- Un perro - señalé entusiasmada la nube que pasaba por encima de nosotros.
Marina y yo estábamos sentadas en el pasto del patio, mirando el cielo. Con nosotras también estaba un amigo de ella, llamado Carlos, pero nunca hablaba asi que era como si no estuviese aquí.
Una vez más yo había dejado a Amy a cargo del entrenamiento de las chicas, no tenía ganas de hacer ejercicios hoy. Y, por supuesto que Marina se había saltado su clase.
- Esa es una tortuga con un sombrero de bruja - señaló Marina.
- ¿Estás loca? En realidad es un hulk con el cabello despeinado - contradije.
Marina rió un poco fuerte.
- Chica, en realidad es un rinoceronte.
- ¡Oh! - exclamé al darme cuenta.
- Hey Mad - habló Marina. Había decidido llamarme "Mad", ya que era original y sofisticado y quería tener un apodo que fuera único para ella - ¿Ya decidiste a quién llevar a mi galería de arte?
- Aún no - respondí un poco incómoda.
- ¿Y tus amigas?
- A ellas no les interesa eso - me encongí de hombros.
- ¿No conoces a nadie que le guste el arte? - preguntó incrédula.
- A ti - respondí -. Ah, y a mi chofer - mencioné sin pensarlo.
- Oh, ¿Y por qué no lo invitas?
- No nos llevamos muy bien.
- Inténtalo, sólo tienes hasta la noche para decidir - propuso.
- Creo que iré sola - respondí mirando su piercing. Parecía doloroso.
- No es doloroso - respondió como si leyera mi mente.
- Parece incómodo.
- Tal vez lo es un poco, pero nada del otro mundo. Tengo uno que sí duele, está en mi seno derecho.
La miré sorprendida.
- Podrías arrancarte un pezón - habló el amigo de marina que había permanecido en silencio hasta ahora. Parecía ser muy reservado y era demasiado pálido y flacucho. Parecía enfermo, pobre.
Marina giró los ojos al aire y rió. A mi si me quedaron dando vueltas sus palabras, me pareció que el chico tenía razón.
***
Subí al auto en silencio. Marcus parecía un poco cansado, tenía muchas ojeras. Cada día se le notaban más y más. Me pregunto qué es lo que tanto le quita el sueño. Él me miró por el retrovisor, como siempre hace, y lanzó una sonrisa arrogante.
- Vengo del puesto de batidos, ten - me tendió un largo vaso con un líquido color fresa.
Abrí el contenido y pude ver unas líneas de sirope de chocolate y algunas fresas flotando. Tal y como me gustaba.
- Lo recordaste - mencioné con un puchero.
- Nada se me olvida - presumió. Sonreí en contra de mi voluntad y procedí a tomarme mi batido.
Marcus había colocado una canción lenta que hizo que mis músculos se relajaran.
- Oye - llamé su atención - Esta noche hay una exhibición de arte, ya le avisé a mis padres.
- Sí, ellos me comentaron. Te llevaré - respondió, sin mirarme.
- ¿Te gusta el arte? - pregunté, recordando que a su padre eso era lo que más le gustaba -. Tengo una entrada extra, me hubiera gustado llevar a Don Ernest.
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MI CHOFER.
Novela JuvenilMadeleine Berrycloth es una chica millonaria y mimada. Tiene una vida llena de lujos y comodidades, pero todo cambia un día, cuando su chofer de toda la vida se enferma y es reemplazado por su odioso e irritable hijo; Marcus Hoffman. Ambos se lleva...