Capítulo 2

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Me empecé a frustrar porque mis padres no contestaban mis llamadas. Necesitaba avisarles que iba al centro comercial con mis amigas, pero ni modo. Ya los había llamado varias veces y no contestaban, supongo que estarán ocupados o algo así.

Fui taconeando hasta el jardín. Marcus estaba sentado en una pequeña mesa de mármol sobre el césped, fumando cigarrillos. Últimamente lo estaba haciendo muy seguido.

Su mirada estaba pérdida, pensativa. Llegué a su lado y toqué su hombro suavemente. Él volteó a verme, sin expresión en su cara, aunque muy en el fondo de sus ojos parecía percibir tristeza.

- ¿Qué quieres?

- Necesito que me lleves al centro comercial - Marcus elevó una ceja -. Mis papás me dieron permiso - mentí, desviando la mirada.

- No me han llamado - soltó Marcus con frialdad y se giró para seguir fumando su cigarrillo.

Apreté mis puños, aguantando las ganas de pellizcarle el brazo o arrancarle los pelos de la nariz para verlo llorar como niñita. Su simple presencia me ponía de mal humor. Incluso estando callado me daban ganas de golpearlo, no sé el porqué.

- Ellos no tienen porqué llamarte a ti, yo soy tu jef...

- Stuart dijo que me llamaría en caso de alguna emergencia o salida espontánea. No lo ha hecho.

- Pero...

- Madeleine, lo siento - Marcus se levantó de su silla y se paró frente a mí. Retrocedí un poco instintivamente -. No voy a contradecir a tu padre. Sé que soy tu chofer y que eres tú mi jefa, por desgracia. Pero él es tu padre y quien me da las órdenes y yo las cumplo.

- Yo soy a quien deberías obedecer. Eres mi empleado - contradije, enfatizando el "mi empleado" -. Y te aseguro que hablaré con mi padre sobre esto. Eres pésimo en tu trabajo, no puede ser que me dejes aquí esperando como una tonta a que me lleves. ¡No sirves ni para chofer!

Marcus me miró a los ojos, con frialdad - Eres una malcriada y berrinchuda. Puedo ser tu empleado, pero también soy una persona que sabe que eres menor de edad y que no puedes salir si tus padres te lo prohibieron - enfatizó la última palabra -. Además, no ando denigrando a personas por ahí solo por su puesto de trabajo.

Es un idiota.

- ¿Sabes qué? No me lleves - lo miré con furia -. Me iré yo solita y tú ni te me acerques. Me conseguiré otro chofer. Uno que me respete y cumpla con su trabajo.

Giré sobre mí misma y empecé a dar algunos pasos. ¿Quién se creía él para darme órdenes? Yo le dejé a mis padres un mensaje de texto, ¡les avisé! Que aún no lo hayan visto no es mi culpa.

Mientras caminaba en dirección a la casa unos brazos rodearon mi cintura y empecé a patalear como loca. Marcus me había cargado sobre sus hombros y me estaba llevando a no sé cuál lugar. Decidí golpear como loca su espalda, gritándole que me bajase, pero hizo caso omiso a mis palabras, o mejor dicho gritos, y siguió caminando como si nada sucediera. Al parecer no le costaba llevarme en sus hombros, ya que sólo me sostenía con uno de sus brazos y con el otro seguía con su cigarrillo apestoso.

- ¡Bájame ahora mismo, Marcus Hoffman! - golpee su costilla - Eres un imbécil, ¿Quién crees que eres para tratarme así? Si no me bajas te encontraras en problemas. No tienes derecho a hacerme esto. Yo soy tu jefa, debes obedecer mis órdenes.

Mis gritos alertaron a Rosa, mi nana, quién salió de la cocina con una cara de susto y las manos sobre la cabeza.

- ¿Qué sucede niños? ¿Qué hacen? - preguntó con una expresión horrorizada. Seguramente la asusté.

MI CHOFER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora