaban igual. Callados, pensativos, sabiendo muy bien como terminaría ese discurso oído muchas veces, a lo largo de los años.

En la actualidad no era tan habitual ese tipo de ataques tan exacerbados y violentos, pero nunca acabaron en realidad. Siempre estaban ahí, medio escondidos en un comentario o en la publicidad. En los rumores del pueblo agazapado detrás de una pantalla sin nombre. Cada tanto ocurría algún evento difundido en los medios, que exaltaba los ánimos encontrá de las minorías. Y la gente enojada por cosas que nada o poco tenían que ver que el real asunto, salian a desahogarse con Antropomorfos, Namekianos,
Saiyajin y todo lo que encontracen.

Cada raza parecía ocupar un lugar específico en la sociedad. Los Namekianos estaban relegados a trabajos de gran esfuerzo, largas jornadas y malos sueldos. Los Saiyajin eran fácil confundirlos con humanos y  pasaban desapercibidos, una vez no tenían la cola. Gente de ojos y cabello oscuro siempre ligada a la delincuencia. Rara vez se encontraba a uno ocupando un puesto importante. Siempre subestimados en su capacidad intelectual. Black sabia de eso y mientras escuchaba al señor Dai, sus ojos se iban tornando como la antracita. Después estaban los antropomorfos, el más pequeño de esos tres grupos y cuya posición social variaba bastante. Había un sujeto llamado Freezer que ocupaba un puesto en la bolsa de comercio nacional y otros trabajando en un circo. Con ellos, sin embargo, era con quienes más se enseñaban los humanos. Quizá por compartir naturaleza con animales o quien sabe. Existía un cuarto grupo y eran los denominados ángeles, por tener una aureola entorno al cuello. Ellos solían estar,casi siempre, en puestos muy elevados de la sociedad. De hecho que uno de ellos se dedicara al espectáculo etinerante, era bastante extraño.

En las grandes ciudades todos convivían de forma muy próxima, pero al anochecer,
cuando el embrujo de la sociedad se terminaba,cada quien volvía a su calle, edificio o barrio poblado por gente de su especie.

-Partimos hoy, hacia la ciudad de Montemar -finalizo el señor Dai y todos comenzaron a retirarse.

Mary se quedó sentada en la galería. Tal vez para ella el desagradable evento, fue más impactante que para cualquiera ahí. Era nueva en ese lugar que tanto le gustaba, pero que no estaba a salvo de los vicios del mundo. No es que buscara huir de eso, era que le molestaba que ni un sueño cumplido pudiera estar libre de toda esa mierda. Cuando vio pasar a Liquir con una venda entorno a su cabeza, pensó en preguntarle: ¿Cómo estas? No lo hizo.

El circo se retiraba y todo lo que pasó quedaba como una anécdota. No había víctimas, ni victimarios. No había consecuencias. Los que tenían remolques o casas rodantes, eran quienes más rápido podían salir. Los que tenían tiendas o les tocaba bajar la carpa central, quedaban hasta el final. Al menos dos días tardaban en dejar un lugar.

Por suerte para Black y Mary, empacar fue bastante sencillo. En unas cuantas horas tenían todo sobre la camioneta que conducía él,porque ella no sabia hacerlo. Mientras la muchacha se quedó poniendo las cuerdas sobre la lona, Black fue a ver a los leones. Transportarlos siempre era complicado.

Los animales lo reconocían de inmediato y las fieras se volvían mansos gatos junto a él,que se sentaba en la jaula a regalarles alguna caricia. Las pocas veces que ese sujeto sonreía, lo hacia para esos felinos o la chica que lo acompañaba. Extraño tener pareja para alguien como él,que prefería estar solo. Además era más eficiente así. Tal vez ella lo sorprendió cansado. Porque así se sentía en ese momento de su vida: fatigado.

Los Saiyajin eran marginados por su comportamiento violento y tosco. Poco inteligente. La mayoría de ellos fue mezclándose con los humanos, hasta que los individuos de raza pura se fueron volviendo cada vez más escasos. La cola era la forma en que se distinguían de los híbridos y los que, como él, decidieron vivir entre los hombres. Bardock tenía cola. Black lo notó, cuando lo conoció días atrás. La ponía entorno a su cintura y no se veía mucho,pero ahí estaba. Era un signo de orgullo, que otros tantos perdieron o se las arrancaron en algún pleito.

TabúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora