Salí sonriente de la ducha y empecé secar mi cabello sentada en mi cama. Hoy a la noche era la fiesta de graduación.
Ya habían pasado unos días desde mi torpe caída, pero aún mi mejilla seguía con un moretón gigante. Aunque parecía estar volviéndose verde; era una combinación extraña y desagradable de colores.
Estos últimos cuatro días habían sido estresantes. No había vuelto a ver a Marcus después de aquella noche en la cocina, por lo que Isaac era quien me había estado llevando al instituto. De igual forma me gustaba evitarlo. Ayudaba a alejarlo de mis pensamientos por períodos de tiempo prolongados.
Con respecto a la discusión de mis padres, ya todo parecía estar normal. No había vuelto a ver a papá después de ese día debido a que tuvo que hacer un viaje de emergencia a Londres, pero habíamos estado comunicándonos por texto. Aún no sabía nada acerca del origen de la pelea, pero tampoco me interesaba el asunto.
Había estado ocupada en exámenes finales y no había tenido tiempo para distraerme pensando en otras cosas. Por suerte me había ido muy bien en todas las pruebas y ya había salido de esa preocupación constante de estudiar para cada una de las materias.
Marina había estado saliendo con su crush, ese Gregory. Parecía feliz por estar con el chico más raro de la escuela. De hecho parecían ser el uno para el otro, tenían más cosas en común que yo conmigo misma.
- Maddy - escuché la voz de Rosa al otro lado de la puerta de mi habitación. Me levanté rápido de la cama para abrirle -. Necesito que me ayudes con una canasta de frutas para hacer un jugo.
Rosa ya había mejorado muchísimo e insistía en cocinar todos los días. Afirmaba que el estar todo el día en la cabaña más bien le hacía daño y la deprimía, por lo que no había más opción que dejarla caminar libremente por toda la casa haciendo lo que le gusta.
- Marcus está comprando fresas, es lo único que falta - le sonreí a mi nana, tratando de ocultar el escalofrío que me producía escuchar el nombre de mi chófer.
Últimamente no estaba haciendo su labor, desde luego. Isaac era quien me llevaba a la escuela y me traía, pero de todas formas Marcus seguía siendo mi chófer oficialmente. Es decir, seguían pagandole por eso.
- Hola, mis chicas - saludó sonriente. Lo miré trastornada - Oh, lo siento Maddy, no era contigo - le lancé mi mejor mirada de odio y desprecio.
Estaba actuando como si no hubiera sucedido nada entre nosotros.
- ¿Se puede saber qué sucedió entre ustedes? - preguntó Rosa bruscamente - Siempre que se topan se miran como si fueran enemigos.
- Oh, nada grave abuela, fue lo que intenté decirte en el hospital, pero estabas muy sedada - Marcus se encogió de hombros mientras lavaba las fresas -. Resulta que Maddy es...
- ¡Su mejor amiga! - exclamé en voz alta, casi gritando, por lo que hizo sobresaltar a Marcus y a Rosa.
En mi cabeza se estaba repitiendo el momento en el que Rosa dedujo que habíamos descubierto nuestro parentesco: le había dado un ataque cardíaco. Por suerte ella no recuerda eso, no sabemos por qué sucedió, pero su cerebro bloqueó ese momento de su memoria. Y espero que para siempre, ya que no sería conveniente que en algún momento esa situación llegase a la mente de mi nana como por arte de magia. Incluso podría volver a sufrir un ataque y es lo que menos quiero.
Mamá me había advertido que este tema de la familia era muy delicado para Rosa, pero nunca supe qué tanto hasta lo que le sucedió a mi nana. Por esa razón no permitiría que Marcus abriera su bocota de mujeriego tarado.
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MI CHOFER.
Teen FictionMadeleine Berrycloth es una chica millonaria y mimada. Tiene una vida llena de lujos y comodidades, pero todo cambia un día, cuando su chofer de toda la vida se enferma y es reemplazado por su odioso e irritable hijo; Marcus Hoffman. Ambos se lleva...