Mary caminó detrás de Bills,
descalza por la vereda que bordeaba la playa. Con su pie lastimado cojeaba bastante e iba dejando gotitas de sangre por el pavimento. Era tarde por lo que esa zona estaba caso vacía. El sol se veía enorme en el horizonte y de un intenso color anaranjado que pintaba el paisaje de bermellón. Adelante había una casa sobre un montículo de rocas, por el que trepaba una escalera de madera de dudosa resistencia. Era obvio que iban allí, pero estaba todavía muy lejos y Mary se quejó de que no podía seguir así. El pie le dolía y prefirió volver.-Sube- le dijo Bills apoyando una rodilla en el suelo de espaldas a ella-Te llevaré.
Sonó muy diferente al resto de las veces, desconcertado a la muchacha que titubeo si subir en su espalda o no. Acabó haciéndolo, pero fue más por curiosidad que otra cosa. Terminó por experimentar una inusual calma que acabó con sus reservas. Quizá era el paisaje, el viento y el olor a sal del océano Pacífico o bien, el calor que brotaba de esa espalda dura en que podía sentir la estructura osea de Bills, quien se sumergió en el silencio. Poco antes de llegar a la escalera, Mary comenzó a luchar por mantenerser despierta. Ni cuenta se dio de como llegaron a la puerta de la casa, donde él le señalo bajar.
-¿Cómo estuvo la siesta?
-Un poco incomoda. Estas todo huesudo- le respondió la mujer,
brotandose un ojo con el dorso de la mano.-¡Encima de que me tomo la molestia de cargarte, te quejas!-le grito justo cuando la puerta se abría y un chico de piel lavanda, cabello blanco y puntiagudas orejas se asomaba.
-¿Señor Bills? ¿Qué hace aquí?
-Ella necesita que la revises y yo algo de beber- le dijo y empujo la puerta con la mano, para entrar.
-Pero yo no...-decía y soltó un suspiro-Pase por favor- le pidió a Mary.
El nombre del chico era Shin. Era un quiropráctico conocido del circo. Vivía ahi hace años. Mary y Bills, se sentaron en un amplio, pero sencillo sofá, donde recibieron una bebida que les ofreció antes de revisar el pie de la muchacha.
-Esto es una herida- señalo Shin- Yo trato problemas musculares y óseos.
-Pero podrás curarla ¿No?
-Desde luego, señor Bills, pero a lo que voy es a que...
-Sólo hazlo-lo interrumpió el mago.
-¿Se puede saber por qué me trajiste hasta aquí?- le cuestionó Mary a quien la sonrisa ladina de Bills, le despertó la suspicacia.
Shin había ido por un botiquín y al volver, se sentó en la mesita de café, para atender el pie de Mary. Cuando comenzó a sacar lo que necesitaba, descubrió que se le había terminado la solución yodada.
-Seguro es culpa de Bills. Él atrae la mala suerte.
-¡Deja de decir eso!-le grito el mago a la muchacha que al sentir los dedos de Shin en su pie comenzó a reír-¿Y ahora qué te pasa?
-Lo siento...Es que no soporto me toquen las piernas o los pies. Me dan demasiadas cosquillas- logró decir entre risas, pero al fin terminó empujando a Shin con el otro pie.
-¿Señor Bills podría ayudarme?
-Oye ya deja de reírte- le ordeno el mago a Mary, mas esta ni lo escucho. Lo único que hacia era reírse al punto de terminar llorando.
Por fastidio Bills terminó abrazandola desde atrás, inmovilizandole las manos, logrando que en parte recuperara la compostura.
-¡Cuidado con las manos!-le advirtió la muchacha a lo que él respondió, respirando sobre su cabello.